El Madrid se encomienda al WiZink

El Real Madrid ha empezado con el pie izquierdo. Muy lejos de las expectativas generadas, de los objetivos que tiene el club. Volver a lo más alto del trono europeo queda ahora muy lejos si tenemos en cuenta que los blancos suman tres derrotas en cuatro partidos oficiales, todas ellas consecutivas tras la única victoria en semifinales de la Supercopa. Una cifra de partidos perdidos que la temporada pasada no llegó hasta el 14 de enero y que en la presente campaña ha tenido lugar el 3 de octubre. Algo que no ha hecho saltar las alarmas al estar inmersos en los primeros compases del curso baloncestístico 2024-25, pero que arroja algunas dudas sobre un proyecto que se ha visto inmerso en multitud de cambios y cuyas piezas no terminan de encajar. Al menos, de momento.

El verano ha sido muy movido: Rudy Fernández Sergio Rodríguez, dos estandartes del club en la última década, pusieron rumbo a la retirada. La situación de Mario Hezonja supuso un quebradero constante para las oficinas blancas, que finalmente y tras muchos esfuerzos, idas y venidas, consiguieron cerrar la renovación del croata. Y cuando todo parecía atado, Guerschon Yabusele ponía rumbo a los Sixers para vivir su segunda etapa en la NBA y dejaba un hueco en una plantilla que estaba cerrada y a la que le falta una pieza. Una que Chus Mateo no ha parado de reclamar en cada rueda de prensa y que no llega, de momento, mientras el Madrid sigue acumulando derrotas y malos momentos. Algo insólito y difícil de creer. Y que tiene más que ver con las preocupantes sensaciones que con unos resultados que siempre se pueden revertir.

Las derrotas han sido contra el Unicaja en la final de la Supercopa, ante el Leyma coruña en la jornada inaugural de la Liga Endesa y frente al Bayern de Múnich en el estreno de la Euroliga. Y los problemas han sido constantes desde el primer partido ante el Barça a pesar de la victoria: en ese encuentro, los blancos se fueron a un 10 de 34 en triples, que en la final ante el Unicaja se quedó en un 7 de 26. Contra el Leyma, 9 de 24. Y en el encuentro que les enfrentó al Bayern, 9 de 22. El santo y seña del Madrid en los últimos años, primero con Pablo Laso y luego con Chus Mateo, ha desaparecido por completo. En total, 35 triples anotados... en 106 intentos. Un 33% de acierto que contrasta con una de las armas esenciales en el club y que ahora no da con la tecla.

Y no sólo eso: la defensa también ha decaído hasta límites insostenibles: el Madrid ha recibido 83, 90, 86 y 97 puntos, 356 tantos totales en cuatro encuentros, 89 recibidos por choque. Una losa demasiado grande a pesar de contar con Tavares, pero ya sin el revulsivo de Vincent Poirier. Y una ausencia de colectividad muy grande que no da continuidad y que se queda en escenas aisladas, algo que funciona en la ofensiva por el talento individual que objetivamente tiene la plantilla, pero que se queda corto en una defensa que funciona cuando los cinco jugadores que estén en pista estén centrados y compitiendo. Serge Ibaka ha ayudado solo en ocasiones, el papel de Usman Garuba ha sido intermitente con algún ramalazo, mientras que los exteriores parecen perdidos y no están compenetrados.

Retorno al Wizink

El Real Madrid regresa al WiZink Center, el antiguo Palacio, por primera vez desde el 10 de junio. Ese día se adelantó al Murcia en el segundo asalto de la final de la Liga Endesa, en un encuentro que sirvió para que Rudy Fernández recibiera su merecida ovación y se despidiera ante su público. Los blancos cerraron la serie en el siguiente choque para lograr su título doméstico número 37. Muchas cosas han pasado desde entonces, pero la situación actual obliga a una victoria. El rival, el Zaragoza (12:30, #Vamos), que venció en la jornada inaugural al Força Lleida en un trepidante choque en la prórroga (101-91). Los maños han incorporado este verano a A.J. Slaughter, Joaquín Rodríguez, Jaime Fernández, Marco Spissu y Jilson Bango. Y, sobre todo, a Bojan Dubljevic, un viejo conocido del baloncesto español (especialmente por su papel en el Valencia Basket) que proviene del Zenit y que se fue a 22 puntos y 6 rebotes en su redebut en la ACB.

Los blancos se encomiendan a su pista y a su público para hacerse con la victoria. Y tendrá que ser con las armas que tienen. Una de ellas es Facundo Campazzo fue expulsado contra el Bayern en una escena que deja muy claro el momento de desesperación emocional que viven los blancos. Será el base argentino el que tenga que comandar las hostilidades junto a Edy Tavares a expensas de lo que ocurra con Mario Hezonja. El croata ha sido baja ante el Coruña y contra el Bayern, primero por enfermedad y en el segundo por paternidad. La estrella blanca, que protagonizó un auténtico sainete en verano con sus idas y venidas, finalmente se ha quedado en el Real Madrid y su papel es clave para el organigrama de Chus Mateo, con su físico y sus puntos haciendo daño al rival. En caso de contar con él, las probabilidades de victoria siempre aumentan y el club necesita que se consolide definitivamente en la rotación esta temporada para ver el nivel real de la plantilla antes de afrontar el fichaje que les falta.

El Madrid necesita salir de su bache inicial con su primer partido en casa y salir lo más pronto posible del pozo. También recuperar sensaciones antes de recibir al Partizán en el mismo escenario, el jueves 10 de octubre pero en la Euroliga. El partido ante el Zaragoza no se puede considerar para nada un trámite, teniendo en cuenta que unos vienen de perder y otros de ganar. La defensa sobre Dubljevic será clave, y también una buena oportunidad de ver si hay fritura en la zona más allá de Tavares (Ibaka y Garuba deben mejorar su papel), que está huérfano de un Vincent Poirier que se marchó al Efes en verano. Y es necesaria una participación más activa de Xavier Rathan-Mayes, que vino como dinamita exterior pero acumula un 2 de 11 en triples en los partidos disputados. El acierto exterior y la defensa son las dos principales cosas a mejorar. Pero lo que necesita el Madrid, más allá de eso, es volver a ganar. Y no hay mejor escenario para ello que el WiZink. Un retorno a casa para intentar curar todos los males. También para disipar dudas. Y, al final, lo más importante: resurgir.

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