MÚSICA | ENTREVISTA A GABRIEL DE LA ROSA

“Por mucho que trabajes hay veces que lo que nos está pasando con Shinova no sucede”

Gabriel de la Rosa, vocalista del grupo, charla con AS por el regreso de sus conciertos en salas en la Gira Vibra Mahou, que conjugará con la primera edición en Madrid del Vibra Mahou Fest el próximo 9 de noviembre, mientras espera: en unos días, horas, va a ser padre.

Es imposible que haya una sola persona sobre la faz de la tierra a la que Gabriel de la Rosa pueda caerle mal. Al contrario. El vocalista de Shinova es un tipo afable y cercano que solo sabe sumar allá por donde va. Con su sonrisa y esa sensibilidad especial, capaz de tocar las cosas. Como su voz, rugosa y tierna a la vez. Hace 17 años que, tras picotear por distintas bandas en Euskadi, conoció a Ander Cabello en un local de ensayo y comenzaron a escribir juntos canciones. Su enésimo proyecto se llamó Shinova y fue el que prendió. De la formación inicial quedan solo ellos y un viaje con siete discos de estudio que vive su momento más dulce. Su nombre hace tiempo ya que dejó de leerse en pequeño en los carteles de los festivales. El 17 de octubre retoman la Gira Vibra Mahou con la que recorren las salas de España y el 9 de noviembre formarán parte del elenco de artistas que integran el Vibra Mahou Fest en su primera edición en Madrid que se celebrará en el WiZink. Habla sobre ello, sus comienzos y esa dulce espera que sobrevuela todo: los días que le faltan para ser papá. Son pocos ya.

En unos días va a ser padre...

Estamos justo en cuenta atrás (sonríe). Podría ser ya o en diez días, en ese plazo (sonríe de nuevo, inmenso). Muchas ganas de verle la carita ya. Apenas estoy nervioso… (ríe).

En marzo presentaron su séptimo disco de estudio, ‘El presente’. Lleva un año inmerso en giras, festivales, viajes y, a la vez, en ese proceso vital tan importante. ¿Cómo lleva ambas cosas?

Con toda la incertidumbre del mundo, pero con muchas ganas. Al final es organizarse y formar equipo. En todo (sonríe de nuevo).

Para este disco, tenían ¡67 temas escritos! ¿Es normal componer 67 temas en dos años y medio, lo que separa ‘El presente’ de su disco anterior ‘La buena suerte’?

No (ríe). No suele ser lo habitual. Estábamos bien en cuanto lo creativo y había que aprovecharlo… Íbamos haciendo una criba sobre la marcha. Se las presentábamos a nuestro productor, Manuel Colmenero, de quince en quince, descartábamos algunas y otras pasaban a siguiente ronda. Al final nos quedamos con veinticinco temas. Costó muchísimo. Había canciones muy, muy buenas, pero se parecían a otras que ya habíamos hecho y no queríamos repetirnos. Después, también buscábamos una coherencia dentro de la totalidad del disco. El proceso fue durito y con mucho debate.

Retoman ahora en Sevilla, el 19 de octubre, la Gira Vibra Mahou. Con todo vendido, por cierto.

Sí, es una gira dividida en dos partes. Empezamos en marzo, pero después vino el verano, los festivales. Ahora ya en otoño volvemos con esta gira, con la gente de Vibra Mahou, que son casi familia. Nos han tratado muy bien, nos conocemos mucho y es muy fácil con ellos y ellas porque les encanta la música.

“Hemos dicho que no a cosas que quizá nos hubieran puesto en el foco, o acelerado nuestra carrera, de otra manera. Y estamos orgullosos. La carrera que tenemos es la que queríamos”

Gabriel de la Rosa, vocalista de Shinova

Qué bueno eso.

Es que es así. Son fanáticos y fanáticas de la música, como nosotros, y nos entendemos muy bien. Ahora vienen unas cuantas fechas más de esta gira a la que se suma el festival del WiZink, el Vibra Mahou Fest, el 9 de noviembre con artistas que admiramos muchísimo. Y justo antes de las tres Rivieras (22, 23 y 24 de noviembre), que nos escribía mucha gente diciéndonos que se había quedado fuera, que a ver si había una cuarta, y este Vibra Mahou Fest es una oportunidad para todas esas personas, que nos podrán ver en el WiZink.

En su respuesta se han mezclado dos conceptos. Por un lado, lo masivo que va de la mano con los festivales y, por otro, lo íntimo que suponen los conciertos en las salas pequeñas. ¿Este Vibra Mahou Fest, que se celebra por primera vez en Madrid, fusiona ambos?

Sí. Es un recinto grande y un festi, pero por las características del WiZink, por su tamaño te da la posibilidad de mantener ese aspecto de sala y conexión con el público.

