De Valdés y Martínez, en un Sena turbulento y a contracorriente

¿Será el de Alejandro III un puente sobre aguas turbulentas, como el que cantaban Simon&Garfunkel? Es una de las numerosas incertidumbres de la prueba que más ha dado que hablar en los Juegos Olímpicos de París 2024. Muchísimo antes incluso de que se disputase. Y una de las que mayor inversión ha requerido: 1.400 millones de euros. Destinados también, teóricamente, a que a partir del año que viene los parisinos puedan hacer libremente lo que este jueves (7:30 horas) practicarán un reducido grupo de 26 deportistas: nadar. Los diez kilómetros en aguas abiertas. O, como se le denomina ahora, la maratón acuática.

En condiciones normales, la disciplina se presentaría con el anuncio de las dos españolas que compiten, quienes además cuentan con opciones reales de medalla. María de Valdés, subcampeona mundial el pasado febrero en Doha, que se quedó a las puertas de Tokio tanto en aguas abiertas como en el 1.500 libres, y a que en 2023 sufrió el peor año de su vida con una lesión de hombro y, especialmente, por la muerte de su padre. Y Ángela Martínez, clasificada para los Juegos por su decimotercera posición en los Mundiales, y que en los últimos meses ha sido campeona de España, oro en la Copa de Europa de Piombino y bronce en la Copa del Mundo de Soma Bay.

También se hablaría de la presencia de la actual campeona olímpica, Ana Marcela Cunha, de la mundial, Sharon van Rouwendaal, y de una retahíla de firmes aspirantes: Leonie Beck, Katie Grimes, Oceane Cassignol, Bettina Fabian, Ginevra Tadeucci….

Todo eso sería en condiciones normales, porque lo del Sena da para una novela. Hace un año casi exacto, el 6 de agosto de 2023, ya se suspendió la prueba de la Copa del Mundo que iba a servir de ‘test event’ para estos Juegos, por una elevada presencia de las bacterias E.coli y enterococos. Pero a los organizadores no les sirvió de señal. Tampoco que a principios de julio el caudal estuviera unas cinco veces por encima de lo conveniente. Ni que, a causa de las lluvias del día de la inauguración, el triatlón se tuviera que disputar sin entrenamientos previos. En el caso de la maratón, también se suspendió la primera sesión, pero este miércoles quienes así lo desearon (sí las españolas, no todos los países) pudieron ya lanzarse al río. Aunque con truco.

Porque los datos que el comité organizador, el Comité Olímpico Internacional y World Aquatics manejan para decidir si el nado es seguro, si el agua es salubre o no, funcionan en diferido. Es decir, el martes a las 4:00 se descartaron los entrenamientos con las muestras recogidas el domingo, cuyos resultados habían conocido el mediodía anterior. Este miércoles sí pudieron lanzarse las nadadoras al Sena porque las pruebas del lunes habían resultado satisfactorias. Así que la maratón acuática se realizará sin saber si realmente este jueves se reúnen las mínimas condiciones.

Las deportistas, quienes hace meses reivindicaban a viva voz que los organizadores tuvieran a punto un plan B por si acaso, como dijo Cunha o la propia De Valdés en AS, ahora ya hasta han bajado los brazos y se mofan. Como Sharon van Rouwendaal, que hace unos días publicaba en las redes sociales un meme donde se podía ver al Gollum (personaje de ‘El señor de los anillos’) en el Sena, a lo que ella añadía: “Así es como saldremos del agua”.

Pero a la insalubridad se le ha juntado un problema añadido, que guarda relación directa con el caudal: las corrientes, que este miércoles oscilaban entre los 3,2 y los 4,8 kilómetros por hora. El circuito, lógicamente, es circular: 1,67 kilómetros entre el puente de Alejandro III y el de Las Almas que se recorrerán seis veces. Es decir, la mitad de la carrera será a contracorriente. Y sin más preparación sobre el terreno que las dos horas de este miércoles.