La resurrección de Thiem sigue a costa de Bautista
El austriaco alcanza unos cuartos de final por primera vez desde mayo del año pasado, en Madrid. Se medirá con Sebastián Báez, verdugo de Davidovich.
Antes de superar al finlandés Emil Ruusuvuori en primera ronda de Bastad, el martes, sobre la espalda de Dominic Thiem pesaban 426 días sin conocer la victoria. Ahora, ya van dos triunfos en una semana. Suecia está viendo resucitar al austriaco, número tres del mundo antes de su dolorosa lesión de muñeca en 2020. Es pronto, pero los primeros pasos son firmes. Tras superar al 43º del mundo, Thiem (339º) ha podido con el español Roberto Bautista (20º), cuyo buen inicio se llevó el viento, muy presente durante todo el partido. 7-6(5), 3-6, 6-4 en dos horas y 40 minutos para medirse con el argentino Sebastián Báez, verdugo de Alejandro Davidovich (6-2 y 6-3). Pablo Carreño, que mañana (sobre las 13:00) se enfrenta a Diego Schwartzman por un puesto en semifinales, es el único español que sigue vivo en el torneo.
“La victoria contra Emil me dio la confianza de que puedo competir frente a los mejores del mundo. Roberto es siempre un rival duro. Esperaba un duelo ajustado. Cuando gané el primer set en el tie-break me dije que podía ganar. Creí hasta el final del partido y el tercer set fue muy bueno”, analizaba Thiem tras el duelo, muy preciso. Con la victoria, vuelve a unos cuartos de final por primera vez desde mayo del año pasado, cuando alcanzó las semifinales en Madrid. Y la victoria, como indicaba, empezó en un ajustado desempate para decidir el primer set. Dominic se lo creyó y, pese a caer en el segundo parcial, cogió el impulso necesario para llevarse una sólida tercera manga.
Con su precioso revés a una mano, capaz de resistir el vendaval presente en Bastad, que complicó los servicios a ambos jugadores, Thiem aplicó en el duelo lo que lleva practicando desde hace ya tantos meses: resiliencia. El austriaco le dio la vuelta a un 2-5 de partida y dominó el tercer set con un 85% de puntos ganados con primeros saques, sin tener que afrontar ninguna bola de break. Punto final, la despedida del torneo para un Bautista que esta temporada no había fallado ante jugadores fuera del top-200 (5-0). Cuando las circunstancias se lo han permitido, ha rendido a buen nivel, pero los factores externos le han privado de su mejor tenis en muchas ocasiones. Tras perderse Roland Garros por sus problemas de muñeca, el castellonense llegó a la final de Mallorca. Tras superar la COVID, que le bajó de Wimbledon tras su brillante estreno ante el húngaro Attila Balasz, toca retomar el vuelo.
Viento... y arenas movedizas
Davidovich volvía a la tierra (9-6 de récord en la superficie hasta hoy) para recuperar la confianza que, en la primera parte de la temporada, con la final de Montecarlo como guinda, le convirtió en una de las sensaciones del curso. Por los resultados, pero también por su descaro, carisma y determinación. Un arma de doble filo que, en Wimbledon, se le giró en contra, pero que suele resultar en consecuencias positivas. Báez, impoluto con su saque (sólo concedió 10 puntos con primeros en todo el encuentro), lo evitó. 6-2 y 6-3 en una hora y 20 minutos de partido, sobre una tierra sueca que devino en arenas movedizas para el jugador malagueño.