BREAKING | RED BULL BC ONE

Una revolución en Roland Garros: de Nadal a Hong 10

Los b-boys y b-girls presentes en la final de Red Bull BC One, celebrada este fin de semana, analizan el auge del breaking, que también estará en París 2024.

París
Little Shao

Donde suele haber arcilla, hay una plataforma negra y redonda. En vez de ese silencio señorial que sólo rompen las pelotas y el gemido de los tenistas, hay música. Y retumba fuerte por los altavoces. Profunda. Con un bombo bien marcado y ritmos del Bronx neoyorquino de los 60. Hasta las hojas del bosque de Bolonia, balanceadas por el viento parisino, bailan. Este fin de semana, Roland Garros acogió la final mundial de Red Bull BC One, la competición de breaking en formato uno contra uno más prestigiosa del mundo. En el mismo escenario en el que Rafa Nadal ha ganado 14 veces, el b-boy coreano Hong 10 y la b-girl japonesa Ami levantaron sus cinturones. Campeones. Ante casi 10.000 personas. Un antes y un después.

El breaking, hasta tiempos recientes, estaba asociado al lado oscuro de la calle. Ahora, sin embargo, pide paso entre la élite deportiva. Francia le abre la puerta. Fue uno de los primeros países europeos en dar la bienvenida a su cultura, originariamente estadounidense, y se ha convertido en el epicentro de su vertiente competitiva. Tras asaltar Roland Garros, el breaking debutará en unos Juegos Olímpicos que ya se pueden oler por las calles de París. Los cinco aros están por todas partes. En pequeño, en mediano o en grande. Delante del Hôtel de Ville, el ayuntamiento, o alrededor de la Torre Eiffel, con un museo olímpico al lado. El breaking, pese a que no estará en Los Ángeles 2028, forma parte de todo ello.

Ami baila frente a Toquinnha durante la final de Red Bull BC One. Dean Treml

“Historia del breaking”

En las gradas de la Philippe-Chatrier, b-boy Grazy, a sus 35 años, se frota los ojos. Es el campeón español de Red Bull BC One y no pudo pasar la previa que daba acceso a la final mundial, celebrada en el centro cultural Centquatre-Paris el jueves, pero se siente orgulloso. No sigue mucho el tenis, pero le gusta. Y le da rabia, “porque tenía el nivel”, no poder bailar en el mismo suelo en el que Nadal ha forjado su legado. “Es una locura. Esto (Roland Garros) es historia del deporte. Pisar por donde han pisado tantas y tantas leyendas es un gran salto para nosotros”, dice.

La otra representante española, b-girl Lola, se quedó a un sólo paso de hacerlo. Tras ganar sus dos primeros duelos clasificatorios, no pudo con la brasileña Toquinha. Las dos se han encontrado un breaking muy distinto al que conoció Grazy en sus inicios, cuando sólo se podía aprender a través del boca a boca o de unos VHS muy difíciles de encontrar. “El breaking ha entrado en una nueva era. Ha empezado a ser considerado un deporte y eso hace que la difusión sea mucho mayor. También ha aumentado mucho el nivel. He llegado en un momento de mucho hype y mola mucho estar en un escenario así. Da un poco de impresión, pero es una pasada”, analiza Lola a sus 16 años.

Hong 10 levanta su cinturón de campeón en Roland Garros. Little Shao

Mientras Hong 10, que logró su tercer título de BC One (nadie tiene más), y Ami avanzaban rondas, en el ambiente se respiraba algo “muy especial”, definió la japonesa, que logró su segundo cinturón tras ser la ganadora de la primera edición femenina de la competición, en 2018. “El breaking sigue evolucionando. No estará en Los Ángeles, pero, si sigue así, podría volver a unos Juegos en el futuro”, vaticina India, b-girl que ya tiene billete para París 2024. “Roland Garros ya es historia del breaking. Me gusta bailar para mucha gente. Ahora, han sido unas 10.000 personas. En un futuro, ojalá sean un millón”, lanza b-boy Allef, uno de los 32 elegidos que bailaron en la meca del tenis. En el jardín de Nadal. En la revolución de Roland Garros.

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