SACRAMENTO KINGS

La nueva definición de Sabonis

El pívot ha encontrado un ecosistema perfecto en Sacramento, donde ha vivido una temporada especial con los Kings. Ahora, espera el campeón.

Kevin JairajUSA TODAY Sports via Reuters Con

En Berlín, España inició su camino a un oro de película con un triunfo sufridísimo contra Lituania, tras prórroga y gracias a las heroicidades de Lorenzo Brown y el dominio de las zonas de Willy Hernangómez, que pulverizó a su compañero de equipo en los Pelicans (y titularísimo por delante de él), Jonas Valanciunas. Tampoco Domantas Sabonis, aunque acabó con 15 puntos y 9 rebotes, pudo ser decisivo. En plena madurez (26 años), Sabonis Jr se fue del torneo con 12,5 puntos y 7,3 rebotes de media. Más frío que calor, uno de los NBA que no aprovechó la ocasión para dar un puñetazo serio en la mesa.

En ese momento, a mediados de septiembre, las cosas no pintaban precisamente bien para un Sabonis que meses antes, el 8 de febrero, había sido traspasado a Sacramento Kings, la franquicia maldita que estaba a semanas de confirmar lo que nadie había hecho jamás en la NBA: 16 años seguidos sin playoffs. El anterior récord, quince temporadas consecutivas, era de Los Angeles Clippers pero acababa de ser actualizado. Sabonis sonaba a medida desesperada, de dirección confusa en una franquicia confusa. Además, su llegada había enviado a Indiana Pacers a Tyrese Haliburton, que con 22 años se había convertido en el ojito derecho de la afición de los Kings. Número 12 del draft en 2020, un playmaker de seda con modos de estrellas y talante de líder. Y, sobre todo, absolutamente comprometido con un equipo del que todos parecían irse dando saltos de alegría y él salió entre lágrimas. En Sacramento no estaban acostumbrados a eso y el traspaso dolió. En la prensa y a nivel nacional, en todo el entorno NBA, fue muy criticado y tardó en ser entendido. El propio Sabonis le contó al periodista Zach Lowe (ESPN) que se asustó cundo miró el móvil camino de su nuevo destino: “Fue como ‘oh, Dios, nos van a abuchear’”.

En Sacramento, sin embargo y una vez digerido el cambio, fue recibido con los brazos abiertos. Es una afición entregada, unida por las heridas y que ya tuvo que pelear en su día para evitar el traslado de la franquicia. Si pudieron con aquello, y con todo lo demás, se harían también a esto. Haliburton ya no estaba y Domantas Sabonis, se pensara lo que se pensara, había pasado a ser uno de los suyos. El 9 de febrero debutó con los Kings (con nota: 22 puntos, 14 rebotes, 5 asistencias). Le dio tiempo a jugar 15 partidos con su nuevo equipo: 18,9 puntos, 12,3 rebotes y 5,8 asistencias. Muy bien, pero las lesiones ya estaban diciendo su última palabra. Solo pudo compartir pista trece veces con De’Aaron Fox, la estrella residente. Y la cosa languideció hasta confirmar esas 16 temporadas sin playoffs, y sin llegar al 50% de victorias, mientras el futuro parecía haberse ido a Indiana en las maletas de Haliburton.

Si uno acelera desde ahí hasta el presente, abril de 2023, cuesta imaginar un desarrollo mejor de los acontecimientos. Para Sabonis y para los Kings. Terceros del Oeste tras una temporada fabulosa, regreso a playoffs diecisiete años después con las maldiciones enterradas. Una afición feliz, quizá la que más se ha divertido de toda la NBA. Y una paz espiritual que ha alcanzado al traspaso por Haliburton. El base fue all star y promedió más de 20 puntos y 10 asistencias por noche con los Pacers. Pero nadie se acordó de él. O sí, pero sin lamentar su marcha: Sabonis también ha sido all star, por tercera vez en su carrera (2020, 2021, 2023). Apunta al tercer quinteto All NBA, ha terminado como máximo reboteador del curso con 12,3 por noche (Anthony Davis le ha superado pero se ha quedado a dos partidos de entrar en los cómputos oficiales de fin de curso) y sus promedios han sido 19,1 puntos, esos 12,3 rebotes, 7,3 asistencias y un 61,5% en tiros, que sube a un 66,8% en true shooting percentage (el baremos que pondera todos los lanzamientos, también desde la línea de personal). Su +/- ha acabado en +212 y ha totalizado 65 dobles-dobles y 14 triples-dobles, dato en el que ya está en el top 15 histórico (32 en su carrera NBA), tercero en pívots por detrás de Nikola Jokic y Wilt Chamberlain.

Una nueva versión en formato pívot total

Más: ha sido también líder destacado de la temporada en rebotes totales (973), y el primero en rebotes y asistencias combinadas (1.542), por delante del mismísimo Jokic (1.475). El dato más increíble puede ser su quinto puesto en asistencias totales (573) y decimocuarto en promedio, una nueva versión de un pívot cada vez más total. Los Kings han tenido el mejor rating ofensivo de la historia (118,6), un número que se eleva a 120,7 si se miden solo los minutos con Sabonis en pista y cae a 111,5 sin él. Solo Chamberlain en la 1966-67 había tenido una temporada de al menos 19 puntos, 12 rebotes, 7 asistencias y un 60% en tiros. Y solo Superman Wilt y Jokic tenían una de 1.500 puntos totales con 900 rebotes y 500 asistencias. Domantas Sabonis está en esas dos listas ya.

