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Anna Padilla y la ‘mudanza imposible’: “Todo lo que podía salir mal ha salido mal”

Aunque la hija de Paz Padilla asegura que ha tomado las peores decisiones posibles durante este fin de semana, se muestra ilusionada por esta nueva etapa.

Hay casas que, independientemente de que se empiecen a construir por el tejado, por las paredes o por el suelo, están predestinadas a complicar la conversión de edificio a hogar que experimenta cualquier lugar hacia el que se embarque una mudanza. Anna Padilla lo ha comprobado por sí misma.

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El año comenzaba con ilusión y alegría para la hija de Paz Padilla, que visualizaba muy cerca el nuevo nido de amor que compartiría con su pareja. Sin embargo, y prevaleciendo siempre el primer sentimiento, la frustración habría ido creciendo un escalón por cada caja empaquetada.

Así lo ha confesado la influencer a través de sus redes sociales. Este fin de semana se habría desatado la desesperación por un proceso que hace tan solo un mes se antojaba más fácil de realizar: “Recordadme que no lo vuelva a hacer en mi vida, entre otras muchas cosas y malas decisiones que he tomado en estos dos días”.

“¿Qué estoy haciendo con mi vida?”

“No estoy durmiendo aquí, estoy durmiendo en casa de Mario, que hasta ayer no teníamos cama. Qué horror. La cama más difícil de encontrar de mi vida, dos días hemos tardado”, ha relatado Padilla en su cuenta de Instagram. Luego añadía que “no tenía ropa” y que “tenía las cajas por ahí”, por lo que no podía sacar sus cosas. Rizaba el rizo: “No, es que ni siquiera las tenía aquí. He tenido que llevármelas esta mañana de mi antigua casa”.

Casi a modo de titular, la influencer hacía un pequeño resumen de las sensaciones que ha vivido este fin de semana: “O sea, una mudanza de dos días. Horrible. Todo mal, todo lo que podía salir mal ha salido mal”. Luego volvía a sumergirse en la historia de su casa a piezas: “Me voy a duchar a casa de Mario porque la ducha está en obras todavía. Cuando ayer llegué con la mitad de mis cosas y veo aquí todos los obreros acabando rodapiés, el baño... ¿Qué estoy haciendo con mi vida?”.

No todo iban a ser malas noticias. Primero vio la luz al final del túnel de acometimientos que atraviesa su casa: “El lunes lo terminarán y ya está porque no tengo encimera, no tengo vitro, que llegó mal el viernes y la tienen que traer el lunes”. Y después dejó que la misma ilusión que le ha acompañado durante todo este proceso se comiese al tedio de un bocado: “Estoy muy feliz, que estoy diciendo que estoy muy cansada, pero estoy feliz”.

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