Estilo hombre

Ignacio Sevilla, médico experto en cirugía capilar, sobre los injertos de bigote: “Muy naturales”

Con motivo del Movember, charlamos con el doctor sobre cómo este movimiento ha influido en el interés por el cuidado y la estética del vello facial.

Su trayectoria en Prisa comenzó en AS, en 2006, en la sección de Cierre. Posteriormente asumió la coordinación de la revista AS Color y la redacción de los blogs Match Point y Erratas de Campo. En 2017 pasó a formar parte de PrisaNoticias, en el control de producción de El País y AS, y volvió a AS a finales de 2022, como redactora de Tikitakas.
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El movimiento Movember utiliza una característica diferenciadora del varón, el vello facial, para dar visibilidad a problemas de salud propios, como son el cáncer de próstata, el de testículo y la salud mental. Y aunque este movimiento se apoya en el creciente interés en la estética del vello facial para hacer visible su reivindicación, es probable que haya conseguido que más de un varón, que quizás si no hubiera sido por el Movember nunca se habría planteado dejarse bigote, lo haya mantenido más allá del mes de noviembre.

Pero también, incluso, se haya planteado hacerse un injerto de bigote o barba si no tiene la zona facial muy poblada. “El injerto capilar tanto de barba como de bigote es un procedimiento que consiste en trasplantar unidades foliculares de la zona donante del paciente (generalmente el área posterior y laterales del cuero cabelludo) hacia zonas de la cara que presenten déficit de densidad, áreas sin vello o con cicatrices”, explica el director médico de Svenson Ignacio Sevilla.

“El proceso en sí, paso a paso, es muy similar al que realizamos al redensificar el cuero cabelludo. Sin embargo, presenta una diferencia fundamental con este, y es que, cuando lo realizamos sobre cuero cabelludo, el paciente ha tenido pelo previamente en el área, por lo que podemos basarnos en fotografías para recuperar su aspecto previo. Sin embargo, el procedimiento sobre barba, salvo si lo que se busca es cubrir alguna cicatriz, va destinado a crear o transformar un rasgo inexistente hasta ese momento por lo que el diseño y el juego de densidades es fundamental para que el paciente se sienta cómodo con el resultado y se vea natural”, agrega.

Perfil del paciente

El doctor explica que los perfiles más frecuentes son hombres adultos (normalmente, entre 25 y 50 años) que presentan zonas de barba o bigote con densidad escasa, áreas decalvadas, líneas de barba poco definidas, cicatrices faciales (por trauma, quemadura, acné, cirugía) y que desean un aspecto más denso o definido. Otro gran grupo son aquellos varones en los que, por motivos genéticos, solo tienen bigote o algo de perilla y desean una barba completa. Y también son frecuentes, las personas transgénero que, en el marco de su transición, pasan por el microinjerto para ganar densidad en bigote y barba.

Sobre cuando se ven los resultados, apunta: “Inmediatamente después del trasplante, la zona receptora presenta microincisiones, que en ocasiones pueden enrojecer, edematizarse y finalmente aparecen costras pequeñas. Durante estas primeras dos semanas deben realizarse unos lavados suaves, generalmente realizados en la clínica por el riesgo que supone su manipulación. Aproximadamente, a las 4 semanas se produce la caída (total o parcial) del vello trasplantado (shock loss). Y es a los tres-seis meses que comienzan a crecer nuevos folículos implantados. Se empieza a ver aumento de densidad, aunque no con el espesor final. Finalmente, entre los nueve y doce meses se suele alcanzar el resultado definitivo, en términos de densidad, textura, crecimiento y conformación del vello facial”.

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Ese pelo, tal como cuenta, crece de forma natural, pero con matices. “Los folículos implantados en la barba o el bigote operan como ‘vello facial permanente’, es decir, una vez que han prendido y están en fase de crecimiento, pueden comportarse como el vello facial natural del paciente. Inicialmente, podemos recortar, pero no es hasta los seis o nueve meses que debamos afeitar. Otro punto es que las características del pelo implantado pueden diferir del pelo de barba, es decir, pueden notarse diferencias en el grosor que lo hacen distinto al tacto y también puede variar la velocidad de crecimiento. Sin embargo, los resultados son muy naturales y la técnica consigue cumplir con las expectativas del paciente”.

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