¿No tiene la sensación de que las giras de ‘La buena suerte’ y ‘El presente’ casi se han solapado?

(Silencio) Pues así ha sido (carcajada). En realidad hubo parones. Un mes, tres semanas… que estábamos en el estudio. O sea que realidad nunca llegamos a parar porque, mientras estábamos gira, estábamos trabajando en un disco y, de hecho, recuerdo cuando estábamos grabando, junio, julio y agosto, compatibilizábamos el ir a tocar a los festivales y, en cuanto volvíamos a casa, nos íbamos al estudio. Ha sido frenético pero lo hemos llevado bien. Tuvimos nuestros días de descanso y de casa, que son los que no dan la vida.

Ahora, cuando sea papá, ¿podrá parar un poquito para disfrutarlo?

Bueno (silencio, risa) ¡la gira sigue! Porque, por supuesto, la música es mi pasión, mi profesión, lo que me llena la nevera, y es increíble que suceda. Y nosotros lo estamos viviendo. Y eso es una suerte inmensa porque por mucho que trabajes hay veces que no sucede. Y en nuestro caso sí ha pasado pero, claro, al final lo primero de todo es la familia, estar en casa. Hubo en concierto en Las Palmas, ya sabes que yo soy canario, soy de la isla de enfrente pero me encantan también Las Palmas, que nos apetecía mucho pero justo coincidió con días muy importantes familiares y lo primero es lo primero. Y eso es innegociable. La gente del Sun Festival se portó muy bien, lo entendieron y volveremos por Canarias sin duda.

“A partir de 2016 empezamos a notar que algo sucedía: en los directos empieza a aparecer más gente, se empiezan a vender más entradas…”

Gabriel de la Rosa, vocalista de Shinova

Decía eso que, por mucho que uno trabaje a veces esa chispa no prende. Ustedes llevan 17 años con Shinova. ¿Cuándo notó que se produjo el cambio?

Fue a partir de 2016 que empezamos a notar que algo sucedía. Un cambio, que empezaban a suceder cosas. En los directos empieza a aparecer más gente, se empiezan a vender más entradas… Y desde ahí hasta ahora ha sido peldaño a peldaño y una progresión coherente con la carrera que nosotros soñábamos. Siempre hemos dicho que no a cosas que quizá nos hubieran puesto en el foco de otra manera. Una vía rápida.

¿Cómo cuáles?

Ofertas que se hacen. Pero no nos veíamos con ese tipo de carrera. Somos de carretera, directo y el dinero es importantísimo, lo que da de comer, pero tenemos el ‘no todo vale’ como filosofía. Y ha habido debates y momentos en los que nos planteábamos cosas y que, quizá, con un sí hubiera sido más sencillo o todo se hubiera acelerado, pero decidimos llevar otro tipo de carrera. Ahora miramos atrás y creemos que fue acertado. Con el crecimiento, en todos los aspectos. Creemos que es la carrera que queríamos tener.

¿Cómo se siente uno cuando va por la carretera y ve los carteles de los festivales y lee su nombre en letras grandes?

Pues… Es bonito, eh. Nos sentimos afortunados y no nos terminamos de acostumbrar. Eso es bueno. Porque cuando pensemos que esto es lo habitual, que nos lo merecemos porque sí, empezaremos a tener problemas. No hay que dar nada por sentado y seguir trabajando. Y, sobre todo, algo que hemos aprendido con los años: que en los momentos buenos o de gloria, no venirnos arriba o no perder la chaveta y, en los más complicados, no pensar que está todo perdido y que somos lo peor. Simplemente disfrutar de cada situación, mantenernos neutros a los estímulos externos.

Eso es muy maduro e importante.

Si no puedes tener un resbalón…

Cuando con 15 años escribía sus textos, ya muy nostálgicos, su madre, cuando los leía, le decía: “Hijo, has nacido ya viejo”.

(Carcajea) Yo tengo un señor siempre conectado a esa emoción. La nostalgia es, quizá, porque yo creo que nos pasa mucho a los isleños. Nací en Tenerife, mi novia es de Euskadi, me siento vasco totalmente, mi hijo lo será, pero a la isla la llevo en el corazón siempre. El irme tan pequeño, hizo que se me generara una nostalgia y, como siempre me ha gustado escribir, conocía muy bien esa emoción e intentaba describir la tristeza de la mejor manera que sabía. Y mi madre me decía siempre: “Si no tienes edad para haber sentido eso todavía”. Y yo: “Pues un poco sí” (sonríe).

¿Cómo empezó su pasión por la música?

No te sabría decir. Es algo que yo me he preguntado siempre.

