¿Wood sí o Wood no? La cabezonería de Kidd y la desesperación de Doncic
Jason Kidd se resiste a darle más protagonismo a un Wood que no es de su agrado. Doncic, en plena crisis de los Mavericks, sí parece favorable al ala-pívot.
Los Mavericks, de mal en peor. No hay por dónde coger al equipo de Luka Doncic, un galimatías en un inicio de temporada que ya está dejando de ser eso, un inicio. Los partidos se suceden y los texanos no mejoran, más bien todo lo contrario: 14-14, novenos de la Conferencia Oeste, dentro por incomparecencia ajena del play-in, pero con una imagen diametralmente opuesta a ese conjunto titánico que sobrefuncionó de forma constante en el último curso y en los últimos playoffs. Muy atrás ha quedado eso: la salida de Jalen Brunson ha sido, en última instancia, la base de la destrucción de un sistema que no funciona sin ese jugador que aproveche los espacios que deja Doncic, ocupe de forma idónea todo el hueco libre que hay en la línea de tiros libres y penetre o haga de segundo generador para sus compañeros. Y ahí han caído los Mavs, incapaces de que Spencer Dinwiddie (o cualquier otro) sea esa segunda espada y que, para más inri, ya no mete los triples ni defiende como hace unos meses. Una salida inevitable para los Mavs (no podían igualar los 110 millones en 4 años que ofrecieron los Knicks), que ha acabado siendo decisiva y capital en el momento actual, misérrimo, que se vive en Dallas.
Eso sí, lo de Brunson, la caída de los porcentajes de triples o el retraso en el poder defensivo no son el único motivo de la crisis de juego y resultados que viven los Mavericks. El papel de Jason Kidd también está siendo cuestionado, principalmente por el (poco) protagonismo que el técnico le está dando al flamante fichaje texano, Christian Wood. Un buen jugador, molón y divertido al que se le caen los puntos... pero que no es del gusto del entrenador, que se niega a gestionar sus minutos de una forma distinta e introducirle en pista en según qué momentos. Una situación que se contrapone, o eso parece, a los deseos de un Doncic que sí es favorable a su compañero y que demuestra una gran química a su lado. Un problema, otro más, que Kidd no está sabiendo (o queriendo) gestionar y que se suma al catastrófico momento que viven los Mavs.
No es la primera vez que vemos algo así: entrenadores con un solo plan que se niegan a cambiar cosas y acaban superados por las circunstancias y por sus propios errores. Kidd, que se ganó todo el derecho el año pasado a ser considerado un técnico de primer nivel, se ha empeñado en asemejarse más al que fue en Bucks y en Nets, cuando acabó denostado por resultados e inmovilismo táctico, e insiste en jugar de la misma manera cuando no tiene los jugadores para hacerlo: una plantilla que se fue por encima de las expectativas y las posibilidades hace unos meses para la defensa, ahora no puede sostener ese ritmo de piernas y tiene, además de a Wood, a un recuperado Tim Hardaway dentro de la rotación. Y un ataque que monopoliza en demasía Doncic, que sin el apoyo de Brunson no encuentra con tanta facilidad a sus compañeros, no tiene casi ayuda para subir el balón y es el único generador, una función en la que Dinwiddie, sin suerte, intenta participar. Al final, Brunson es más un base puro que Dinwiddie y, cuando los triples liberados no entran y las ayudas y dobles defensas ahogan a la estrella eslovena, el previsible juego se resiente.
Wood entra en escena
La presencia de Wood es un arma de doble filo: libera mucho el ataque y da más oportunidades al estilo plano y predecible de los Mavericks, pero falla en defensa, donde le cuesta intimidar en la zona y salir a molestar a los rivales en el exterior. Eso sí, la defensa está ya de por sí con muchas marchas menos que hace unos meses y Doncic necesita ayuda en un ataque disfuncional: los Mavs son el cuarto equipo que menos anota del Oeste, y apenas está en la mitad de la Liga en porcentaje de triples con un 35%, una cifra muy baja para ser el séptimo que más lanzamientos exteriores intenta. Además, los Mavs son el séptimo equipo que peor rebotea, el sexto que menos asistencias reparte y el tercero que menos tapona. Solo han dado un salto adelante a la hora de robar balones, estadística en la que son décimos, una mejora ostensible respecto al curso pasado (los segundos más malos) motivada por la mejora en defensa de Doncic, que llega a su récord personal (1,7 por noche) y está más comprometido en ese lado de la pista... y, por ende, más desgastado. Ya no se queda en una esquina descansando y protegido y está bien de manos, pero se añade a su persona una nueva variable que le hace llegar fatigado a la parte final de los partidos.
