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El propósito de Richard Gere para hacer de España un lugar mejor en tan solo seis años: “Es algo atajable”

El actor, quien vive en La Moraleja (Madrid) junto con su esposa, Alejandra Silva, lo tiene claro: “Nos hemos propuesto acabar con esta situación”.

Carlos Alvarez
Su trayectoria en Prisa comenzó en AS, en 2006, en la sección de Cierre. Posteriormente asumió la coordinación de la revista AS Color y la redacción de los blogs Match Point y Erratas de Campo. En 2017 pasó a formar parte de PrisaNoticias, en el control de producción de El País y AS, y volvió a AS a finales de 2022, como redactora de Tikitakas.
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Richard Gere no solo es una figura icónica del cine de Hollywood, sino también una estrella comprometida con causas sociales, humanitarias y espirituales. Más allá de su carrera como intérprete, el protagonista de éxitos como Pretty Woman o Chicago ha demostrado ser una voz activa y coherente en la defensa de los derechos humanos, la paz y la justicia.

Y uno de sus empeños de los últimos tiempos es acabar con la situación de los sin techo en España, país en el que reside en la actualidad tras mudarse con su tercera esposa, Alejandra Silva, de orígenes gallegos. A sus 76 años, y feliz viviendo en La Moraleja (Alcobendas, Madrid), el actor le expresaba a la periodista Ana Pastor en una entrevista que considera que este problema tiene solución, y va a dedicar a ello todo su ahínco.

“Nos hemos propuesto acabar con esta situación en seis años. Son 30.000 personas. Es algo atajable”, apuntaba en El Objetivo luego de llevar a cabo el documento Lo que nadie quiere ver, donde da voz a este desfavorecido colectivo que tanto le preocupa.

Su ‘experiencia’ como vagabundo

Hace poco más de una década, el actor ‘experimentó’ lo que significa ser un vagabundo durante el rodaje de la película Time out of mind (2014), en la que interpretaba a un hombre que se había quedado en la calle y que sufría problemas mentales.

Para meterse en el papel, el intérprete se sentaba en las aceras de Nueva York vestido como un vagabundo para no ser reconocido: “Era extraño. Mientras estaba en el personaje podía ver a muchas personas a dos cuadras de distancia y me juzgaban por cómo vestía. Era muy visible para ellos. Ninguno está tan seguro de que no nos pueda pasar a nosotros también”, apuntaba a la revista Hello.

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“Ser indigente te somete a una experiencia deshumanizante”, dijo a The Big Issue. “Moverse por los albergues implica la pesadilla burocrática de ser procesado, como un delincuente, para tener un lugar donde dormir”. Precisamente, este punto es el que más le disgusta, que echen a estas personas a calle por las mañanas: “Para tener éxito el enfoque debe centrarse en viviendas más permanentes”.

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