Metallica y diez más para revolucionar el Mad Cool

La mítica banda californiana abrió con éxito la primera jornada de un Mad Cool que llevaba más de dos años sin celebrarse y que ha regresado a lo grande

Madrid tenía ganas de su festival franquicia, y el público ha respondido. Cientos de artistas internacionales se dan cita (por última vez) en un recinto teñido de verde en el que puede apreciarse a primera vista que no hay problemas para la inversión si la tendencia es grande. El Mad Cool ha vuelto, y no hace prisioneros.

Entramos al recinto con Valdebebas de fondo, la sala de prensa se ubica en una especie de caseta de obras aclimatada (menos mal) en la que el catering resulta algo escaso para tanto periodista internacional acreditado. Mucha uva y poco snack. Vemos desde libretas y planillos hasta portátiles y monitores gamer. La cultura no tiene edad y la apariencia variopinta de los allí presentes lo demuestra. Sombreros con pluma, pelos teñidos y camisas de flores parecen ser la tendencia en una sala en la que las voces se entremezclan y los idiomas confluyen, dato relevante que asevera la importancia del evento.

Yungblud levantando al púbico al atardecer.Gonzalo Mendo

Botella de agua en mano y varias frutas y snacks en el estómago, caminamos por la gigantesca explanada verdosa mientras escuchamos los primeros acordes de Yungblud. Rock alternativo y canalla al que le acompaña un atuendo encorbatado con el que el bueno de Dominic intenta asemejarse a un alumno de colegio privado. El sol pega fuerte, y los reflejos de los instrumentos de la banda estallan contra el objetivo de la cámara complicando nuestra tarea. El vocalista le exige más participación al público con sus gritos desgarrados y Madrid responde entusiasmado. El final del show no puede ser más apoteósico con el cantante posando sus pies sobre las manos del público al mismo tiempo que extiende su cuerpo hacia atrás cual mesías.

Mucho más que música con Johnnie Walker

Mujer a hombros esperando ver Metallica al atardecer.Gonzalo Mendo

Solo hay que echar un primer vistazo para darse cuenta que Mad Cool no es un festival normal. Los patrocinadores cuentan decenas de casetas repartidas en las que los asistentes pueden relajarse con juegos mientras intentan no deshidratarse por la incesante tarea del sol. Algunos ya están para pocas luces y son solo las siete de la tarde, otros, sin embargo, esperan relajados el concierto estrella de la noche.

El stand de Johnnie Walker nos permitió probar suerte al baloncesto, y el público se acumulaba en sus barras para acceder a los regalos. La realidad virtual con temática musical es otro de los atractivos más destacados para unos asistentes que ríen, se quejan o pasan impasibles ante la atención ejemplar de los empleados.

Pareja metalera aguardando a que comience el show de James Hetfield.Gonzalo Mendo

Vemos también photocalls a punta pala, y no es por ser crítico, pero Mad Cool puede ser el festival con más postureo por metro cuadrado del mundo. Incluso por centímetro. La seguridad nos deja acceder a la zona VIP y allí encontramos todo tipo de influencers y famosos (cada vez menos diferenciados) haciendo acto de presencia y disfrutando de la velada a su modo, desde las alturas. Aguantamos poco en la zona reservada, intentamos que no se nos pegue mucho. Nosotros siempre fuimos más de ‘barro’ y decidimos dejar la parte lúdica del festival para regresar a la música. Por suerte.

Los ‘viejos raperos’ nunca mueren

Acción Sánchez y Zatu durante el concierto del Mad Cool.Gonzalo Mendo

El escenario The Loop ya esta listo y, desde lejos pueden verse las siglas sobre fondo negro de uno de los grupos por excelencia del rap español. En una hora tocaba Metallica, pero todo parecía indicar que Zatu y Acción Sánchez no iban a permitir que la gente se fuera de rositas. La capacidad de SFDK para hacer vibrar a grandes y pequeños es digna de estudio. Con un repertorio en el que se entremezclaban temas de todos sus discos, los sevillanos atrajeron la atención de todo el Mad Cool con una puesta en escena impecable.

