TENIS

Selima Sfar, víctima de violación: “Cuando tenía 12 años y medio, Régis de Camaret abusó de mí”

La extenista tunecina ha confesado en una entrevista para L’Equipe los traumas que vivió de pequeña. Su entrenador la forzó sexualmente cuando era apenas una niña.

Aurelien MeunierGetty Images For Global Sport We

La ya exjugadora de 46 años debutó en el tenis profesional en 1999. Nació en Túnez en 1977 y con 12 años vivió uno de los episodios más traumáticos que una niña pueda sufrir: la violaron. La tunecina ha concedido una entrevista a L’Equipe donde ha confesado la pesadilla que sufrió de pequeña, cuando su entrenador por aquel entonces abusó de ella: “Cuando tenía 12 años y medio, Régis de Camaret abusó de mí”.

Selima destacaba en las categorías de menores en Túnez, pero allí había pocos recursos para dedicarse al tenis. Por ello, viajó a Roland Garros para hacer una prueba y la Federación francesa quiso convencerla para que jugara con los galos. Sin embargo, se decantó por Túnez por su abuelo, Habib Cheikhrouhou, que fue un activista muy importante en la independencia del país africano.

No obstante, decidió inscribirse en la Academia de Biarritz, una de las más prestigiosas de la época, con Régis de Camaret, uno de los mejores entrenadores: “Fue difícil irme a los 12 años y medio, no conocía ninguna cara, no hablaba muy bien francés, pero tenía que irme si quería perseguir mi sueño”. Un sueño que se convertiría en pesadilla. Una noche tuvo que quedarse en la casa de Camaret: “A mitad del camino, a la 01:00 AM, se detuvo a un costado del camino y empezó a tocarme, a hacerme cosas. En ese momento ni siquiera sabía lo que estaba pasando, no entendía nada. Hace treinta y cinco años. Los 12 años de antes no son los 12 años de ahora”.

El formador francés fue denunciado en 2005 de violación por Isabelle Demongeot, también extenista, lo que derivó en múltiples denuncias de más de veinte jugadoras y la encarcelación de Régis de Camaret tras varias apelaciones. Fue condenado a diez años de prisión en 2014. Selima tiene grabado a la perfección lo que le hizo a ella: “Recuerdo su chándal azul y me subí a su coche, un Audi gris”.

Ayer, en el medio francés, decidió contarle al mundo la pesadilla que la persigue desde hace décadas. Por desgracia, aquella noche en la casa de su entrenador fue solo el principio de una época negra para la tunecina: “Pasó de tocar a violar, muy rápidamente. Cada vez era lo mismo, me quedé paralizado. Duró casi tres años”, confiesa Sfar. La joven Selima se marchó a Burdeos con 16 años a entrenar con Henri Dumont: “Era una manera de irse”. Tras un año y medio puso rumbo a Londres, donde decidió no tener más entrenadores.

La extenista tampoco podía hablarlo con nadie. Sus padres estaban divorciándose y su abuelo había muerto. No quería causarle un problema y quiso pelear su sueño, pensando que “podría hacerlos más felices si ganaba. Si perdía, había aún más culpa”. La inexistencia del teléfono en esos años la hacía sentirse muy sola: “No se lo he contado a nadie”.

S. B

Cuando Isabelle Demongeot denunció a de Camaret a través de su libro Servicio Robado, Sfar guardó silencio. “En ese momento ni siquiera lo había admitido ante mí mismo, me dije que no había pasado nada cuando una parte de mí sabía que había pasado. El trauma estaba en su punto máximo”, cuenta la extenista, que asume que “no estaba preparada para que mis padres se enteraran así”.

Cuando el formador francés fue condenado, Selima Sfar cayó en depresión. “Afortunadamente eres fuerte, no habrías dejado que eso sucediera”, le decían sus allegados sin saber lo que la tunecina ocultaba. Sentía “vergüenza”, reconoce. Sin embargo, cree que “la depresión fue posiblemente lo mejor que me pasó en la vida porque estaba tocando fondo”. Las terapias con su psicóloga la ayudaron a afrontar el trauma que la atormentaba desde la adolescencia.

Durante los Juegos Olímpicos de Pekín, Selima se dio cuenta de que “todos los resultados del mundo no son suficientes para curar algo como esto”. “Lo único que quería era morir”, confiesa. Gracias a Mélanie Maillard, su terapeuta, “comencé a renacer”.

Selima llegó a ser la Nº75 del ránking mundial, aunque ella misma no sabe cómo llegó tan arriba. “Es un milagro”, asegura. No pudo llegar más arriba por todos los pensamientos oscuros que le pasaban por la cabeza cuando estaba al borde de una gran victoria: “Había asociado convertirme en campeona con los abusos. Me paralizaba”. Incluso llegó a sentirse cobarde “por no haber dicho que no”. Por suerte, ella misma hoy en día es consciente de que “era fuerte”, “soy una guerrera” y considera que “no sobreviví, viví”. “Aprendí a amar a la pequeña Selima” de la que se avergonzaba sin querer.

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Esta vivencia la hizo tener problemas en el ámbito romántico. Cuando conocía a chicos, inconsciente sentía “miedo, peligro, resistencia por todos lados”. De hecho, la tunecina siempre quiso tener hijos y congeló sus óvulos. “Tengo dos equipos de fútbol esperándome en Bruselas”, bromea entre risas. Sin embargo, no se cumplió su dicha, aunque afirma que “hoy estoy tranquila por no ser madre, quiero ser madre de una manera diferente ayudando a los niños”.

Pese a que lo más difícil para ella ha sido siempre “eliminar la culpa y la vergüenza”, ella ha podido conseguirlo. Ha sido valiente y ha confesado su trauma porque “todavía hay mucho abuso” y quiere incitar a muchas otras víctimas a que cuenten su historia, así como ella se ha atrevido. Selima Sfar pudo apoyarse en sus padres y hermanos: “Me hizo muy bien el saber que alguien sentía las cosas por mí tan profundamente”.

Al igual que muchas mujeres antes que ella, Selima Sfar contó el pasado 28 de agosto en L’Equipe la historia que la atormentó durante 25 años, hasta que con ayuda y con valentía pudo enfrentarlo y superarlo. Hoy, esas pesadillas la han hecho más fuerte y segura, y espera que su confesión ayude a muchas otras víctimas que aún viven presas del miedo, así como ella lo estuvo en su día. Selima Sfar es otra heroína que sustituyó el miedo por valor y la vergüenza por orgullo, y, sobre todo, aprendió a amarse a sí misma. Hoy, su historia es una fuente de inspiración para muchas personas.

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