Los cementerios de las leyendas
Del mausoleo de Pelé al lugar donde “descasa D10S”, los camposantos donde reposan mitos del fútbol como Di Stéfano, Eusebio o George Best.
Hoy es el Día de Todos los Santos, una fecha en la que la tradición lleva a muchas personas a los cementerios para visitar a sus seres queridos fallecidos. Nadie se libra de la muerte, ni tan siquiera los que en vida se hacen eternos. Por ello, por los diferentes camposantos del mundo, por laberintos de nichos y esculturas, entre lápidas con nombres y fotos de personas de diferente épocas, estatus sociales e ideologías, podemos encontrarnos sin esperarlo o con intención de hallarlo con el lugar donde reposan los cuerpos o las cenizas de leyendas del fútbol. Así, en este 1 de noviembre, recordamos en AS donde yacen personas que tan felices hicieron a muchas, que les sienten como seres queridos y por ello les rinden tributo como si fueran de su familia.
El mausoleo de Pelé
Edson Arantes do Nascimento (1940-2022) está enterrado en el Memorial Necrópolis Ecuménica, el cementerio vertical más alto del mundo. El cementerio está ubicado a las afueras de Sao Paulo, muy cerca del estadio Vila Belmiro, la casa del Santos, el jardín de Pelé. El propio Pelé se reservó en vida, 19 años antes de morir, uno de los espacios del edificio para su descanso eterno. En concreto, una de las salas de la novena planta, aunque finalmente por comodidad y seguridad de los visitantes el mausoleo de Pelé se ubicó en la segunda planta.
Dos estatuas doradas de Pelé, a tamaño real (173 centímetros) reciben a los visitantes, que se cuentan por miles desde el adiós a la leyenda y que acceden tras reservar cita en la web del Memorial Necrópolis Ecuménica. El cuerpo de Pelé, el único futbolista tres veces campeón del Mundo, reposa en un ataúd dorado que preside una sala en la que se respira a fútbol. Camisetas del Santos, Cosmos y Brasil se reparten por un habitáculo cuyo suelo es de césped artificial y sus paredes están tapizadas con la imagen de la grada del estadio Vila Belmiro, donde Pelé hizo feliz a tanta gente, una afición cuyos cánticos se escuchan por los altavoces.
Donde descansa “D10S”
Diego Armando Maradona (1960-2020) reposa con el sigilo que tanto añoró en vida. Su féretro fue enterrado en el Jardín de Bella Vista, al oeste de Buenos Aires, en una fosa donde reposan también los restos de sus padres, Don Diego y Doña Tota. Al cementerio, privado, solo tienen acceso los familiares de algún fallecido allí enterrado, en las lápidas solo se pueden depositar flores naturales, ninguna placa ni objeto decorativo, y todas ellas son similares en forma, tamaño y material (mármol o granito). Y hay, según la web oficial del recinto, 35.000 lápidas.
La familia quería la paz eterna para el Pelusa, lejos de las cámaras y del peregrinaje de devotos maradonianos. Pese a las medidas de seguridad, los fanáticos del astro argentino tratan día sí, día también de acceder al camposanto, aunque no fue hasta enero de 2022 cuando se difundió la primera y hasta la fecha única fotografía distribuida en redes sociales de la lápida de Diego Armando Maradona, que como Epitacio: “Gracias a la pelota, te amamos”.
La fotografía, según informó en los días posteriores la prensa de Argentina, fue colgada en su cuenta de X por Andrea Gamarnik, que tuvo acceso a Bella Vista como familiar de un enterrado en el mismo cementerio. Ese tuit fue rápidamente borrado por ella misma tras la repercusión que tuvo, aunque para entonces la imagen había sido reproducida por medio mundo digital. Lo que ni la familia de Maradona ni la seguridad del Jardín de Bella Vista ha podido evitar, es que los alrededores del recinto se conviertan en lugar de culto al Pelusa, con infinidad de murales en las fachadas de edificios cercanos. Entre ellos, uno que dice: “Aquí descansa D10S”.
La Saeta eterna de la Almudena
La tumba de Don Alfredo Di Stéfano (1926-2014), considerado por la FIFA uno de los cuatro mejores futbolistas del Siglo XX y leyenda eterna del Real Madrid, se encuentra en el cementerio de la Almudena de Madrid, el más grande de Europa occidental con su extensión de 120 hectáreas, donde reposan otros ilustres de la historia de España como Ramón y Cajal, Pío Baroja, Benito Pérez Galdós, Lola Flores y deportistas como Fernando Martín, Héctor Rial o Miguel Muñoz.
La lápida de Don Alfredo Di Stéfano, acompañada siempre flores blancas y moradas, referentes cromáticos del Real Madrid, tiene como epitafio una frase que se le atribuye al escritor estadounidense Henry van Dyke: “Para aquellos que aman, el tiempo es eternidad”. El mito del madridismo descansa por siempre junto a su mujer, Sara, y su hija, Nannette.
