WATERPOLO

“Ojalá repitamos esta foto después de los Juegos de París”

Munarriz y Maica García celebran un verano de sueños para el waterpolo: los chicos fueron campeones mundiales y ellas, de Europa. “Tenemos que seguir creciendo como equipo”.

El waterpolo siempre es fiel a la cita de los podios internacionales. Ellos, desde 2018. Ellas, desde 2012, cuando vivieron “un boom” después de los Juegos de Londres que llegó a la base de la pirámide: “Yo empecé con chicos, ahora se han multiplicado las licencias femeninas tanto, que hasta faltan entrenadores”. La frase es de Maica García, la boya desde 2007, una vida bajo el cloro de los 17 a los 32 años que suma un oro europeo más a su colección. “Cuando pienso el recorrido, veo que es brutal. Hay mucho trabajo detrás”, resalta la jugadora del CN Sabadell.

Si Maica logró el tercer oro europeo y la novena medalla desde 2012, Alberto Munarriz se adjudicó con la Selección masculina el Mundial 21 años después. Y el bronce europeo y el de la Liga Mundial. Un verano inolvidable: “Todos lo hubiéramos firmado. Ha sido muy duro”, explica. Ambos sueñan con repetir esta fotografía en París 2024. “Vamos a por el oro. Hay que ir paso a paso, seguir creciendo y mejorando el equipo”, coindicen.

La Selección femenina “esperaba más” en el Mundial de junio, cuando quedó apeada en los cuartos por Estados Unidos después de una mala primera fase. Pero el equipo de Miki Oca tiene siete vidas. Llegó al Europeo de Split después de un cambio de metodología (“trabajamos la potencia, fuimos más explosivas, hubo más rotaciones”) y con la enésima renovación del técnico. Una de ellas se vivió en la portería. Laura Ester, de la generación de Maica, dio paso a Martina Terré en las semifinales y la final: “Lo que sucede lo decide Miki Oca. Nosotras siempre aportaremos por el bien del equipo. Laura sigue siendo una de las mejores y lo ha gestionado muy bien”.

Si ellas se mantienen en la cima tras una década, los de David Martín lograron por fin el oro. “Eso le da más valor a todo lo anterior”. Desde 2018 sumaron tres platas seguidas y en los Juegos de Tokio finalizaron cuartos cuando tenían la final en la mano. “Hemos mejorado el nivel de juego”, resume Munarriz, quien reconoce, eso sí, que “debemos aprender a jugar contra Hungría”. Contra los magiares perdieron el bronce olímpico y la semifinal europea.

El waterpolo es un deporte duro, de mucho entrenamiento y también desgaste. Maica lleva desde 2018 con problemas en la espalda y ha sufrido una operación de la mano y ha jugado con una vértebra rota o un dedo lesionado. “Tenemos mucho aguante”, dice, a lo que Munarriz, que ha sufrido tres operaciones de rodilla y otra de una hernia, disiente un poco: “Nos pasan cosas, pero hay otros deportes con más lesiones”.

También divergen en el reconocimiento menor de un deporte con historia: no hay una selección femenina con más medallas que la de waterpolo o el último equipo oro olímpico fueron los chicos de Atlanta 96. “A mi no me duele”, dice Munarriz. “A mí me molesta. Alguien me contestó en redes que a mí no me conocía ni mi vecina. Le dije que tuviera cultura. Nosotras seguiremos luchando”. Y alzando la voz con medallas, como cada verano.

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