GRECIA | JUAN FERRANDO

“En Grecia, cuando pierdes tiembla hasta el Partenón”

Juan Ferrando impulsa al Volos a pelear por Europa pese a las limitaciones económicas y a la presión constante del fútbol griego.

Actualizado a

En Grecia hablan de él como el entrenador revelación del año, aunque Juan Ferrando (Barcelona, 1981) prefiere rebajar cualquier elogio con una sonrisa tímida. De vuelta en el Volos tras una primera etapa marcada por problemas de visión y un ascenso meteórico del club, el técnico catalán ha transformado a un equipo acostumbrado a sufrir por la permanencia en una de las sorpresas de la temporada. Con la plantilla menos valorada de la Superliga, el Volos se permite discutirle puntos a Olympiacos, PAOK o Panathinaikos, mientras Ferrando combina la calma del que conoce bien el fútbol del país con la intensidad competitiva que exige cada fin de semana. Juan Ferrando repasa en AS su recorrido, su manera de entender el juego y un proyecto que, sin grandes presupuestos, se sostiene sobre una mezcla de trabajo, cercanía y fe absoluta en el grupo.

PREGUNTA: Es el entrenador de moda en Grecia, ¿qué tal está?

RESPUESTA: Bueno, no será para tanto (ríe). Pero bien, la verdad que muy bien.

Estamos hablando en plena fecha FIFA. El Volos es un club modesto, pero tiene varios internacionales como Juanpi (Venezuela), Núrio Fortuna (Angola), Adebayo Adeleye (Nigeria) o Nabil Makni (Túnez).

Estos la verdad es que viajan y demás, pero normalmente les dan poco ‘chance’ a los pobres. Yo no soy el entrenador del Madrid o del Barcelona, pero para mí es un orgullo que mis futbolistas vayan con su selección. Hombre, te preocupa que no se te lesionen porque son jugadores que te dan la vida, pero a mí me gusta cuando les llaman. Creo que hay mucha tontería con este tema. Que vayan con la selección mola.

El pasado verano regresó a Volos después de cinco años. ¿Se ha encontrado un club diferente o todo sigue igual?

Podríamos decir que todo sigue igual. Es verdad que el club ha evolucionado, como todo, y ha dado un pasito más. Ha mejorado las instalaciones, las condiciones del campo de entrenamiento han mejorado, en el día a día tenemos muchas más facilidades, han reacondicionado el estadio y eso se agradece. La estructura interna sigue siendo igual, muy familiar, y creo que eso está bien porque no han perdido su esencia. Encima se mantienen en Primera División cada año, así que súper bien.

Cuando llegó por primera vez al club en 2017 todo era diferente.

Claro, es que en ese momento estábamos en Tercera División. En ese momento no teníamos prácticamente nada, lo mínimo para dar un salto, que se dio. Ascendimos a Segunda el primer año, el segundo también tuvimos la suerte de ascender y ya desde que está en Primera el club recibe más dinero y el presidente lo ha ido destinando a jugadores y a acondicionar el campo. Y lo ha hecho bastante bien. Desde cuando estaba yo a ahora el campo ha cambiado bastante. Antes venían igual mil personas y ahora cuando vienen PAOK u Olympiacos vienen 10 o 12 mil. En Grecia los grandes mueven una masa social muy grande.

Su anterior etapa se cerró por culpa de sus problemas en la visión. Si ha vuelto es porque acabaron bien.

Sí. La verdad es que siempre he tenido la suerte de acabar bien en todos los clubes, y varios incluso me han vuelto a llamar después de una primera etapa. Con ellos mantenía un contacto muy frecuente; prácticamente cada año surgía la opción de regresar. Pero, por diferentes motivos, iban apareciendo otras oportunidades y al final tomaba otros caminos. Este año, cuando terminé mi contrato el 30 de mayo con Panserraikos, prácticamente fue acabar y al momento me llamaron para reunirnos. Y la verdad es que hubo muy buen feeling. Sentí que tenía sentido vivir una segunda etapa aquí. En el fútbol es importante saber dónde te metes. Y en otros sitios, a veces, no tienes tan claro lo que puede pasar. Aquí sí lo sabía: estuve tres años y terminé muy bien con ellos. Por eso tenía esa tranquilidad. Mi relación con el club siempre ha sido muy buena, y seguramente volverá a serlo.

