Víctor Santamaría se jubila: “De ser alguien... Me pido ser Zidane”
El realizador de Movistar+, premio Ondas y Premio Nacional de Periodismo 2014, da un paso al lado. Deja legado. El sello Plus, su manera de contar fútbol, deporte, toros.
Al realizador que cambió la manera de contar el deporte en España no le gustan las cámaras. Ponerse delante de ellas, más bien. Víctor Santamaría (Ávila, 1957) prefiere detrás, estar sin estar. El último 28 de diciembre hizo cuatro partidos de baloncesto y apagó para siempre la luz de su despacho en Movistar+. Se jubila. Recibe a AS en su casa para recordarse y recordar sin dejar que una palabra, “equipo”, se apague nunca en su boca. A su espalda, un micro con el logotipo de Canal+, muchos libros y fotos. Desde una en blanco y negro sonríe Michael Robinson junto a Molés, Relaño y el propio Víctor. Es de unos toros, todos muy jóvenes.
-¿Qué tal lo de ser jubilado?
-Llevo un fin de semana sin hacer partidos. Voy a ver si llego a tres, mi récord (ríe). Un poco extrañado. Hay que hacer cantidad de papeles (ríe). No creía yo que era tan complicado…
-Usted cambió el modo de ver el deporte en televisión.
-Fundamentalmente fueron Alfredo Relaño y Robin. Yo ayudé lo que pude, poco más. Cuando nació Canal+ era la primera televisión de pago. Teníamos la obligación de ser diferentes. Eso hizo que tuviéramos que correr riesgos, inventar, probar...
-Usted empezó en la televisión tarde, con 27, 28 años.
-Llegué un poco de rebote, sí.
-¿Y eso?
-Estudié biología, luego magisterio, sin terminar ninguna carrera. Estaba muy interesado en el teatro... E hice unos cursos de vídeo en el Instituto de Radio Televisión Española y aprovechando que, en el Mundial de 1982 mucha gente tenía que salir a diferentes campos, se crearon plazas. Yo tenía esos cursos y me cogieron. ¡Soy un Naranjito! Así nos llamaron a los que entramos en ese momento en TVE, donde aprendí todo, la base del oficio.
-¿Dónde, de qué comenzó?
-De script en un programa que se llamaba Bla, bla, bla, percusor de los Sálvames y programas de cotilleo de ahora. Más tarde me fui al centro regional de Valladolid de ayudante de realización. Fui montador, mezclador…
-¿De niño le gustaba el cine?
-Mucho. Fui proyeccionista. En la escuela de magisterio me encargaba del Cine Club. Iba a recoger y devolver la película a la estación de tren. De niño era muy fan, muy, muy, de Félix Rodríguez de la Fuente. Empecé biología porque me fascinaba El Hombre y la Tierra. ¡Creí que era por los bichos (ríe) pero lo que me gustaba era cómo lo hacían!
-De Valladolid se fue a Galicia.
-A Mariano Martín, director del centro regional, le ofrecieron montar la autonómica y me llevó como jefe de realización.
-¿Había tocado ya deporte?
-No directamente. Pero en la gallega a mediados de 1986 llegó de jefe de informativos Pedro Revaldería, a quien le encantaba el baloncesto. Y empezamos a hacer deporte a muerte en Galicia. No te puedes imaginar. Tres o cuatro retransmisiones a la semana. Desde hockey a baloncesto, Segunda B, regatas, hípica…
-¿Sí?
-Sí. Y ahí empezamos a generar un equipo de gente muy especializada. Ramón Novoa, Jaime Pestonit, Chicho Cortizo, Roberto Saura, Emilio Vila. Un grupo que, después de hacer los informativos, nos íbamos a una retransmisión de deporte. Con cuatro cámaras, cinco, muy pequeñitas para lo que es ahora. Y de ahí viene todo.
-Lo que hacían llamó la atención en Madrid...
-Telemadrid vio las retransmisiones de baloncesto que hacíamos, bastantes, y le gustó cómo. Nos quedábamos ahí con los pívots, les seguíamos, la dinámica de repeticiones… Fuimos los primeros en poner minicámaras detrás de las canastas.
-¿Cómo se les ocurrió?
-La veíamos en la NBA y la hacíamos en plan un poco chapu, con una cámara medio doméstica sujeta con cinta aislante y cables, pero era muy divertido. Para nosotros el deporte era la fiesta de la semana. Disfrutábamos. Y se notaba. Todo era nuevo. Descubrir América otra vez. A finales de 1989 ya veníamos a Madrid a hacer partidos porque Telemadrid no estaba montada al cien por cien. Yo he retransmitido a Petrovic, cuidado…
-¿Vino usted solo de Galicia cuando le fichó Telemadrid?
-Sí.
-Y ahí hace un Madrid-Barça que llama la atención de un Relaño que estaba ideando Canal+.
