El truco del chef Dani García para hacer un huevo frito perfecto: “La temperatura y el aceite son clave”
El laureado cocinero ha revelado los detalles que definen esta receta y cómo, de aplicarse, se obtiene la que, para él, es la mejor salsa del mundo.
En la mesa de Dani García se sientan pocos chefs españoles. El marbellí tiene el curioso récord, amén de su trabajo en Smoked Room, de recibir de golpe dos estrellas en la guía Michelin —hecho que, para contextualizar, no sucedía desde 1936—. Su laureada y exitosa carrera en los fogones inició allá por 1996 y tocó el cielo por primera vez cuatro años después al recibir su primera Estrella Michelin con su proyecto familiar, Tragabuches, en Ronda (Málaga).
Una de las elaboraciones más populares de este local es el huevo frito, plato que un periodista de Lecturas retoma para preguntar al cocinero por su técnica a la hora de prepararlo. Y Dani García, humilde, reconoce que, pese a figurar en el imaginario colectivo como algo sencillo, esconde una cierta complejidad: “Me encantan los huevos fritos. Parece fácil, pero incluso a mí a veces se me va la mano en casa si no estoy atento y al 100% concentrado”.
Luego abre el tesoro que esconde el secreto de su receta. “Así de simple”, inicia, revelando que “la temperatura y el tipo de aceite son clave” y que “el huevo debe ser lo más fresco posible”. Estos pilares son fundamentales para lograr el que, para él, es el “objetivo” del huevo frito: “Clara ligeramente dorada y yema completamente líquida. La yema líquida es, para mí, la mejor salsa natural del mundo".
Su plato favorito de la carta de Leña
En dicha entrevista ha hecho gala de una transparencia admirable. Cuando es preguntado por su plato favorito de Leña, uno de sus más populares restaurantes y que cuenta con varios locales repartidos por la geografía española, asegura que “sin duda, el aguacate a la brasa”: “Nadie concebía el aguacate en caliente, y menos aún a la brasa, y para mí es el plato más perfecto de Leña”.
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Tras esto, y en un ejercicio de profesionalidad e inconformismo, asegura que, pese a sus palabras, “el plato perfecto no existe” o, de hacerlo, “dura cinco minutos”: “Lo que hoy considero perfecto, mañana quiero mejorarlo. Esa es la maldición y el motor de ser cocinero”.
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