¿Le ha costado adaptarse a luchar por el descenso viniendo de ganar títulos en India?

Claro que cuesta. Uno siempre quiere pelear por copas y títulos. Pero también es verdad que un club en Asia, aunque juegues Champions League o la AFC —que ahora es como la Champions League 2—, no es lo mismo que Europa. Aquí todos los entrenadores soñamos con estar en la fase de grupos de la Champions, pero cuando vuelves a Europa eres consciente de que es muy difícil llegar a equipos que compitan al máximo nivel internacional. La opción del Panserraikos… la verdad es que no sabría explicarte exactamente por qué dije que sí. Al final la asumí como un reto personal: intentar sacar al equipo del descenso. Tenían solo un punto, imagínate. Y acabamos salvándonos bien, con tranquilidad y sin sufrir, así que quedé muy contento. Eso sí, se sufre mucho. Grecia es un país de mucha tensión: cuando ganas, todo es maravilloso; cuando pierdes un partido, aparecen todos los problemas. Pero, al mismo tiempo, disfruto estar en Europa. El fútbol aquí es diferente, se vive de otra manera, y eso también te aporta mucho.

Juan Ferrando (izquierda), con el título de la ISL conquistado por ATK Mohun Bagan

¿A qué se refiere cuando dice que el fútbol en Europa es diferente?

Me refiero a la manera en la que se vive la competición. Por ejemplo, hoy es viernes: en Asia, cuando llega un viernes antes de un partido en sábado o domingo, los jugadores están tranquilos, como si fuera un día más. Aunque el partido sea importante o incluso de Champions, la sensación es esa: normalidad absoluta. En cambio, en Europa lo notas desde el entrenamiento. Un viernes los jugadores vuelan: el que estaba medio lesionado el lunes o martes, el jueves ya está disponible sin poner excusas, aunque lleve veinte vendajes y sesenta tapes. Todo el mundo se prepara para competir. Se percibe incluso en el saludo: notas que es víspera de partido, que hay tensión competitiva. En Asia, si un jugador tenía una molestia, a veces te venía y te decía: ‘Creo que el miércoles no voy a estar’. Y por un lado agradeces la sinceridad. Pero en Europa pasa lo contrario: aunque el jugador cojee, te dice: ‘No, no, cojeo porque quiero, pero estoy bien’. Aquí la cultura competitiva es mucho más fuerte y eso se nota en todo.

¿Cree que se minusvalora el trabajo de los entrenadores europeos en otros continentes? Sin ir más lejos, a usted tras triunfar en India le fichó un club modesto como el Panserraikos.

Es algo que comento muchas veces con compañeros. Yo creo que en el fútbol nada es lineal. Que ganes una Liga no significa que al año siguiente te vaya a llamar un grande. Igual que hay entrenadores que han dado un salto enorme después de tres años sin dirigir. ¿Por qué pasa? Por muchas circunstancias: un buen representante que sabe mover la situación, una reunión cara a cara en la que conectas con la persona adecuada, o incluso que varios jugadores importantes de ese club recomienden tu fichaje. Todo eso influye muchísimo. Yo ya tengo asumido que esto no funciona de manera lógica: un día puedes estar aquí, otro día allí. Por eso he cambiado la mentalidad. Más que pensar en llegar a un grande, me centro en hacer grande al equipo en el que estoy. Eso sí depende de mí y es donde realmente puedes demostrar tu trabajo. Al final se trata de sacar resultados donde estás, de que los jugadores estén conectados, de que mejoren, de que sientan que pueden hacer cosas importantes. Mira ahora: (el Volos) es un club que llevaba tres años salvándose en la última jornada. Cuando les digo que podemos estar en el top cuatro, algunos me miran como diciendo: ‘¿Y qué pasa con Aris o Panathinaikos?’. Y les digo: ‘De momento están por detrás’. Claro que, a la larga, lo normal es que ellos queden por encima, pero nosotros tenemos que trabajar para mantenernos ahí. Por eso digo que lo importante es hacer grande al lugar en el que estás. Eso es lo que de verdad puedes controlar.