-Al año o así. Alfredo siempre me ha dicho que le gustó porque se vio el partido, se informó si había un penalti, una falta…
-¿Y cuando le llamó Alfredo qué pensó? ¿Le conocía?
-¡De nada! Me puso en contacto Chus del Río. Me citó, hablamos. Y tengo que agradecerle que comprendió que no era sólo yo, sino que era un equipo.
-Porque a Canal+ ya sí llegó con todos los demás.
-Claro. Éramos un equipo como muy cerrado pero en el sentido bueno, estábamos como muy metidos en el asunto. Muy convencidos de lo que hacíamos. Nos gustaba mucho.
-¿Algo así existía entonces?
-No. Había figuras independientes pero no gente demasiado especializada. Empezaba. Musicales, series… Pero la teoría era que el realizador tenía que hacer de todo y cuando llegas al oficio ves que no es correcto. Nosotros estábamos muy especializados, nos llevábamos muy bien, nos lo pasábamos muy bien y nos divertíamos mucho. Y afortunadamente Alfredo me compró la idea… Nos llamaban los gallegos. ¡Por eso ni Dios sabe que soy de Ávila! Hacíamos retransmisiones, El Día Después, lo que surgía…
-‘El Día Después’... ¿Fueron conscientes de su calado?
-Solo cuando nos empezaron a copiar (ríe). Hasta entonces nada. Hay dos cosas a destacar. Primero, Alfredo, que es un tío que hace equipos de una manera genial, es un grandísimo historiador y tiene un criterio futbolístico y periodístico tremendo. Y después Robin, cuya figura, creo, está todavía por explicar.
-¿Qué tenía Michael?
-No solo sentido del humor. También el criterio y la profundidad de conocimiento, sociológica, de lo que pasaba en el campo. Era un fenómeno. Irrepetible.
-¿Le conocía de antes?
-Yo la primera vez que tuve noticias de Robin fue en un reportaje de TVE en un previo al Mundial de 1990. Lo vimos Alfredo y yo y dijimos: “Este tío es divertidísimo”. Robin es un genio. Era. Pobre hombre (silencio).
-Su acento era su sello único.
-La tontería esa de que hablaba mal el castellano… Peor tenía que hacerlo (ríe).
-‘El Día Después’ atravesó aquella sociedad de los 90.
-Fue un fenómeno social. Un programa muy bueno daba millón y medio de espectadores. Compañeros de Telecinco o Antena 3 me decían: “Aquí mínimo estaríais en los tres, cuatro, un lunes”. ¿Tú sabes lo que es eso para un programa de deportes? No había pasado nunca.
-¿Cómo se les ocurrió girar la cámara hacia la grada?
-Con sencillez. En las redacciones de deportes por las que yo había pasado todo era: “¿Cómo le damos la vuelta al deporte? Hay que verlo de otra manera”. Un periodista dijo una vez, incluso: “Quizá hay que poner música clásica a los resúmenes” (ríe).
-¿Sí?
-Sí. Es verdad. Para tener el concepto de dónde estábamos. Y es muy sencillo. Lo que hay que retratar es lo que ves, nada más. El fútbol es un reflejo de la sociedad, de lo que somos. Esa fue la clave. Girar la cámara a lo que pasa no solo en el césped sino en todo lo que lo rodea.
-Su sello particular como realizador siempre fue informar.
-El fondo sin la forma no existe. Una cosa es buena porque es formalmente bonita y tiene un contenido, no hay más. Y al informar le intentamos añadir también transmitir la pasión, la emoción, la fuerza, la pelea, la batalla y la lucha. En el hecho deportivo funcionan. Ahora se han retirado más. Es más aséptico.
-¿Cuando usted llegó era plano master, general, y poco más?
-No había mucho trabajo desde planos cortos. Tampoco demasiados medios. De cinco o seis cámaras que tenía un partido de Liga normal pasamos a 13, 14. Ahora son 16, 17.
-¿Cuál es la diferencia?
-Tienes más puntos de vista y transmites más información. Tienes más recursos para intentar darle al espectador, al montar en directo, esa sensación de emoción, de tensión…
-¿Qué es una ‘cabeza caliente’?
-Un palo con una rótula que hace que la cámara gire arriba y abajo y se mueve de forma remota, con un operador desde la base. Se utilizaba muchísimo en musicales y nosotros fuimos los primeros en ponerla en el fútbol, igual que los travelling.
-Hoy estos son habituales...
-El travelling es la manera de seguir el movimiento con una cámara de la forma más natural. Tú te vas desplazando con el jugador, según corre.
-¿Y la spider?
-Esa cámara la empezaron a utilizar los americanos a mediados de los 80 en la NFL. Vino aquí ya tarde. Y nos costó un huevo ponerla. No nos dejaban en los campos. Ni el Madrid, ni el Barça. Después se normalizó, LaLiga obligó. A mí me encanta. La ampliaría lateralmente pero no se puede volar sobre el público. Da un plano espectacular.