Los Kings jugarán ahora contra los Warriors. Si el campeón saca su mejor versión, algo al estilo The Last Dance pese a su complicadísima temporada, lo tendrán crudo. Pero que les quiten lo bailado, claro. Van a ser un rival peligrosísimo, sobre todo si demuestra que está listo para el tono físico y el ritmo crujiente de los playoffs. Pero su plan será correr y anotar, obligar al rival a jugar en su estilo, a caer en su trampa vertiginosa. Es un plan perfectamente diseñado, y que casi nadie vio hasta que no era una realidad, por el general manager Monte McNair, criado en los reputados brazos de Daryl Morey, en las analytics revolucionarias de Houston Rockets. Para eso llegó Sabonis y se sacrificó a Haliburton. Por eso se eligió con el número 4 del último draft a Keegan Murray, incluso a costa de dejar, entre críticas generalizadas, que Jaden Ivey se fuera a Detroit Pistons con el 5. Para eso se sacó a un tirador como Kevin Huerter de Atlanta, y se apostó por un anotador de talento para el banquillo como Malik Monk, que venía de revitalizar su carrera en los Lakers.

Y para eso llegó Mike Brown, mano derecha de Steve Kerr (precisamente) en los Warriors y del que también se dudaba ya, a estas alturas, como head coach. Ahora será, salvo sorpresa, Entrenador del Año. Pero es que había un plan, y pasaba por poner la franquicia en manos de Fox con Sabonis como escudero y los demás (Murray, Monk, Harrison Barnes…) orbitando en torno a ellos, alrededor de un pick and roll de posibilidades infinitas rodeado de jugadores móviles y con tiro. Fox ha roto en estrella de verdad. Y Sabonis ha pasado a ser un jugador integral, uno de los que más pases ha dado de toda la NBA y un perfecto manipulador de las defensas rivales en el inicio de las jugadas. Ningún equipo da más pases a la mano que los Kings. Esa compenetración entre Fox y Sabonis libera un ataque total, una carga incesante e infernal. El lituano se ha ido por encima de las 7 asistencias. En su segunda temporada NBA (2017-18), estaba en 2. Y en dos año de College promedió 1,3 y repartió 97 totales. Además, eligió jugar y no operarse (y perderse más de un mes de competición) cuando su equipo iba definitivamente a más y él sufrió una lesión en un pulgar. El ejemplo, lo ha dicho Mike Brown, elevó definitivamente el tono del equipo.

Un apellido que pesa mucho en Europa

Domantas sabe que en Europa su apellido es cosa sagrada. Su padre, Arvydas, es un recuerdo de culto en Portland Trail Blazers que salta a leyenda gigantesca si se viaja al Viejo Continente. Pero allí, en EE UU, él ya es más: segundo lituano all star después de Zydrunas Ilgauskas (lo fue dos veces por las tres que ya suma Domas). Después de su contrato rookie (básicamente, 11 millones de dólares por cuatro años), firmó en 2019 una extensión cuatro años y casi 77 millones. Esta temporada ha cobrado 18,5 y la próxima tiene 19,4 asegurados. Una ganga, dado el rango salarial actual y su rendimiento. Puede firmar ya, este verano, una extensión en Sacramento que apuntaba a cuatro años y 111 millones pero que con el nuevo convenio recién firmado se convierte en un máximo posible de 4x121. Parece lo más probable que lo haga, aunque si espera a ser agente libre en 2024, con el riesgo que conlleva, podría sacar todavía más dinero. Pero es feliz en Sacramento, una ciudad de la que su padre siempre le hablaba por el ruido de las gradas, el ambiente. Los Blazers de Arvydas jugaban, hace ya más de dos décadas, contra la mejor versión de los Kings, la que pudo ganar un anillo de no haber sido por los Lakers de Kobe y Shaquille. Como los Blazers. Y como tantos otros.

La comparación con su progenitor es, para lo bueno y para lo malo, algo con lo que siempre ha vivido: “Desde que era niño he escuchado que mi padre era mejor que yo, que si mi padre esto o lo otro. Todo el rato, en todos los partidos. Pero, al menos, creo que sin eso no estaría donde estoy. Al menos, creo que supe usarlo como carburante para ser cada vez mejor”. Pero es que el mismísimo LeBron James se acuerda de la familia para hablar de Domantas: “Él y Fox se complementan muy bien, sobre todo por la capacidad de Sabonis para jugar desde el poste, igual que hacía su padre. Tiene esa habilidad para pasar, para rebotear... y también anota. Es un jugador muy dinámico”.

Domantas nació en Oregon pero se mudó a Málaga cuando Arvydas dejó la NBA. Debutó con Unicaja contra la Cibona (en su día un rival agrio del Zalgiris de su padre….) en 2012, con 16 años. El 13 de octubre de 2013 jugó sus primeros minutos ACB con 17 años, 5 meses y 10 días. En el verano de 2014 dejó una oferta de más de 600.000 euros en la mesa para irse de Málaga a Gonzaga, donde jugó dos excelentes años de College que le valieron para ser número 11 de draft en 2016. Estuvo un año en OKC Thunder, un rookie que tenía que encargarse de que Russell Westbrook siempre tuviera a mano batidos Snapple y de donde reconoce que le rompió el corazón ser traspasado: “como un primer desamor”. Drafteado por los Magic, había sido enviado a OKC a cambio de Serge Ibaka, y de allí se fue a Indiana Pacers en la operación Paul George. Así es el negocio. El último traspaso, a Sacramento, era le que parecía más peliagudo pero está siendo el mejor de todos, el que ha liberado su mejor versión. La de estrella definitiva y jugador total. Siguiente parada, los playoffs. Con Sacramento Kings. Eso, el camino hasta aquí, ya es una historia, una de las buenas de verdad. Todo lo que venga a partir de ahora solo podrá mejorarla.

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