Su Volos es actualmente quinto, ¿confía realmente en seguir arriba a final de temporada?

¿Sabes por qué lo digo? Porque confío mucho en el presidente que tengo. Le conozco desde hace años y esa confianza facilita mucho las cosas. Con un presidente así es fácil hablar claro y buscar mejoras, porque somos realistas. Sabemos que estamos rindiendo por encima de nuestro límite, pero en el alto rendimiento tienes que estar siempre por encima de tu propio límite. Las circunstancias se están dando y, cuando jugamos contra Panathinaikos o contra el AEK, lo repetimos mucho: hay que creer que se puede. Claro que habrá detalles, por calidad individual de los rivales o por variantes tácticas que un equipo grande te plantea, que pueden romper tu presión o desordenar tu trabajo defensivo. Eso entra dentro del juego. Pero de eso se trata también: de hacerte creer que puedes competir contra ellos. Y, obviamente, bajo un plan. No es levantarse por la mañana y decir: ‘Hoy creo que vamos a ganar’. No. Tienes que prepararte para hacerlo y, después, creerlo de verdad. Y eso lleva su tiempo.

¿Cómo ha cambiado su relación con el presidente durante estos años?

A medida que él ha ido haciéndose mayor, también se ha vuelto más experimentado. Y eso ha cambiado nuestras conversaciones, que ahora están mucho más enfocadas a cómo ayudar al equipo. Antes quizá había más presión: habíamos subido a Segunda y había que mantener la categoría sí o sí. Ahora, en cambio, cada victoria la celebramos como si fuera una final. A lo bestia. Y cuando digo ‘a lo bestia’ me refiero a que hay abrazos, cánticos, a que lo disfrutamos dentro del autocar, a que la pizza vuela por el vestuario… Ese tipo de euforia sana. Antes era más un: ‘Hemos ganado, qué bien, pero la semana que viene tenemos…’. Ahora ganamos y lo disfrutamos. Luego, ya el lunes, nos calmamos y analizamos lo que hay que mejorar.

Normalmente voy solo a los clubes. No es porque quiera, sino por los temas de pagos: retrasos, impagos… A veces es muy arriesgado traer a gente contigo.

Juan Ferrando

Después de luchar por la permanencia con Panserraikos llegó a un Volos que venía de salvarse también por los pelos. ¿Le gusta sufrir?

(ríe) Bueno, lo de sufrir ya lo das por hecho. Siempre sabes que vas a sufrir, porque los presupuestos son los que son. Pero, como te decía, en la reunión con el presidente, cuando hablamos del tipo de jugadores que podíamos atraer, dejé de pensar en sufrir y empecé a pensar en cómo ayudar al equipo a crecer. En Panserraikos llegas con la plantilla hecha, con cinco o seis jornadas disputadas, y te encuentras un punto en la clasificación. Y piensas: ‘‘Tengo que sacar esto adelante como sea’. Mejor dicho: ‘Tenemos que sacar esto entre todos adelante como sea’. Aquí, en cambio, tuve la suerte de poder hablar con el presidente y con el CEO del club —que es su hijo— y decidir qué jugadores nos interesaban. Tuve la suerte de poder hacer una pretemporada completa, de pedir ir a Holanda y que aceptaran, de pedir los amistosos que quería y que me los dieran, y de organizar una concentración en la montaña durante seis días. Eso me ayudó mucho. Claro que vamos a sufrir: no tenemos una plantilla para ganar la liga, pero sí para prepararnos bien. Y eso marca la diferencia.

Mucha gente destaca que vaya normalmente solo, cuando hay otros entrenadores que llevan hasta 10 o 12 ayudantes. ¿Lo hace deliberadamente?

