LeBron sucumbe al poder de los Thunder

Ver a LeBron James enfrentándose a los Thunder es como poner delante una película del pasado y otra del presente. Al fin y al cabo, el Rey le saca 8 años al jugador más veterano de la plantilla de Oklahoma (Davis Bertans, que tiene 31), 14 a su gran estrella (Shai-Gilgeous Alexander, de 25), casi 18 a su unicornio (Chet Holmgren, de 21) y 19 a sus más jóvenes promesas (Ousmane Dieng o Cason Wallace). Sólo hay, de hecho, un equipo más precoz en toda la NBA, unos Pistons que suman una media de 22,9 primaveras por las 23 de los Thunder. Una divina casualidad de la que se alejan los Lakers, octavos más veteranos con 28 de media y que tienen en su poder al jugador más mayor de toda la mejor Liga del mundo, un ya mencionado LeBron que suma el próximo 30 de diciembre, en apenas 29 días, la cifra número 39. Y que acumula más minutos en regular season que la totalidad de los 18 hombres de rotación de los Thunder.

Eso sí, lo clásico es imperecedero. Y el Rey envejece tan bien que en realidad no parece que lo haya hecho. Con más de 1400 partidos de temporada regular a sus espaldas, cuatro anillos, 10 Finales, más puntos que nadie y su nombre grabado con letras de fuego en el corazón de aficionados y rivales, LeBron es como una película antigua pero a la vez atemporal, inamovible al paso del tiempo y de los años, que se ve igual de bien o mejor ahora que cuando se estrenó. Al fin y al cabo, ese día no contaba con el currículum de hoy en día, tampoco con su forjada leyenda y su merecido respeto, ese que emana de su eterna figura y que provoca que todos a su alrededor se giren para rascarse los ojos y contemplar a un hombre que algún día dejará de jugar. Pero que no tiene pensado hacerlo a corto plazo. Al menos, a lo que entendemos generalmente por esas dos palabras.

Es inevitable, sin embargo, que por mucha leyenda que LeBron sea caiga de vez en cuando. Nadie se mantiene impune, ni al paso del tiempo ni al hecho de que tu plantilla te obliga a seguir siendo el mejor de la misma a estas alturas de la película, por seguir con el símil. Y es que el Rey acabó siendo una oveja rodeada de los lobos de los Thunder, que se impusieron a los Lakers en Oklahoma (133-110) gracias, entre otras cosas, a un segundo periodo celestial: 42-23. Un parcial que paralizó a los visitantes, que vieron como el partido pasaba de un 30-37 a un 72-60 en apenas 12 minutos. En ese tiempo, LeBron anotó 6 puntos, atrapó 4 rebotes y repartió 1 asistencia. Los Lakers, sin embargo, se quedaron en un 8 de 20 en tiros, 2 de 10 en triples, 5 pérdidas y sólo 6 tiros libres intentados.

Hastiados y superados físicamente, los angelinos no tuvieron ya fuerzas para reaccionar. Cayeron también en los dos cuartos siguientes y se encomendaron a un final de partido que querían que llegara lo antes posible. Acaban 2-2 la gira de cuatro partidos tras conquistar Cleveland y Detroit, pero caer ante Sixers y Thunder en dos partidos en los que apenas tuvieron opciones. Las bajas de Jarred Vanderbilt, Rui Hachimura, Cam Reddish y Gabe Vincent fueron demasiado duras para un equipo joven y atlético como OKC, que tuvo a Shai como héroe y sin emparejamiento lógico (le hizo un cuadro a D’Angelo Russell y Austin Reaves no podía con él): 33 puntos, 4 rebotes y 7 asistencias. Hasta 7 jugadores locales se fueron a dobles dígitos en anotación, mientras que Chet Holmgren salió muy bien parado ante un coco como Anthony Davis: 18 tantos, 5 rechaces, 1 pase a canasta y 2 robos de balón. El joven unicornio sigue mandando avisos a Victor Wembanyama.

En los Lakers, LeBron lo volvió a hacer bien (21+12+6, aunque 5 pérdidas, con 7 de 12 en tiros de campo, 4 de 8 en triples), aunque con todavía alguna habladuría de por qué acude tan poco a la línea de personal (3 de 4, y eso que los Lakers intentaron 10 tiros libres más que los Thunder) e intentando menos lanzamientos que de lo habitual. Anthony Davis produjo bastante (31+14) y tanto Russell (16, con 10 asistencias) como Reaves (14) hicieron un buen papel en ataque, pero estuvieron erráticos en la defensa. Los Lakers, 11-9, se ponen a pensar en otras cosas (reciben a Rockets y Suns en los próximos días) mientras gestionan lo que hacen con LeBron, que ya ha dicho que si el debut de Bronny con USC coincide con un partido, irá a ver a su hijo. El Rey, al final, puede hacer lo que quiera. Es el protagonista de una película que, por muy antigua que sea, dura para siempre. Y ha sido oveja por un día, pero jamás ha dejado de ser lobo.

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