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An Se Young
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Carolina Marín
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BÁDMINTON | MUNDIALES

Carolina, plata de leyenda

La española cae en la final contra la número uno, An Se Young. Cinco años y dos lesiones graves después, suma su cuarta medalla mundial.

Nunca había perdido una gran final. En el podio, con la plata colgando, se le notaba en el rostro, al borde del llanto. Hace nueve años, Carolina Marín se proclamó campeona del mundo por primera vez, en Copenhague. Después, repetiría en 2015 y 2018, con el oro olímpico en Río 2016 de por medio. Este domingo, sin embargo, también en Copenhague, la jugadora española, sexta en el ranking, cedió contra la número uno, la coreana An Se Young, que no le dio opción (21-12 y 21-10 en 42 minutos). Nadie es invencible, pero nadie está tan cerca de serlo como Carolina, la jugadora con más títulos mundiales de siempre. Lo sigue siendo y ahora, a sus tres oros, añade una plata de leyenda. Una victoria disfrazada de derrota. A 334 días de los Juegos de París, Dinamarca vuelve a iluminar el camino de la campeona olímpica, con más méritos para ser considerada la mejor de siempre.

“No ha podido ser. Por un lado, estoy desilusionada por cómo he jugado hoy, totalmente fuera de control. No era mi día. Por el otro, quiero estar orgullosa. He vuelto a creer en mí. Creo que he demostrado que vuelvo a estar en lo más alto de mi nivel, tanto en lo físico como en lo mental”, reflexionaba Carolina tras la final. Palabras de luz tras mucha oscuridad. En 2019, la española se rompió el ligamento cruzado de la rodilla derecha. En 2021, a dos meses de los Juegos de Tokio, el cruzado y los dos meniscos de la rodilla izquierda. “Me harté a llorar, toqué muy hondo”, dice de entonces. Esta semana, casi perfecta (sin ceder sets hasta la final, algo que no había conseguido nunca), también han caído lágrimas de sus ojos. Las últimas, con dosis de tristeza y frustración, porque los mejores siempre quieren ganar; la mayoría, sin embargo, de alegría. Porque, como ella misma dice, la campeona olímpica está de vuelta y a sus 30 años, y pese a todo, sólo una jugadora, la número uno, ha podido con ella. Por el camino, dejó atrás a Tai Tzu Ying (4ª) o a Akane Yamaguchi (2ª), campeona de las dos ediciones anteriores.

Dos de las mejores del mundo, pero, ahora mismo, seguramente, un escalón por debajo de An Se Young, que se erige por encima de todas (53 victorias y 5 derrotas este año). Con 21 años, representa la nueva guardia. Es la más brillante de una nueva hornada que ha dejado escasas supervivientes. De la vieja escuela, Carolina es una de las pocas jugadoras que resisten en lo más alto. Dentro del top-10, la española es la segunda más veterana y la única sin raíces asiáticas. Un espécimen único sólo amenazado por talentos como Young, que este domingo sumaba su sexta victoria seguida contra la española. “He sido mejor que Carolina porque he disfrutado”, decía tras colgarse el oro. Tras esa simpleza, se esconde un juego poliédrico, sin fisuras, que extirpó la energía de una Carolina desconocida, desanimada, como si lo diera todo por perdido. Algo que nunca ha hecho. Ni en lo más hondo.

Una An Se Young imparable

Tanto en el primer set como en el segundo, Carolina sostuvo a Young hasta donde pudo. En la manga inicial, contuvo el vendaval hasta el 10-7; en la segunda, hasta el 10-10, su último aliento. Tras la igualada, An Se Young encadenaba puntos seguidos hasta la victoria, hasta convertirse en la primera campeona del mundo de su país. “Lo que tienes que hacer es jugar, jugar y jugar. No puedes querer ganar en seis golpes. Los golpeos que hagan falta”, le decía su entrenador, Fernando Rivas, a Carolina entre sets. La española, que parecía querer quitarse la final de encima, jugó muy agresiva de principio a fin. Al inicio, puede, para intentar sorprender a una Young que mueve mucho a las rivales, de lado a lado; después, seguramente, buscando una salida que nunca fue hacia adelante. Carolina resoplaba, se secaba el sudor y sonreía de forma irónica; Young, fiel al carácter asiático, se mantenía fría. Tanto en las defensas, muchas de ellas imposibles, como en los ataques, extremadamente creativos.

“Carolina, Carolina”, gritaba el público danés a esa jugadora que, ante ellos, hace nueve años, se colgó su primer oro mundial. Esta vez fue una plata. ¡Pero qué plata! Carolina volvió de su lesión proclamándose campeona de Europa por sexta vez, en Madrid, 337 días después de destrozarse la rodilla. A menos de un año para los Juegos, ya ha sido campeona continental otra vez (en los Juegos Europeos, este julio) y se ha colgado su cuarta medalla mundial. Todo ello, lo más importante, sin dolor físico. Desde diciembre, gracias a un proceso de infiltraciones y a un cambio de plantillas, está a pleno rendimiento. “Seguimos luchando, esto no acaba aquí. Me hace seguir creciendo, aprendiendo de este camino. Todavía nos queda muchísimo por recorrer. Aquí tenéis la medalla de plata, que espero que pronto se convierta en un oro”, deseaba este domingo. En su cabeza, París.

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