Sí, yo donde voy, normalmente voy solo. No es porque quiera, sino porque muchas veces ya sabes cómo son los temas de pagos: retrasos, impagos… Y es muy arriesgado traer a gente contigo. Ya no solo sufres por tu propio salario o por los jugadores que han venido, sino que además tendrías que preocuparte por compañeros que dependen de ti. Esa carga personal es muy dura. Por eso, en los clubes en los que he estado, he preferido asumir que tenía que ir solo y adaptarme a lo que me encontraba. Alguna vez he podido llevar un asistente, un preparador físico o un analista, claro; hay sitios donde te puedes permitir ese lujo. Pero otras veces ves banquillos con 10 o 15 personas y luego miras el tuyo y estás tú, y tu segundo, que a la vez recoge balones y les grita a los recogepelotas. La suerte que tengo es que en casi todos los clubes donde he estado, te diría que en un 90%, me he encontrado gente muy predispuesta a ayudar. En mi caso se trata de marcar una manera de trabajar y que cada uno siga las indicaciones. Esa es la forma en la que nos organizamos en el día a día.

Juan Ferrando, junto a su 'staff' en el Volos griego.

Muchos clubes tiene su propio ‘staff de club’.

Entiendo que muchos clubes, y es lógico, tengan su propio staff de club. Esto viene mucho de Inglaterra y muchos equipos en Europa lo han adoptado. ¿Por qué? Porque si cambias de entrenador, o si las cosas van mal y tienes que despedir a todo un cuerpo técnico, ¿cómo firmas de golpe a 20 personas nuevas? A mí me parece lógico que un preparador físico pueda estar cuatro o cinco años en el club porque conoce al jugador, su historial de lesiones; que los fisioterapeutas sean más o menos los mismos… Tú puedes incorporar gente para ayudar y mejorar, por supuesto, pero también entiendo que los clubes mantengan parte del cuerpo técnico porque conocen la estructura, la cultura del club y, sobre todo, a los jugadores que llevan dos o tres años allí: sus lesiones, su carácter, todo eso.

Igualmente, siempre es bueno tener personas de confianza para delegar y poder centrarse en lo importante.

Sí, eso es verdad. Pero siempre me acuerdo de algo que me decía mi padre: ‘Si quieres hacer algo bien, hazlo tú mismo’. Esa frase la tengo muy presente y, de alguna manera, siempre me ha marcado. También es cierto que, si das el salto a clubes más grandes, no te queda otra que delegar. Pero la situación en la que estoy ahora es distinta: son clubes muy familiares. Y cuando digo familiares me refiero a que tienes una relación diaria con el presidente, una comunicación constante con el CEO; te encuentras al presidente en el vestuario, que entra, sale... En plan bien. No es aquello de: ‘Necesito hablar con el presidente’. Y te contestan: ‘Te organizo una reunión el 7 de diciembre’, cuando es 5 de septiembre. ¿Qué haces tres meses esperando? Esa cercanía te permite gestionar el día a día casi por ti mismo, sin necesidad de delegar tanto.

¿Cómo recuerda el inicio del campeonato? No le favoreció el calendario con Aris y Olympiacos en las dos primeras jornadas...

La pretemporada fue buena, correcta. Competimos contra equipos bastante fuertes y creo que estuvimos a un nivel alto. Pero empezamos la liga perdiendo: primero contra el Aris, en su campo. En la primera parte estuvimos muy bien y podríamos haber sacado algo más, pero en tres minutos —en el 64 y en el 67— nos marcan dos goles. Esa semana quedas un poco tocado porque ves que merecías más. Luego llega el Olympiacos. Competimos bien en la primera parte, pero en la segunda, otra vez, en el 77 y en el 85, nos marcan a balón parado. Te plantas en la jornada tres con cero puntos y la sensación de que habías jugado bien, sí, pero al final tienes cero puntos. Y en Grecia, dos jornadas sin sumar y tiembla hasta el Partenón, porque aquí eso pesa muchísimo. Encima llegó un parón de selecciones. Imagínate irte al parón con cero puntos. Pero la verdad es que lo gestionamos bien. Los chicos estuvieron muy maduros, muy confiados en que podíamos levantarlo. Lo bueno es que en la jornada tres, desde el inicio, el equipo no transmitía miedo; transmitía tranquilidad. Y ganamos. Y luego volvimos a ganar. Y empezamos a sumar y a sumar… Y ojalá no paremos hasta el 20 de mayo.

