LAS PALMAS

Las cosas de Curbelo pasan por algo

El defensa cumple mañana 150 partidos con Las Palmas. Otrora tentado por Villarreal y Real Madrid, continúa siendo intocable cuatro años después.

Las Palmas
Carlos Diaz-Recio

En el centro de Gran Canaria se asoma, entre el Barranco Guiniguada y fastuosas montañas, la Villa de Santa Brígida. Allí, dándole patadas a un balón de fútbol, comenzó el pico y pala de uno de los centrales más solventes que ha tenido la UD Las Palmas en el presente siglo. De un tiempo a esta parte, la defensa del equipo grancanario no se entiende sin la aguerrida presencia de Eric Curbelo. Este fin de semana cumple 150 partidos con el primer equipo amarillo, posteriores a una trayectoria que tuvo de todo, hasta misteriosas lesiones.

Hay quien sostiene, sin atender a casualidades, que todo en la vida pasa por algo. Por eso, un ejemplo palmario del brillante porvenir futbolístico que se le intuía a este pibe de rubio flequillo estuvo en que, siendo uno de las joyas del club de su pueblo, acaso un pueblo de una isla en medio del Atlántico, estuvo en los cantos de sirena que escuchaba desde que era un niño. Tan bueno era Curbelo que dos de las canteras más poderosas de Europa tuvieron conocimiento de su capacidad, por lo que su salto a la Península era cuestión de tiempo.

Su periplo en el Villa de Santa Brígida duró hasta completar la categoría infantil. Hasta aquí vinieron a verlo desde el Villarreal y Real Madrid, tan interesados ambos en probarle en vivo y en directo. De hecho, el propio Curbelo, junto a su familia, se montó en un avión en busca de un sueño que amanecía demasiado temprano. Imposible no ilusionarse. Cuando era apenas un alevín, todo parecía hecho con el propio Villarreal, que finalmente le extendió un contrato y condiciones que no es que fueran las mejores, por lo que hubo ni firma ni fichaje.

Curbelo se empeñaba en seguir demostrando que, por talento, su sitio estaba más allá de su pueblo. Tal fue su empeño que, ya en categoría infantil, el Madrid llamó a su puerta. Por desgracia, su frustado fichaje por el club blanco tampoco es que tuviera que ver con motivos deportivos, pues en un reconocimiento médico se le “detectó” una lesión de rodilla de la que, a día de hoy, ni siquiera el propio futbolista tiene constancia.

Le llegó entonces la edad cadete, cuando fichó por el Universidad. Dos años después, ni que estuvieran condenados a entenderse desde mucho antes, Curbelo se estrenó como juvenil con Las Palmas, que tuvo a bien cederlo a la UD Telde. Allí, en el municipio anexo a la capital grancanaria, debutó en Tercera División de la mano de Pacuco Rosales, histórico entrenador de la Unión Deportiva y uno de las personas más respetados del fútbol insular. De ahí se marchó cedido al Leioa, en lo que era la Segunda B, pero su maña experiencia en el equipo vasco le trajo de vuelta a Gran Canaria. Al final, el salto a la Península llegó una década después y no precisamente a donde tanto soñó.

Alineación de astros.

Para “llegar”, el componente suerte en el fútbol se hace cada día más necesario. Su sitio en Las Palmas, una vez regresó de una estancia peninsular que a punto de producirse mucho antes y en circunstancias totalmente opuestas, estaba en el filial, en Segunda B. Pero ocurre que, en su caso, los astros comenzaban a alinearse. Su juego y el momento le invitaban, cada día más, a subir de piso.

Ocurre que, en el curso 2017-18, Las Palmas tuvo un triste vagar por Primera División, lo que se tradujo en un descenso todavía más doloroso. Esa temporada juega 26 partidos en el filial amarillo a las órdenes de Juan Manuel Rodriguez, quien poco a poco cae rendido a su talento. Tanto fue así que, a la temporada siguiente, compite todos los minutos posibles de las 16 primeras jornadas ligueras, parando la 17ª tras haber acumulado cinco tarjetas amarillas. Por edad y rendimiento el filial dejó de ser su hábitat natural. No solo eso, sino que a los mayores les costaba más de lo imaginado adaptarse a Segunda División. Tan necesitado el primer equipo de referentes caseros, lesiones también, se aceleró la sucesión natural de los acontecimientos.

Desde entonces, por más competencia que haya tenido, lo mismo da que sea como lateral derecho que como central, Eric Curbelo ha sido indiscutible en la defensa de Las Palmas igualmente para Paco Herrera que para Pepe Mel o García Pimienta. Tanto es así que, en apenas cuatro años, suma ya 149 partidos oficiales: 143 de liga, 2 de playoff de ascenso y 4 de Copa del Rey. Mañana cumple otra cifra redonda, empatando a Sergio Araujo en la 69ª posición de tan distinguida clasificación.

Sin ir más lejos, esta temporada ha jugado en 27 de los 28 partidos, siendo titular en 24. Acumula un gol y 2.175 minutos sobre el césped, el líder de su equipo en este apartado.

Pudo abrirse camino en el Villarreal. También en el Real Madrid. Más fácil lo hubiera tenido, desde luego. Por eso tiene más mérito. Cosas de un destino con el que cada día está más cerca de cobrarse la deuda. No llegó a Las Palmas hasta que fue juvenil. Parecía que su carrera se podía torcer pero la encauzó en su casa, en el equipo de su isla, con el que tiene contrato hasta el año que viene. Sigue su camino en Gran Canaria con un destino final más que claro. Los astros se alinean mientras las cosas siguen pasando por algo. Todo el trabajo de tantos años. Un año más de contrato. La historia se cuenta sola.

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