La paz de Montanyà para Johan Cruyff
Las cenizas del ‘Flaco’ Johan Cruyff (1947-2016) fueron esparcidas por sus familiares en el jardín de su residencia del Montanyà, urbanización de la localidad de Seva, donde el mito holandés, un ciudadano del mundo y trotamundos de la vida, encontró su casa cuando fichó como futbolista por el Barcelona. Allí nació Jordi Cruyff y se criaron las otras dos hijas de Cruyff, Chantal y Susila.
En Seva, como homenaje a Cruyff y a otros futbolistas azulgranas vinculados con la localidad barcelonesa (Rexach, Costas, De la Cruz, Marcial, Neeskens, Asensi y Rodri), hay un mural de 8x4 metros en la fachada de la clínica del Doctor Francesc Xavier. Otro lugar de culto de Cruyff es el restaurante del club de golf de Montanyà, que tanto frecuentaba la estrella holandesa, y donde se le rinde tributo en la mesa 14.
Roselawn, el lugar de culto a George Best
Cuentan las crónicas que 30.000 personas en respetuosa fila india pasaron por delante de la tumba de George Best (1949-2005) en los días posteriores a que su corazón dejara de latir. El norirlandés, mito de su país y del Manchester United, recibió un funeral de Estado, celebrado en el Parlamento de Belfast, el segundo de la historia de que allí se celebraba tras el del primer primer ministro que tuvo Irlanda del Norte (Lord Craigavon).
Las cenizas de George Best, el quinto Beatle, reposan bajo tierra junto a la de su madre Ann, fallecida 27 años antes, y su padre Dickie, que murió tres años después que su hijo. La lápida negra de la familia Best, que se encuentra en el cementerio de Roselawn, rara vez no está decorada por fotografías, camisetas o bufandas con la que los aficionados rinden tributo al Chico de Belfast, The Best.
El Panteón Nacional se abrió para Eusebio
El cuerpo de Eusébio da Silva Ferreira (1942-2014), primer futbolista de raza negra en conseguir el Balón de Oro (1965), máximo goleador histórico del Benfica y uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos, descansa en el Panteón Nacional de Portugal en Lisboa, un edificio barroco de finales del siglo XVII situado en una colina de la capital portuguesa y donde se le presenta simplemente por lo que fue: “Futbolista”.
El ataúd de Eusebio, que falleció en enero, fue trasladado en julio en un carro tirado por caballeros hasta uno de los sarcófagos del Panteón Nacional. Los honores de Estado le fueron concedidos meses antes por parte del Parlamento. Eusebio se convertía así en el primer deportista en compartir descanso eterno con los personajes más ilustres de la historia de Portugal (escritores, artistas, políticos, militares y científicos).
La escultura de Lev Yashin
Lev Yashin (1929-1990) jugó hace mucho y falleció hace tiempo. Sin embargo, la leyenda del único portero Balón de Oro es eterna. De hecho fue la imagen del cartel oficial del Mundial de Rusia de 2018. El cancerbero moscotiva descansa en el cementerio de Vagankovskaya, en un panteón acorde a su relevancia y en el que está representado por una figura esculpida en mármol. Yashin está caminando, cabizbajo, con un balón en su mano derecha y unos guantes, en su izquierda.
Vagankovskaya es un camposanto de leyendas del deporte ruso. Por sus laberintos de caminos están las tumbas de Sergei Belov, campeón olímpico de baloncesto en Múnich’72; Alexander Gomelsky, uno de los pioneros del baloncesto ruso y seleccionador campeón olímpico en Seúl’88; Mikhail Voronin, gimnasta que conquistó dos oros en México’68; Viktor Tikhonov, tres veces campeón olímpico de hockey sobre hielo, Valentín Bubukin, campeón de la Eurocopa de 1960 o Nikolái Stárostin, fundador del Spartak Moscú.
El cementerio de los campeones del Mundo
Alcides Ghiggia (1926-2015), el día que su corazón dejó de latir, era uno de los últimos supervivientes del Maracanazo de 1950. Suyo fue el gol que enmudeció el estadio donde la Selección de Uruguay venció a la de Brasil, en una de las grandes gestas del fútbol. Los restos de Alcides Ghiggia yacen en el Cementerio de Buceo, el camposanto con más campeones del mundo de fútbol.
La Asociación Uruguaya de Fútbol tiene en Buceo el llamado Panteón de los Olímpicos, donde reposan varios de los futbolistas que hicieron al país los mejores del planeta en 1924, 1930 y 1950. Entre otros, Pedro Cea, Juan Carlos Gonzále Ortiz, Jorge Manicera, Roque Gastón Máscoli, Óscar Minguez, Julio Perez o Juan Alberto Schiaffino. Sus nombres y los de varios más son recordados en una lápida ubicada en el cementario más grande de Montevideo.
Les Corts, el camposanto azulgrana
Ladislao Kubala (1927-2002) está dentro del ránking elaborado por la FIFA de los 50 mejores futbolistas del Siglo XX y es a su vea símbolo del FC Barcelona, un club que tiene en el cementario de Les Corts su camposanto de referencia. Allí, recinto próximo al Camp Nou, además del nicho de Kubala, están enterrados otros históricos del club: Estanislao Basora, Paulino Alcántara, Vicenç Piera y Pañella, Josep Samitier, Ramón Bruguera, César Rodríguez, Urruti o Manchón.
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