NBA | CAVALIERS 100 - MAVERICKS 99

Kemba Walker, a punto de obrar el milagro sin Doncic en la cancha

Jason Kidd reservó a varios jugadores en el encuentro con los Cavaliers en Cleveland y los que sí jugaron estuvieron a punto de darle una alegría.

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Parecía una jornada tirada a la basura por los Mavericks y terminó siendo la mar de entretenida. El equipo afrontaba en Cleveland el segundo partido de un back-to-back de fin de semana que le había llevado a ganar a los Blazers horas antes y que les medía a unos Cavaliers con los que, con cuatro días de diferencia, ya habían perdido hace poco. Lo hicieron con muchas reservas, sobre todo viendo el plantel con el que se presentaron: Maxi Kleber es su baja de larga duración, Josh Green estaba dolorido del codo, Davis Bertans se encontró enfermo y tampoco jugaron Dwight Powell, Spencer Dinwiddie y Luka Doncic, los tres con molestias en sus piernas. El entrenador de los texanos se había decidido a dar casi por perdido este encuentro ante uno de los punteros de la Conferencia Este. Pero es importante ese casi, y en la NBA se dan mucho estas situaciones, porque las plantillas son amplias y siempre habrá alguien queriendo reivindicarse. Pues bien, no sólo se llevaron el partido a la prórroga sino que perdieron por sólo un punto (100-99) en el Rocket Mortgage Fieldhouse este sábado. Kemba Walker, que entró en el roster hace poco sacando del mismo a Facu Campazzo, demostró por qué tiene aún ese picante en la sangre: 32 puntos, 5 rebotes, 7 asistencias y la canasta que llevó al tiempo extra este duelo.

La falta de confianza de Kidd en Christian Wood y JaVale McGee le llevó a una encrucijada en la que se terminó decantando por el primero. Y menos mal porque es otro de los que está con ganas. Le ficharon para ser importante y el técnico, de momento, no confía del todo en lo que puede aportar al resto. En un día de ausencias le tocaba sí o sí y lo dio todo. Fue importante su papel a la hora de abrir espacios en la defensa interior de los Cavaliers, donde reside un gran intimidador como Jarrett Allen al que consiguió anular ese efecto.

Con los cinco titulares superando los cuarenta minutos de juego los Mavs lograron una simbiosis más que interesante. Estuvieron por delante y aguantaron la remontada cuando llegó. Comenzaron bien con Kemba, que tenía ese espacio generado en la zona para penetrar y poder construir en base a su velocidad. El base no sólo ganaba cuando se quedaba con el grande del contrario, también cuando el defensor principal -Darius Garland- intentaba contenerle. Con sus puntos empezaban las primeras ventajas. En el segundo cuarto llegó al +6 y en el tercero se alcanzó la decena tras un triple de Finney-Smith (11). El que había empezado a sacar la cara contra Walker era Garland (18) y ese poder en el ataque lo ocupó tras el descanso Mitchell (25), su compañero de backcourt; entre ambos fueron defendidos muy bien por fuera, forzados a un horrible 1/17 en triples, e incluso la calidad en las penetraciones del ex de los Jazz no bastaba para doblegar a los visitantes en el marcador. Wood (26+14) estaba haciendo un daño terrible sacando a sus marcas de la pintura y castigando con tiros exteriores a la que tenía un mínimo de espacio. Fue en el cuatro periodo cuando Mobley (17), uno de los interiores afectados, dio un paso adelante en ataque e hizo grande a los Cavaliers durante los minutos decisivos. La tortilla se había dado la vuelta en los últimos cuatro. Wood, con un triple y un tiro libre, templó los nervios de todos y les puso en órbita cuando ya se iban. Los tiros libres dejaron una vía de escape a Dallas para tener una última oportunidad, en la que enviaron a Walker contra Wood en espacio abierto y el base -con una ayuda inexistente del resto de cavaliers- rompió al pívot para acabar con una bandeja el tiempo reglamentario. A la prórroga con 96-96.

Un triple de Walker nada más abrir la prolongación hacía temblar a los Cavs. Estaban viendo una especie de reencarnación de aquel jugador que maravillaba en los Hornets y que hasta hace unas semanas se encontraba sin equipo. Quién lo hubiera dicho. Sólo hubo dos canastas para hacerle frente, un tiro a tabla de LeVert y un mate a una mano de Allen. En los últimos dos minutos no hubo más acierto, ya con los Mavericks sin gasolina en el tanque, Tuvieron los texanos una oportunidad final, pero Hardaway rehusó la responsabilidad.

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