Pero para el Volos caer ante el Big 5 debe ser lo normal.

Sí, pero tú estás con cero puntos. Y muchas veces, desde fuera, lo único que se ve es eso: tienes cero puntos. El presidente piensa: ‘Esto no empieza bien’. No se paran a pensar que has jugado contra dos grandes equipos. En mi caso, el presidente sí lo entendía, pero hay gente que no lo ve así. Y cuando pasa eso, lo primero que piden es una reacción, y ya sabemos cuál suele ser la reacción: cambiar al entrenador. Es verdad que, aunque pierdas contra los equipos top, hay que tener en cuenta el contexto. Si vienes de tres victorias seguidas y luego pierdes contra el PAOK, no pasa nada; es lo lógico. Pero si pierdes dos partidos y después te viene el PAOK, ya te dicen: ‘Hay que sumar puntos’. Y tú sabes que es difícil, pero aun así tienes que competirlos.

Si Mendilibar dice que antes de empezar el partido hay que hacer tres volteretas hacia delante y tres hacia atrás, todo el mundo lo hace. Es top.

Juan Ferrando

Siguieron sumando pero no derrotaron a ningún grande hasta que se enfrentaron al Panathinaikos de Rafa Benítez. ¿Cómo fue ese momento?

La victoria fue más una cuestión de coraje que de otra cosa. Ellos tienen una plantilla muy buena, jugadores de mucho nivel. Y no olvidemos que Rafa (Benítez) es un entrenador top, por trayectoria y por todo lo que ha hecho. En esos partidos tú tienes que hacerlo todo muy bien, ellos tienen que cometer errores y, además, no puede haber golpes de mala suerte. Creo que fue un partido en el que, emocionalmente, estábamos muy tranquilos. Sabíamos lo que hacíamos. En el descanso confiábamos de verdad en que podíamos ganar. No era un sueño: si hacíamos las cosas bien, era posible. Y si cometíamos un error y nos empataban, manteníamos el mismo plan. No teníamos que volvernos locos. El partido salió bien. Contra el AEK perdimos 1-0 y creo que incluso estuvimos mejor nosotros, pero ese encuentro nos enseñó bastante. Luego, contra el PAOK, nos volvió a pasar lo mismo que en las dos primeras jornadas: en los últimos diez minutos se nos escapó el partido. Y el partido de Copa contra Olympiacos… Bueno, ahí dimos minutos a muchos chicos jóvenes. En ese tipo de encuentros sabes que asumes riesgos, pero teníamos que proteger a algunos jugadores pensando en el partido del sábado. No tenemos plantilla para competir en tres competiciones, así que toca tomar decisiones: proteger a unos, darle minutos a otros. Pero creo que contra el AEK ya vimos el camino. Contra el PAOK repetimos con mala suerte. Y en Panathinaikos nos salió bien. Aunque, repito, todo cambia rápido: en dos semanas empieza la segunda vuelta y tenemos que ir al campo del Panathinaikos. Imagínate cómo puede ser ese partido.

¿Pudo hablar con Benítez?

La verdad es que no soy mucho de hablar, ni antes ni después de los partidos. Y en Grecia aún menos, porque cualquier comentario puede interpretarse de mil maneras. Le di la bienvenida y, al terminar el partido, le deseé suerte para el jueves, porque tenían Europa League contra el Malmö. Nada más: terminó el partido, fui, le di la mano y le deseé suerte. No suelo tener muchas conversaciones, no por nada personal, sino porque antes de un partido estoy metido en mil cosas, y después tampoco hablo mucho. Aquí en Grecia la rueda de prensa llega enseguida, muy seguida del partido, y tienes que estar concentrado en lo que vas a decir: acordarte de tus ideas, expresarlas bien y no liarla. Lo que has ganado en el campo no puedes perderlo en una rueda de prensa. Ni con un comentario sobre un jugador, ni sobre un compañero, ni generando un mal ambiente. Lo mejor es relajarse, pensar, tener claras una, dos o tres ideas y evitar problemas.

Quien está de moda en Grecia es Mendilibar.

