El chef José Andrés señala su desayuno ideal con solo dos ingredientes: “Un plato que te lleva a un lugar feliz”

El patrio corazón tradicional se fragmenta en el poemario que resulta de unir todos los versos que las servilletas de los bares dedican, con tinta casi corrida y protegidas por un techo de palillos, al desayuno. Frases como “si lo puedes soñar, lo puedes desayunar” o “no es desayunar, es comerte el mundo” son rutinariamente ignoradas por la España somnolienta, pero encierran la esencia de la primera comida del día: recargar energía y disfrutar de una reconciliación con el universo cuando, todavía, están colocando las calles.

Hay tantas formas de realizar este ritual como personas a las que les suene el despertador. Pese a que la geografía y la cultura obliguen a incluir algunos alimentos, la realidad es que nunca puede juzgarse tarde el momento para virar la costumbre matutina. Y por ello conviene acudir al consejo de algunos expertos cocineros. Ahí se erige el chef José Andrés como una figura de referencia, amén de su impecable trayectoria culinaria y empresarial, tanto en España como en Estados Unidos; y, ciertamente, en todo el planeta.

Receta completa

El chef es humano y arranca el día con un café. Según ha explicado en su blog Long Tables, los primeros compases del día son sagrados para afrontar la totalidad de la jornada con la filosofía correcta. Y a él no le hacen falta más de dos alimentos para que así sea: huevos y tomates. De nuevo, la grandeza de un cocinero vuelve a encontrarse en el grado hasta el que es capaz de elevar la sencillez. “Es precioso de ver en un plato, con el arco iris brillante de los tomates y el dorado resplandeciente de la yema del huevo, y es sencillo y delicioso”, dice.

El quid de la cuestión vuelve a encontrarse en lo sentimental porque, se sabe, la cocina tiene un alto componente nostálgico. Hay olores que transportan y sabores que recuerdan. En este caso, los huevos y el tomate retrotraen al chef a sus cumpleaños en la infancia y adolescencia: “Todavía me sorprende que un plato de comida pueda llevarte a un lugar tan feliz. Eso es lo que hace este plato por mí”.

Para confeccionar el plato, primero pone una olla con agua hirviendo, luego mete los tomates medio minuto para escaldarlos y, después, los pasa a un bol con agua fría. Después de pelarlos, los escurre y corta en gajos, colocándolos en un plato con “un buen chorro de aceite de oliva virgen extra y sal marina al gusto”. El punto a la receta se lo dan los huevos fritos, que deben cocinarse “hasta que los bordes estén dorados y crujientes”. Se ponen encima de los tomates, otro chorro de aceite, algo más de sal; pan rústico para acompañar y, solo entonces, puede empezarse el día con el pie derecho.

Su ingrediente más cotidiano

Cuando no apuesta por dicha suerte de viaje en el tiempo, el chef incluye la pitaya. “Es una fruta visualmente muy bonita, incluso como decoración, y se conoce también como ‘la fruta del dragón’”, explica, confesando que la pitaya es uno más en el amanecer de su hogar: “En mi casa todos los días se desayuna pitaya”.

Es tal el amor por esta fruta que, incluso, susurra al chef los ‘buenos días’. “Cuando la parto hace un sonido que le dice a mis oídos ‘atención, estás comiendo algo diferente’, pero en ese momento lo único que puedo pensar es en por qué solamente compré una, porque debería haber comprado 100″, reconoce. Y aquello que le dice la pitaya podría estar, sin problema alguno, en una de las infinitas servilletas que componen el poema del amanecer español

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