“El primer concierto que estuve en mi vida fue de Celia Cruz, un Récord Guinnes que hizo en la Plaza de España de Santa Cruz. Sonaba siempre en mi casa de niño”

Gabriel de la Rosa, vocalista de Shinova

¿Qué música se escuchaba en su casa?

Siempre nombro a Celia Cruz y la gente cree que es una broma y no, ninguna. Sonaba mucho en mi casa. Había una tienda, Discos Manzana, después también promotora en Canarias, y movían muchísima música latina. Celia Cruz y todos los grandes y las grandes de la época. De hecho, en el primer concierto en el que yo estuve, que yo no tengo mucha noción porque era aún muy pequeño, fue en un Récord Guinnes que hizo Celia Cruz en la Plaza de España de Santa Cruz. Y ahí estaba yo: me tenía mi madre en brazos. Luego mi padre escuchaba Deep Purple, Zeppelin, todos los rockeros de su adolescencia, con los que conectaba mucho también. Al final fui cogiendo de un lado, metiendo en otro y al final siempre disfrutar de la música fuera de cualquier etiqueta. Y así sigo, eh.

¿Cuándo coge un micrófono por primera vez?

Yo primero tocaba la guitarra y me encantaba. Era malísimo, pero me encantaba cogerla. A día de hoy sigo, tocando y siendo malísimo (ríe), pero me encanta. La primera vez que me puse al micro fue con 15, 16 años. Y porque faltaba un cantante básicamente. Y me puse yo la voz.

¿Tenía una banda?

Sí. Muchas. Con la que empecé fue del colegio, con amigos. Se llamaba Dogma. Ahí tocaba la guitarra. Después un grupo de Eibar, Black Level, luego Black Dog… ¡Todo Black! Más tarde hice Metal en un grupo que se llama The Craven que han vuelto a la actividad y son buenísimos, de Durango. Y con Mafia tocaba también.

Lo suyo era la música, indudablemente.

Al final he estado en tres millones de grupos y he aprendido de muchísima gente. Gente igual no conocida pero con un valor artístico tremendo. En toda la zona de Vizcaya siempre ha habido un potencial y un nivel enorme.

Dice: “Disfrutar de la música fuera de cualquier etiqueta”. Me da la sensación de que muchos grupos considerados indie huyen de eso. ¿Por qué?

Todo el mundo huye de las etiquetas en un principio. Te limitan a un momento y a una estética. Y, si te sales de ahí, ya tienes miradas raras de tus fans o el público de esa escena. Es una limitación grande. Las personas van evolucionando. Tú no eres la misma que hace diez años y la banda no suena igual. Reducir a una etiqueta o a una escena en concreto no lo veo demasiado positivo.

Hay un grupo Ultraligera con el que ha hecho una colaboración, ‘Europa’, que suena muy bien.

Sí. Me gustan mucho. Son muy buenos.

“No me gustan las etiquetas, no. Te limitan a un momento y a una estética. Y, si te sales de ahí, ya tienes miradas raras de tus fans o el público de esa escena”

Gabriel de la Rosa, vocalista de Shinova

Dieron el salto a Latinoamérica, donde tocaron con No te va a gustar. ¿Cómo lo vivieron?

Hemos aprendido mucho de ‘No te va a gustar’. Son gigantes en Latinoamérica y, cuando vienen a España, lo revientan también. Forman parte del patrimonio uruguayo y argentino también porque allí, cuando van, se les recibe de brazos abiertos. Y lo sé porque fuimos testigos porque les teloneamos en el hipódromo de Palermo dos noches y lo que vivimos allí fue increíble. Son esa gente que merece la pena encontrarse uno en el camino y que te deja marcado.

¿Cómo se siente Shinova en Latinoamérica?

Hemos crecido muy rápido, tanto que asusta. Más que en España. Fuimos la primera vez en 2021 y vendimos una salita de 200, 300 personas, que para nosotros ya era la leche, pero tuvimos la suerte de telonear a No te va gustar y eso hace que te escuche mucha más gente de lo habitual cuando comienza a ir a picar piedra en Latinoamérica. Después estuvimos hace poco en México, la primera vez, con el Sonorama. Y cuando nos encontramos a tantísima gente cantando sílaba a sílaba las canciones, las nuevas también, no nos lo explicábamos. Decíamos: “No puede ser”. No hemos hecho nunca una promoción y fue muy impactante para nosotros también. Se agotaron los discos, tuvimos que salir a sacarnos una foto conjunta al final porque nos teníamos que ir ya al aeropuerto porque no esperábamos a tantísima gente.

La última: ¿le ha comprado a su peque ya la equipación del Tenerife?

Sí, exactamente (ríe). Yo no. Me la han regalado, pero sí la tiene. Luego que él haga lo que quiera, como si pasa del fútbol Pero, por si acaso, está ahí…

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