Mendilibar llega al Olympiacos para sacar rendimiento a una plantilla que había tenido cinco entrenadores en tres meses. Y donde nadie, ni españoles, ni portugueses, ni griegos, había conseguido tener resultados. Y Mendilibar los ha tenido. Es top. Es ganar, ganar, ganar y ganar. Es nuestro Luis Aragonés, ¿sabes? Lo gana todo. Por eso, claro, viva Mendilibar. Si él dice que antes de empezar el partido hay que hacer tres volteretas hacia delante y tres hacia atrás, todo el mundo lo hace. Y si dice que hay que ponerse un tutú y unos pompones y bailar una salsa, pues se hace también. Es normal: lo ha ganado todo. Y lo ha ganado bien, no en el último segundo por un penalti que falla el rival. Lo ha ganado compitiendo. A nivel internacional, además, ha ganado la Conference League. En Grecia, o incluso en la zona greco-turca, toda la región del Egeo, no hay clubes que ganen competiciones internacionales. El Panathinaikos llegó a una final de Champions en el 76, el PAOK llegó a una semifinal de Europa League… pero no hay un club que haya ganado un título europeo. Y el que lo ha ganado ha sido el Olympiacos de Mendilibar.

Según Transfermarkt, el Volos tiene la plantilla menos valiosa de la Superliga griega. Y está en quinta posición, por delante de Panathinaikos o Aris. ¿Qué valoración hace de esto?

Siempre digo lo mismo: los números son números. Y, al final, muchas veces son tonterías. Es verdad que tenemos la plantilla con menor valor de toda la Superliga, pero tenemos jugadores con unas ganas y una ilusión tremendas. Y eso compensa. Tienes menos dinero, sí, pero tienes una motivación enorme. Luego ves otros clubes con presupuestos brutales. No te digo ya que nos tripliquen: nosotros tenemos un presupuesto de unos 9,7 millones y hay equipos que superan los 300. Por esa lógica, nos tendrían que ganar 35-0. Pero luego los ves bajar del autocar y parece que no tengan ni motivación ni ilusión, incluso que les moleste venir a jugar. Los números son importantes, claro que sí, pero el día a día, la ilusión y la actitud marcan la diferencia. Eso te hace subir un peldaño… o bajar tres.

Conozco países y clubes donde presionan a los jugadores, donde llevan meses sin pagarles y les dicen: ‘La única solución es dejarte ganar, o dejarte perder’. Y claro, un jugador con familia se ve extorsionado y cede.

Juan Ferrando

¿Alguna vez ha estado cerca de dirigir a un club grande en Europa?

Ha habido momentos en los que han surgido opciones muy cercanas, muy buenas y muy importantes, pero que al final no se dieron en el último momento. Más de una vez he estado esperando la llamada y, al final, te llega un mensaje diciendo: ‘No, hemos apostado por otro’. Y piensas: ‘Ostras, pero si era la oportunidad’. Además, un club histórico, buen proyecto, buen salario… todo. Pero bueno, después de ese día y medio en el que lloras, o en el que tienes rabia y piensas ‘¿por qué no yo?’, se te pasa. Y dices: ‘Ya está, hay que seguir’. Al final, como siempre digo, pocas veces un entrenador puede escoger; normalmente te escogen a ti. Y claro que sería maravilloso que un día te llegaran dos o tres ofertas a la vez, pero todos sabemos lo difícil que es que pase eso en el fútbol… salvo que hagas algo realmente extraordinario.

¿Cómo se definiría como entrenador y qué tipo de entrenadores le gustan?

