Desi Vila: “Me gusta pedir palmas, que la gente me anime en la competición... París será la leche”

París tiene un significado especial para Desirée Vila (Gondomar, Pontevedra, 1998). Será el punto de encuentro entre el ayer y el hoy. Ese lugar donde su vida antes y después de la discapacidad se den la mano. “París ya es de por sí una ciudad súper especial. Hace cien años se celebraron allí los Juegos Olímpicos y no había atletismo femenino. Eso te hace recapacitar lo mucho que ha cambiado el mundo en un siglo. La mujer ya tiene peso en el mundo del deporte, incluso la mujer con discapacidad, que sufre esa doble discriminación. Hace prácticamente una década, yo era gimnasta y estaba compitiendo en mi primer Mundial en París. Me estaba estrenando en la competición internacional y no sabía que también era la última como gimnasta. Vuelvo a la misma ciudad, diez años después, y haciendo lo que me apasiona de manera profesional. Nunca me hubiese imaginado, cuando era gimnasta, que podría llegar a vivir del atletismo. Es increíble”, cuenta a AS emocionada. Su enorme sonrisa y sus ojos abiertos de par en par lo corroboran.

Desi ya tiene algunas cosas planeadas para ese reencuentro con París. “La ropa de competición es muy bonita. Podíamos elegir entre el short y el top o el maillot, que es como el de gimnasia. Hay mucho paralelismo. Quiero llevar un moño como cuando era gimnasta. Para hacer hincapié. Va a ser muy especial, así que espero que todo cierre bien con un buen resultado”, sueña la gallega, que consiguió un diploma en los Juegos de Tokio, donde terminó sexta. Esa década que separa las dos citas de París deparó muchos cambios en la vida de Desi. Una fractura de tibia y peroné, mientras entrenaba un salto mortal, se complicó hasta el extremo por una negligencia médica que terminó con la amputación de su pierna derecha el 4 de marzo de 2015. El tratamiento para encajar el golpe empezó con “antidepresivos” y pronto mutó a “un diario”, que acabó dando forma a un libro: Lo único incurable son las ganas de vivir. Contarlo resultó sanador para ella y para toda la gente que estaba pasando por algo similar.

Su naturalidad ha conquistado al público. Tiene su propio canal de Youtube, Twitter, Instagram, TikTok... como ventana a los más jóvenes. Las redes se han convertido en su mejor aliado para hablar de la discapacidad sin complejos. “Tokio fue una bomba. Me dediqué a hacer un montón de contenido, porque como estuvimos dos semanas y yo competía de las últimas, a veces hasta me aburría. La gente lo agradeció mucho porque como no había público... Ahí empezó el boom. Enseñé curiosidades de la Villa, cómo es la vida de una deportista y sin una pierna. Eso también genera mucha curiosidad. He aprovechado ese tirón para dar más visibilidad al mundo paralímpico y a todo lo que tiene que ver con la discapacidad, intentando quitar esos sesgos inconscientes que todavía se tienen”, explica. Sus vídeos son el mejor antídoto contra los prejuicios.

Le sigue gente de todas las edades, aunque las preguntas de los críos son las más divertidas. “Hace poco estaba en una piscina pública y una niña se quedó flipando. Le expliqué que tenía las uñas pintadas y una pierna de robot. El desconocimiento es, entre comillas, natural, por eso tratarlo con naturalidad es lo mejor para avanzar”, señala Desi, que recibió la medalla de oro de la Real Orden del Mérito Deportivo en 2022 y el entonces presidente del Consejo Superior de Deportes, José Manuel Franco, la definió como “un referente deportivo y un ejemplo para la sociedad” y destacó su labor “para visibilizar la discapacidad”. Es más, su imagen aparece en un graffiti en el polideportivo municipal de Arrigorriaga (Vizcaya) y es obra de Aztarnak Kolektiboa. “Lo descubrí porque me etiquetaron en una foto en las redes. No entendía muy bien por qué me habían escogido a mí si yo no soy vasca (risas). Este año fuimos de concentración a Basauri para escapar del calor de Madrid y, como estaba cerquita, fui a verlo y a sacarme una foto conmigo misma”, ríe.

Ella es inspiración y alegría. Por eso disfruta imaginando cómo será competir en unos Juegos con público. “A mí me encanta. Yo me involucro en la competición: me gusta pedir palmas, que la gente me anime... Comparado con Tokio va a ser la leche. Viene mi familia. Muchos nunca me han visto porque yo nunca he competido en atletismo en Galicia, que también tiene tela... Va a ser emotivo. Estoy deseando que empiece porque la espera se me está haciendo eterna”, confiesa. Este jueves, a las 19:00 horas, compite en longitud y avisa: “Está siendo mi mejor temporada. He hecho marca personal dos veces, récord de España, fui quinta en el Campeonato del Mundo de este año...”.

De Tokio aún le vienen flashes. “Las mascarillas, el mes entero en el que no podíamos ver a nuestra gente porque estábamos aislados por seguridad... Pero recuerdo un compañerismo brutal. Estábamos en un apartamento todas las de atletismo y, cuando una ganaba medalla, lo celebrábamos juntas. Hacíamos de madre, de padre, de hermana... Cuando tenga 70 años y eche la vista atrás, me voy a llevar esos recuerdos de mis compañeras y esa amistad. A París voy con la ilusión de vivir estos juegos como si fueran los primeros, porque casi”, bromea. Lo compartirá con su inseparable Adi Iglesias. “Ya me tocó dormir en Tokio con una doble medallista. Ojalá este año las dos podamos traernos una medalla”, ansía. Sus ganas siguen siendo incurables y su energía contagiosa. Salto a salto, metro a metro, volará en París. Su ciudad. Esa donde se cruzan los caminos y donde pasado y presente se dan la mano.

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