Lo bueno de este grupo es que pasan los años (y ya van casi treinta) y siguen inspirando a generaciones enteras y luchando porque la cultura hip hop se adentre en la parte más cotidiana de la sociedad. Vimos padres y madres con sus hijos disfrutando con temas como ‘El Niño Wey’, ‘Creador’, ‘Liricista en el tejado’... Tambien algunos como ‘Cara B’, ‘Agua Pasá' o ‘Malviviendo’ en los que esperábamos ansiosos la entrada de algunos de sus colaboradores. No fue así, pero a la gente solo le duraba diez segundos la desilusión.

Zatu desatado por la emoción en una de sus canciones.Gonzalo Mendo

El momento cúlmen llegó cuando con ‘Ovarios y pelotas’, Zatu se derrumba al final de la canción y, entre llantos, se retira del escenario ayudado por Sánchez y Legendario. Mucha emoción, demasiada adrenalina. Después de unos minutos de descanso, cambio de camiseta incluida, la banda sevillana acabó haciendo saltar a la carpa al completo con ‘Pobre con dinero’ con varios bises de estribillo. Al final nos faltó alguna de las míticas, pero podemos decir, como ya lo hicimos en el magnífico concierto del 25 aniversario, una frase que pocos afortunados pueden pronunciar: ‘Yo estuve alli’.

Atardecer genuino y metalero

James Hetfield levantando al público de Madrid.Gonzalo Mendo

Metallica se ha ganado el derecho a arrancar su conciertos con un guiño para fans con pedigrí (‘Whiplash’), despacharse la archiconocida y esperada ‘Enter the Sandman’ rapidito y enfocar su repertorio hacia una mezcolanza de clásicos aderezados con alguna de su revitalizante ‘Hardwired to Self-destruct’. Lars Ulrich y James Hetfield no le deben nada a nadie a estas alturas porque se saben los popes del género.

Metallica enfoca el inicio de su cuarta década como banda sin muestras de debilidad aún con la reciente confesión de Hetfield sobre su crisis de los sesenta, bajo su imagen de ángel del infierno late un corazoncito. Es más, desterraron uno de sus peores tics recientes, el hacer breves versiones de canciones locales como método para coger aire y de paso sorprender al público. La anterior visita al mismo recinto, probablemente su peor concierto en la capital española, se atrevieron con una de Los Nikis. Qué necesidad. Aquel pinchazo lo arreglaron por lo alto en el Mad Cool. Deuda saldada.

Terminado el recital metalero, Fever 333 agarró la energía flotante para meter el pistón del hardcore. De evidentes reminiscencias a Rage Against The Machine, hasta el efecto industrial del escenario The Loop les venía al pelo al trio californiano. Y para jalear aún más al personal Jason Butler cantó dentro de un cubo de basura (literal) y Stephen Garrison se jugó el pellejo escalando hasta lo más alto del entramado del escenario (también literalmente). Alucinante.

Lauren Mayberry mirando al público durante su concierto.Gonzalo Mendo

A pocos metros, aunque parecían planetas distintos, Chvrches sacaba jugo al último tramo de la noche. Y eso que les ocurre como a Beach House, por ejemplo, que su pop delicado sufre en el traslado a los escenarios expansivos de un festival. Se pierden matices y más a horas avanzadas de la noche. Aún así Lauren Mayberry es una frontwoman de altura y esa atracción que genera en gigantes como Robert Smith no es casualidad. Tiene algo. En el Mad Cool, los brazos embardurnados en una especie de sangre ficticia mientras convencía al público con ‘Here with Me’. No es mal broche para una jornada inicial. Poco hay mejor que disfrutar de buena música en un festival.

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