Yo, en el tema fútbol, lo veo todo. No soy partidario de decir: ‘Quiero jugar solo de esta manera o de la otra’. Sí creo en una idea general, en un camino: que los jugadores disfruten, que se lo pasen bien dentro de un entorno competitivo. Y ese disfrute te lo marca el plan de trabajo. Pero no me considero de ninguna escuela: ni Bielsa, ni Guardiola, ni Zidane, ni Ancelotti… nada de eso. Yo intento que todo tenga sentido, que exista un camino, una evolución, y que el jugador lo note. Porque no hace falta ser muy listo para ver cuándo un jugador está disfrutando en el entrenamiento y cuándo no. Y si consigues que eso, además, se convierta en algo competitivo y ganes, entonces hay que mantenerlo. Claro que tengo una idea y un plan. Y si ves a mis equipos, puedes decir: ‘Juan es un entrenador al que le gusta dominar y tener el balón’. Sí, es cierto, pero porque creo que es el mejor plan para ganar. No porque sea un kamikaze de una idea fija. Al final todos somos humanos. Hay días que las cosas salen mejor, días que salen peor. Y los jugadores también viven sus vidas: algunos han perdido a sus padres o a sus madres, otros se han separado de sus parejas o han discutido con sus novias… Las emociones influyen muchísimo más de lo que la gente piensa, incluso en lo táctico.

Un exjugador de Volos denunció que el club había amañado partidos la pasada temporada.

Esto pasa mucho: surge un rumor, alguien lo suelta y ya has generado un problema. Pero, a ver, es muy difícil controlar estas cosas. Para eso están la policía y la comisión deportiva. Te lo digo además porque yo estaba implicado directamente en ese partido, que fue contra el Panserraikos, y en ningún momento hubo nada raro. No hubo pactos, ni ‘tú marcas tres, yo marco…’, nada. Absolutamente nada. Es verdad que estábamos al final de la liga y, ¿sabes qué pasa entonces? Que muchos equipos se dejan llevar. Empiezas a poner a jugadores jóvenes para ver si pueden ir a la pretemporada, pones a un portero que no ha jugado en ocho meses y necesita minutos… Y cuando haces esos cambios, se dan los resultados que se dan. Y punto. En este caso concreto no pasó absolutamente nada raro. Te lo puedo asegurar porque estuve totalmente implicado. Pero ya sabes cómo funciona: es muy fácil decir ‘ahí pasó algo’, ‘ahí tal’. Estas cosas seguirán pasando mientras no haya una concienciación total. Y aun así, siempre habrá uno, dos o tres que actúen mal. De hecho, te diré más: conozco países y clubes donde presionan a los jugadores, donde llevan meses sin pagarles y les dicen: ‘La única solución es dejarte ganar, o dejarte perder’. Y claro, un jugador con familia se ve extorsionado y cede. Pero, repito: en este caso concreto no pasó absolutamente nada. Aunque sea muy fácil soltar la acusación… luego demuéstralo.

Igualmente hay sistemas de competición, como el de la Superliga griega, que favorece que haya clubes compitiendo durante meses sin nada en juego.

Noticias relacionadas

Claro, claro. Pero más que ‘arreglar’ nada, el tema es que todos compitan en el mismo nivel. ¿Qué pasa? Que si tú ya estás salvado y no te juegas nada, es el momento de recurrir a la cantera y al fútbol base. Y como entrenador tienes la valentía de decir: ‘Voy a poner a tres chavales de 17 años’, como hice yo en Panserraikos en la última jornada. Debutaron dos chicos de 15 años. No me jugaba nada, y el otro equipo tampoco. Por eso digo que más que el sistema de competición, lo importante es que todos sigamos siendo competitivos hasta el último momento. Si no, pasan estas cosas. Y me voy también a España: imagínate que en Primera División, en su momento, el Levante está salvado y el Valencia también. Y uno dice: ‘Yo saco tres juveniles’, y el otro dice: ‘Pues yo saco dos cadetes’. ¿Es eso amañar? No. Simplemente sabes que puede ser un partido de 3-4 o de 0-0, y ya está. Eso pasa. La única manera de mantener competitivos a todos hasta el final es con una Liga regular. Cuando empiezas a meter fases de campeonato, ‘play-offs’, ‘play-outs’… ya sabes que te arriesgas a esto: que las últimas cinco jornadas sean un patatal, y que la gente que ya ha hecho su trabajo no arregle el partido, sino que simplemente se relaje y se deje llevar.

¡Tus opiniones importan! Comenta en los artículos y suscríbete gratis a nuestra newsletter y a las alertas informativas en la App o el canal de WhatsApp. ¿Buscas licenciar contenido? Haz clic aquí

Etiquetado en:

Te recomendamos en Migrantes del Balón

Lo más visto

Más noticias