La reivindicación de Paz Padilla sobre el sexo: “No quiero sentir vergüenza”

Paz Padilla ha sido tan polifacética que sorprende que sea la naturalidad la base de tan camaleónica personalidad. Fue durante muchos años la extensión amable de Sálvame, una cómica y actriz sumida en la difícil tarea de conducir, alternándose con Jorge Javier Vázquez y Carlota Corredera, uno de los formatos más exitosos y complicados de los últimos años. Y después fue ella misma. Es ella misma.

Todo cambió cuando Antonio, su marido, falleció a causa de un tumor cerebral. Fue en 2020. Un año después, publicaba El humor de mi vida: un relato de resiliencia reconvertido en una oda a la vida, manuscrito que recorría con tintes humorísticos y lecciones duraderas el proceso de atravesar un duelo, con todo lo que de él se puede aprender. De todo esto ha hablado en una entrevista para El País, exhibiendo, transparente y cristalina, su postura ante el futuro laboral, literario y, a fin de cuentas, vital.

Entre otras revelaciones, ha sido especialmente reveladora la reivindicación que ha hecho del sexo y de la mujer de una cierta edad. Tras ser preguntada acerca del sexo una vez se cumplen los 50, Padilla responde directa: “Pues mira, chungo. Ahí está la bajada de estrógeno, pregúntale a cualquier mujer menopáusica”.

Precisamente este era un tema en el que deben, dice, centrarse las miradas, no esquivarlo a la vez que se echa la culpa a la existencia de un tabú que explica por qué no se habla del mismo pero no impulsa su conversación. “Tenemos que visibilizar a las mujeres de más de 50 años. Existe la arruga, existe la sequedad vaginal, existe la falta de libido...”, dice, extrayendo en una frase una de las conclusiones de Madre!, su último proyecto: “En mi libro reivindico eso: a la mujer vieja”.

El papel de su madre

La pregunta tenía una razón de ser. A su madre, motor creativo de su nuevo libro y fallecida poco antes que su Antonio, le gustaba hablar de sexo en una generación en la que el tema era mucho más censurado. “Mi madre era mi referente y ella, a su vez, tenía a su madre como referente. Eran mujeres empoderadas”, confiesa, añadiendo que todas las mujeres están hechas de la misma carne y que se enfrentan a las mismas situaciones: “Nos hacemos cargo de la familia, perdemos a nuestros maridos o ellos nos dejan. Mira mi caso: mi abuela, mi madre y yo, tres generaciones que hemos sacado adelante a la familia. Y nunca nos han dicho que somos grandes mujeres”.

Sus libros se han convertido en un vehículo para la vida, un recordatorio de que la alegría dota de sentido la estancia en este planeta. “Tenemos que aprender a soltar, a sufrir”, reflexiona. Luego se sincera: “Perdí a mis padres y a mi marido, pero nunca he dejado de ser feliz”.

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