-Un plano como de vídeo juego. Siempre dice que es lo que le ha faltado por probar, hacer.
-Sí, eso es.
-Carlos Martínez cuenta que lo de las minicámaras también fueron cosa suya...
-(Ríe) Las minicámaras yo no las inventé, ni nadie, sí normalizamos su uso en las porterías… Pero es lo de siempre. Cuando nosotros entramos las teles solo se preocupaban del deporte en un Europeo o Juegos. Nosotros cogimos todos los recursos que había en ese momento, los 90, a nivel visual, y los aplicamos al deporte. Pero fue interés. Igual que en los toros. Se resolvían con cuatro cámaras y ya.
-Hasta que llegaron ustedes.
-Intentamos, con toda la paleta de recursos audiovisuales que teníamos, contarlo de otra manera. Tan sencillo como eso.
-Hizo de sus emisiones, arte.
-Pero eso son los toros. Muy agradecidos visualmente. Hay que ser muy burro para no tener una buena imagen de una corrida de toros. Son bellísimas. El traje de luces, el movimiento del toro, la cabeza, la verónica...
-¿Qué buscó distinto?
-¿Sabes lo primero que introdujimos, antes que en el fútbol? La Superslow, la cámara súper lenta. La primera que se trajo aquí fue para la Feria de Madrid del 92. De América. Montamos un pollo… Vinieron dos americanos, tuvimos que hacer como una caseta en una dependencia de Las Ventas porque no cabían en la móvil… Fue tremendo.
-La parte estética de esa cámara es espectacular.
-Y lo que te decía antes: cuando llega una cogida donde mejor se ve el peligro que corre el torero es en esa cámara.
-¿Ha pasado muchos nervios en una unidad móvil?
-Hasta el último día. Siempre me pongo un poco histérico. A mí me pagaban los nervios.
-¿Qué partido le ha puesto más nervioso?
-Los Madrid-Barça, Barça-Madrid. Son partidos fuera del mundo. Tienes una responsabilidad... Como ir a pelearte a las Termópilas. Por intensidad, consecuencias. Todo es bueno. Lo que tienes que hacer es no estropearlo. Con eso ya cumples.
-¿Alguna vez tuvo la sensación de que se le había escapado algo?
-Siempre. Yo salía y preguntaba: “¿Lo hemos dado todo?”. Recuerdo en la época de El Día Después, hacías tu partidito del domingo, te ibas a casa y el lunes aparecía la camarita de Antena 3 que tenía el ángulo perfecto de la patadita… Y tú, como no, pues te fastidiaba.
-Usted veía algo en las pantallas de la móvil y decía: “Esto”.
-Claro. Pero ahí intervenía mucho tener un equipo de cámaras que respeten la planificación pero si tienen que buscar una imagen por libre lo hagan, con el criterio suficiente. Porque yo no veo nada, los que ven son ellos. Yo no tengo ni idea de lo que está pasando en el campo, nunca lo he tenido. El realizador es un guardia de tráfico. Da paso a unos a otros, selecciona y ordena. Pero es cuestión de equipo. El de repeticiones es muy importante también. Todos.
-¿Un momento crítico?
-Un Tenerife-Madrid jugándose la Liga. Estábamos a 30 grados y falló la refrigeración de la móvil. Entramos con una cámara... No se notó pero los primeros 30 minutos yo me quería morir.
-Dice que lo más bello para filmar es el toro. ¿Y en fútbol?
-Muy claro: Zidane.
-¿Por qué?
-Tenía una elegancia de movimientos, de control. Cómo se movía en el campo, cómo jugaba. Yo si quisiera ser algo sería Zidane. Zidane, Zidane, Zidane... Zidane con mucha diferencia.
-¿Le ponían cámaras especiales a esos futbolistas? Messi, Cristiano, Zidane...
-Pues mira, eso es una de las cosas que no funcionó. Tenías un Madrid-Barça y le ponías a la estrella de cada equipo una cámara... Y no te daba nada. ¿Por qué? Porque el fútbol es un juego de equipo. La relación del jugador con los demás es lo que vale y la pelota es la que marca las historias. En los partidos de tú propones pero Dios dispone. Está Messi pero el que sale es Busquets. Yo lo dejé de hacer. No era funcional.
-¿Guarda cintas de partidos?
-Nada. Soy un desastre para eso. A veces me lo han preguntado. “¿Cuántos ha hecho?”. No lo sé. ¿Cómo voy a llevar la cuenta de los partidos que he hecho?
-Tiene el Ondas y el premio nacional de periodismo.
-Un honor y un reconocimiento al trabajo del equipo. Yo soy el logotipo, pero en realidad el trabajo es el de toda la gente que hemos estado currando durante todos estos años.
-¿De su equipo de gallegos se han jubilado muchos ya?
-Chicho cogió la anticipada pero el primer jubilado de verdad soy yo. Y no paro de contestar llamadas. Todas con tanto cariño... No creía que conocía a tanta gente… (sonríe; muy largo).