Volvemos a Wood: está jugando bien, produciendo mucha estadística para los pocos minutos que juega. Se va a 16,4 puntos y 7,7 rebotes en 25,8 minutos de juego, pero le gusta más incidir en la zona que jugar abierto a pesar de su buen acierto en triples (más del 40%, pero solo 3,5 intentos por noche), algo que no gusta a un Kidd que quiere mantener monótono el sistema: Doncic produce, penetra tras bloqueo, y habilita al exterior. Para el técnico, la zona tiene que estar despejada para el esloveno y la insistencia que tiene en mantener el sistema limpio de interferencias llega a ser desesperante para un aficionado que ya ve en los Mavericks de Doncic a esos Rockets de James Harden que representaron la peor cara de la era de los triples. El pick and roll con Wood, también un buen cazador de rebotes, no gusta tanto a un Kidd que no se aclara sobre los minutos que le tiene que dar, le mete de inicio en el tercer cuarto contra los Bucks y sale a rueda de prensa a decir que esos minutos no han sido buenos defensivamente cuando Doncic, vaya, dice todo lo contrario. Mala cosa, especialmente en una vorágine de malos resultados rematada ante los Cavs, en Dallas y en un partido rematadamente malo. Para más inri, en una jornada en la que Brunson también ha jugado y se ha salido con los Knicks.
El cambio es necesario
La situación es crítica (la lesión de Maxi Kleber llega, además, en el peor momento) y se necesita algo para cambiarla. Esto no puede pasar por un traspaso: el único que es agente libre el próximo verano dentro de la columna vertebral de la plantilla es el propio Wood, por lo que también sería la única pieza con la que hacer un traspaso en febrero, algo harto improbable en estos momentos y siendo, además, uno de los fichajes estrella del equipo y un segundo jugador necesario tras la marcha de Brunson. Por el resto, la cosa se complica: Dinwiddie tiene una opción de jugador de 21 millones de dólares de cara al próximo curso, Hardaway, que ya llegó como contrato tóxico procedente de los Knicks antes de que los Mavs le renovaran, percibirá 19 millones esta temporada, con 17 y 16 para las dos siguientes; también se asegura dinero Bertans para los dos próximos cursos (otros 17 y otros 16), Dorian Finney-Smith (13, 14 y una player option de 15 para la 2025-26), Maxi Klebber (en medio de un contrato de 42 millones que terminará en 2026) o JaVale McGee, que llegó en verano para ser el pívot que no está siendo por 17 en tres temporadas.
Todo depende de Kidd. No da minutos suficientes a un Josh Green que defiende y lanza muy bien de tres (se acerca al 50%), empezó la temporada dejando que Dwight Powell (que sí será agente libre el próximo verano) acabara los partidos en lugar de Wood y ha dejado muy claro que la inacción en lo referente a cambiar el sistema será la ley marcial por la que se guíe para estirar la cuerda hasta que, probablemente, se rompa. Doncic, en su quinto año en la NBA, empezará a demandar un equipo competitivo de igual manera que se le exige que luche por el MVP cada temporada (tendrá difícil arrebatárselo a Jayson Tatum en ese aspecto) y Kidd sabe que necesita el beneplácito del esloveno para mantener un puesto que hace unos meses parecía incuestionable y ahora está muy en el aire. Otra vez, mala cosa.
En cuanto a Wood, es posible que las cosas cambien definitivamente: empezó de titular el tercer cuarto ante los Bucks el pasado 28 de noviembre, ya lo hemos dicho; y también disputó más de 10 minutos en fatídico último cuarto en Detroit, además de la totalidad de la prórroga. Eso sí, en ambos partidos perdieron los Mavs, algo que puede reafirmar en su idea a un Kidd empeñado en seguir con su, aparentemente, inamovible hoja de ruta. Para redondear, los Mavs ganaron a los Warriors entre medias de las dos derrotas mencionadas con un Doncic superlativo y un Wood que disputó algo más de la mitad del último cuarto (7:24)... pero que se fue sin anotar. De nuevo, una variable que puede fomentar el autoconvencimiento de un entrenador que ha demostrado cosas, pero que puede convertir a los Mavs en uno de esos equipos que llegan de rebote a unas finales de Conferencia (los Hawks de 2021, los Blazers de 2019...), pero que no tienen continuidad, ni consiguen ser competitivos o candidatos a largo plazo. ¿Wood sí o Wood no? ¿Es realmente esa la cuestión? Quizá, solo quizá, haya que cambiar de alguna forma el sistema. Al final, lo que hay que saber en estos momentos es que podrá más: si la cabezonería o la rendición ante la objetividad. He ahí la cuestión.