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Jokic, un MVP pluscuamperfecto

El pívot serbio ha firmado unas Finales extraordinarias y unos ‘playoffs’ de leyenda, uno de los grandes recorridos de siempre hacia el título de campeón de la NBA.

Hay cosas que ya sabe todo el mundo de Nikola Jokic. Una es que adora los caballos. Tanto que pasa las vacaciones en su Sombor natal (unos 50.000 habitantes, 200 kilómetros al noroeste de Belgrado). En su rancho y en el hipódromo que reconstruyó, con un millón de euros de su bolsillo. Su yeguada se llama Dream Catcher, ha prometido que va a tener un nuevo integrante después de este título con MVP y debe hacer especialmente feliz, probablemente, a su padre, presidente del club ecuestre local.

Todo el mundo sabe cómo es y todo el mundo hace, más o menos, las mismas bromas al respecto. Desgarbado, sin una musculatura para presumir, sin tatuajes ni una vida social agitada. Que lleva el número 15, contó, porque era la camiseta más grande y ancha, la que le quedaba bien, el primer día que tuvo que ponerse una en Denver. Y, a partir de ahí, ha seguido siempre con ella. Con un desapego que va camino de legendario a galardones individuales o cualquier asomo de algo mínimamente cercano a la vanidad. Y empeñado en conservar siempre un pellizco de Sombor en Denver. Cuando se mudó, en 2015, se llevó a su novia y sus dos hermanos. Cocinaban platos serbios, iban metiendo algo de hip-hop en sus sesiones de música serbia y alargaban sus partidas de Mau Mau, un jugado parecido al más internacional Uno. Le faltaban sus padres, porque todo no podía ser. Y su ciudad, a la que sigue diciendo que volverá cuando se retire: “Es pequeña, pero hay de todo. Se vive tranquilo, me gusta conducir sin tener que poner siempre el GPS”.

Todo el mundo sabía, también, que Nikola Jokic iba a ser el MVP de estas Finales 2023 si ganaban los Nuggets. Lo es, el gran premio tras el menor y todavía joven MVP de la final del Oeste y (esto sí artillería pesada) después de dos MVP de fase regular (2021, 2022) que podrían ser tres porque este año hizo, como mínimo, los mismos méritos que Joel Embiid. Entre que al camerunés le raspaba haber sido segundo dos años, algo de fatiga del votante y el vértigo de darle tres seguidos e igualarle a Bill Russell, Wilt Chamberlain y Larry Bird, Jokic se quedó sin otro MVP. Pero no sin dormir. Sí estaba dormido, eso también lo sabe todo el mundo, cuando fue drafteado. No eran horas en Serbia. Fue número 41 del draft de 2014, y su nombre apareció cuando en ESPN emitían un anuncio de Taco Bell.

También es ya parte de su historia que a su alrededor se amontonaron las dudas, por su particular físico y por el reto del salto a la NBA que dio un año después, en 2015 y después de ser MVP de la ABA con el Mega Basket. En NBADraft decían esto: Tiene un físico del montón y le faltan velocidad y capacidad de salto. Lo normal es que sufra contra el músculo y la rapidez de los pívots de la NBA. Tiene que mejorar en el poste, ganar repertorio de espaldas y fuerza. La defensa es un problema obvio por su falta de potencia y movimiento lateral”.

Algunas de esas cosas, en todo caso, son verdad y él mismo lo reconocería. En el verano de 2015, antes del viaje a Estados Unidos, adelgazó 16 kilos. En sus primeros años en la gran Liga, todavía tuvo que adaptar su dieta y su trabajo físico para establecerse definitivamente como la fuerza monumental que es ahora. Aunque siga sin saltar y sin ser la reencarnación de Flash. Mucho antes de su primer MVP contó que había dejado la Coca-Cola porque bebía “tres litros al día”. También retocó su dieta: “Antes comía lo normal, pollo, arroz, carne… Pero cocinados de otras maneras porque aquí la comida no sabe a nada”.

Ahora mismo, el mejor jugador del mundo

Ahora Jokic es, probablemente, el mejor jugador del mundo. Y se ha metido en el escalón de Dirk Nowitzki y Giannis Antetokounmpo, con papeletas para acabar su carrera como el mejor europeo de siempre en la NBA. Ambos, alemán y griego, tienen también el trío anillo-MVP de fase regular-MVP de Finales. Jokic apila ya también cinco all-star, tres presencias en el Mejor Quinteto y dos en el Segundo.

Y tiene, este de 2023, uno de los mejores recorridos de siempre en unos playoffs. Un camino hacia el título inolvidable, que recordaremos siempre como una hazaña gigantesca. Porque no se pueda normalizar lo que hace Jokic. Los pases imposibles, el increíble repertorio en ataque, literalmente imparable; o una defensa que está lejos de la que le daba mal nombre cuando llegó a la NBA. Ahora mete manos, cambia tiros cerca del aro y ha perfeccionado la cobertura en drop del pick and roll. Si los equipos no atacan a los Nuggets con cinco jugadores abiertos y una permanente batería exterior, Jokic es un protector de la zona cada vez más efectivo. También ha pulido su tiro de tres, tiene una suspensión imposible de anticipar, el Sombor Shuffle, toda la gama de juego de pies en la zona y, claro, una visión de juego que le hace estar ya entre los mejores pasadores de la historia. Se puede, sin cometer ningún sacrilegio, quitar lo de pívots y dejarlo en pasadores a secas.

