Alarma en un país vecino de España por un agua que provoca cáncer: “Cientos de miles la beben y nadie hace nada”
Gaspard Lemaire publicó un estudio en 2016 sobre la contaminación de las redes de agua por exceso de cloruro de vinilo monómero, un gas que se produce a raíz de la degradación del PVC.
Beber agua del grifo es una actividad que las personas realizan diariamente y que a priori, nadie pensaría que constituye una acción peligrosa para la salud. Según el instituto de vigilancia sanitaria en 2010, se estima que 600.000 personas podrían estar expuestas en Francia al cloruro de vinilo monómero [VCM], mientras que sólo unos pocos miles están efectivamente informados por la agencia sanitaria regional o su proveedor de agua. El CVM es un gas clasificado como cancerígeno por la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer, fruto de la degradación paulatina de las tuberías de PVC. Estas fueron prohibidas en el año 1987, sin embargo todas las que se encontraban instaladas permanecieron en sus lugares y ahora, se interpreta como un verdadero peligro contra la salud.
Negligencia por parte de la Administración
En este sentido, aunque no se conoce con especificidad el alcance de la contaminación del cloruro, puesto que no existe una cartografía definida con la que se pueda evaluar la exposición, muchas regiones están afectadas, como Nueva Aquitania, Normandía y Países del Loira. Gaspard Lemaire, doctorando en ciencias políticas en la Cátedra de la Tierra de la Universidad de Angers y profesor de derecho medioambiental, denuncia una falta de seguimiento por parte de las administraciones sanitarias pertinentes que no se preocupan por el peligro que supone el consumo de este cloruro para la salud de los ciudadanos.
El Ministerio de Salud francés se limita a confirmar que: “campañas de medición, realizadas además de los controles sanitarios reglamentarios, podrían ser programadas por las ARS, en zonas identificadas como potencialmente afectadas por la presencia de CVM en el agua”. No obstante, esto no es suficiente para aquellos ciudadanos que han hecho eco del problema y que han descubierto este exceso de contaminación en el agua, solicitando los análisis ellos mismos.
¿Qué peligro conlleva esta contaminación del agua?
Pese a que no hay ningún estudios epidemiológico firme, el investigador Gaspard Lemaire señala que sí que existen algunas evidencias empíricas con estudios toxicológicos en animales que tienen sistemas digestivos similares al nuestro y que desarrollan cánceres, a raíz del consumo de este cloruro en el agua. Además, según detalla un informe de la Agencia Nacional de Seguridad Alimentaria, Medioambiental y Laboral (ANSES) de Francia: “Aunque no hay estudios disponibles por vía oral que demuestren el carácter cancerígeno del cloruro de vinilo en humanos, los estudios de inhalación e ingestión disponibles en animales y la evidencia de una buena absorción del cloruro de vinilo por ingestión en animales apoyan la conclusión de que el cloruro de vinilo también es cancerígeno por ingestión para los humanos”.
El tipo de cáncer que tiene más probabilidades de desarrollarse debido a esta contaminación, es el cáncer de hígado, a lo que Gaspard Lemaire añade que, “se han identificado algunos casos de angiosarcoma de hígado es porque los síntomas son muy genéricos y se trata de cánceres fulminantes”. El Ministerio de Salud se escuda en un informe publicado en el año 2017, dónde se explica que el número de casos registrados es escaso el alcance de la información resultante de la investigación sobre las exposiciones ambientales a la ingestión de agua del grifo es limitado.
Cambiar las tuberías significa un alto coste
“Las acciones implican la responsabilidad de los responsables de la calidad del agua, y también se trata de reclamar daños y perjuicios por exposición a un gas cancerígeno”, explica Gabrielle Gien, abogada especializada en derecho medioambiental. El Estado es el que debe de dar soluciones, añade la abogada, ya que son los propios ciudadanos los que han puesto en peligro a sus hijos y pagando regalías a los proveedores de agua, aún estando contaminada.
Sin embargo, “cambiar un kilómetro de tuberías puede costar hasta varios cientos de miles de euros, dependiendo de la configuración del lugar”, estima el Ministerio de Sanidad, que promete apoyar económicamente a las comunidades que no dispongan de las condiciones necesarias para invertir en la reforma. La problemática principal de este fenómenos es la falta de conocimiento y datos exactos sobre la contaminación pero “hay que recordar que según la ley de Fick, cuando el agua circula mucho no es necesario cambiar las tuberías”, precisa Gaspard Lemaire. “Cientos de miles de personas beben agua que provoca cáncer y no pasa nada”, concluye el investigador.
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