Jokic ha promediado en los playoffs 30 puntos, 13,5 rebotes y 9,5 asistencias. Ha raspado el triple-doble que sí estaba firmando cuando pisó las Finales, algo que no había hecho nadie desde Magic Johnson. Contra los Heat se ha movido en 30,2, 14 y 7,2, una continuación de sus recitales para el recuerdo contra Suns (34,5, 13,2 y 10,2) y Lakers (27,8, 14,5 y 11,8). Quedaron en la cuneta Devin Booker, Kevin Durant, LeBron James y Anthony Davis. Ha apilado10 triples-dobles en total, récord en unos playoffs (era siete: Chamberlain) y firma uno en, más o menos, el 23% de sus partidos de eliminatorias. El mejor dato hasta que llegó él era el 16% de Magic.

Si se suman las medias de su carrera en playoffs en puntos, rebotes y asistencias, el resultado es 46,8. Solo el ya varias veces citado Chamberlain, Superman, está por delante (51,2). Tiene detrás a Bill Russell (45,8), Michael Jordan (45,5) y LeBron James (44,7). En estos Playoffs 2023 se ha convertido en el primero que lidera a todos los jugadores en puntos, rebotes y asistencias totales, tambien el primero que llega en unas eliminatorias (600+269+190) a 500, 250 y 150. Y ha firmado dos triples-dobles de al menos 30 puntos y 20 rebotes. Hay cinco en la historia de las series de postemporada. Y él tiene tres. Las otras, Kareem Abdul-Jabbar… y Chamberlain. Y todo esto, sin entrar en el top 5 de minutos hasta el último partido de la Final, el número 20 para su equipo en estos playoffs.

Es la culminación de estos tres años maravillosos (2020-23), los de los dos MVP que pudieron ser tres, en los que ha promediado en fase regular 26 puntos, 12,1 rebotes y 8,6 asistencias. El tramo de su entrada en la plena madurez (cumplió 28 años en febrero) con, de esto no se habla tanto y es perfectamente remarcable, una durabilidad admirable: no ha tenido lesiones graves, promedia en sus ocho años en Denver 74,5 partidos por curso y su mínimo son los 69 de esta última regular season.

Su PER (player efficiency rating), la estadística que creó ESPN como aproximación a la idea perfecta de valoración, en playoffs es el mayor de cualquier jugador con al menos 50 partidos jugados: 29,1 por el 28,6 de Michael Jordan y el 27,9 de LeBron James. Y ese dato incluye emparejamientos directos, en sus últimas cinco series (incluida la semifinal del Oeste de 2022), con Draymond Green, Rudy Gobert, Anthony Davis y Bam Adebayo, la batería defensiva más poderosa que puede lanzar sobre un pívot la actual NBA. Pero es que Jokic no solo es el mejor pívot del mundo: es, al mismo tiempo, muchísimo más que eso.

Por edad, ha llegado al trono cuando llegan casi todos los grandes. Michael Jordan fue campeón por primera vez a los 28, LeBron James a los 27, Stephen Curry y Giannis, a los 26. El proceso natural, porque se pueden contar con los dedos de una mano los campeones de menos de 25 años que eran, también, incuestionables jugadores franquicia de sus equipos: Bill Walton (24), Larry Bird (24), Magic Johnson (24 en 1985, en 1980 aún mandaba más Kareem Abdul-Jabbar), Dwyane Wade (23), Tim Duncan (23)…

Cuando, un perfecto desconocido en Estados Unidos, llegó a Denver y empezó a entrenar, Kenneth Faried dijo que iba “a ganar mucho dinero”. El 1 de julio de 2022, en cuanto se pudo porque los Nuggets no tenían nada que pensarse, Jokic firmó el contrato por entonces de más volumen de la historia de la NBA: una extensión de cinco años y unos 270 millones de dólares que ponía el total, con el año que le quedaba, en 303x6. Este año ha ganado 33 millones y el próximo salta a 46,5. En la temporada 2024-25 superará los 50 y en la 2026-27, la última que tiene garantizada, su sueldo será 57 millones. No está mal para un niño que creció temiendo los bombardeos de la Guerra de los Balcanes: “Recuerdo las sirenas, los refugios y sobre todo la oscuridad, tener que apagar las luces y estar a oscuras”. Es mucho dinero, pero lo vale: los Nuggets no es que no hubieran ganado un título, es que no habían jugado todavía unas Finales de la NBA. Solo unas, en 1975, en la ABA. Su valor ha pasado de menos de 900 millones en 2015 a los casi 2.000 de este año... antes de este título.

El 12 de junio cambió para siempre la historia, de los Nuggets y de Jokic. Una unión que vivió su primer partido oficial el 28 de octubre de 2015 y su verdadero inicio, según Michael Malone (el único entrenador que ha tenido el serbio en Denver), el 15 de diciembre de 2016. Ese día fue nombrado oficialmente pívot titular del equipo. Se había acabado el intento de que jugara al lado de Jusuf Nurkic, algo que él mismo abortó pidiendo a Malone ser suplente porque “no funcionaba”. Desde ahí, el reino de las Rocosas fue suyo, y su entrenador lo sabía: “Ese fue el punto de inicio, ahí nació de verdad la personalidad de este equipo”. La cosecha, por ahora, es un anillo. Y un MVP de Finales para un jugador, aunque ya lo sabe todo el mundo, distinto: maravilloso. El mago de Sombor.

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