Salah es el alma de la fiesta

Después de una temporada, la Champions League regresó a Anfield. La echaban de menos a orillas de Liverpool y, después de remontar al Milán en la primera jornada de la fase liguera, los reds empezaron a encarrilar su clasificación para los octavos de final con un nuevo triunfo frente a un equipo italiano. Incontestables. Slot también tenía ganas de estrenarse en su nueva casa en competición continental y gozó de un debut perfecto. Apenas pasó apuros su equipo, liderado por Salah, que marcó un gol y asistió en otro, que sigue haciendo historia. También Mac Allister, que anotó su primer gol en la máxima competición continental de clubes.

Mandó el Liverpool desde el inicio, pero fue el Bologna quien marcó primero. El tanto de Dallinga, sin embargo, no subió al marcador por fuera de juego. Los italianos desaparecieron seguidamente. Mac Allister abrió el marcador en el minuto 11 rematando un centro de Salah y Núñez creyó haber ampliado la ventaja local poco después en su regreso a la titularidad, aunque el gol fue invalidado por fuera de juego. Sin aviso previo, los visitantes estrellaron el balón contra el larguero a la media hora de juego. Ndoye no empató, pero devolvió esperanza a los suyos, que bien podrían haber llegado al descanso sin esperanzas de volver a meterse en el partido. Tomaron la iniciativa durante unos minutos, pero, según avanzó el cronómetro, el Liverpool volvió a hacerse con el control.

Dos ocasiones italianas, de Orsolini y Urbanski, trataron de discutir el dominio del Liverpool. Sin éxito. Alisson en la primera instancia y la puntería de Urbanski en la segunda lo evitaron. Y los reds volvieron a mandar. Cómodamente. Más aún cuando Salah aprovechó el espacio generado por una carrera de Alexander-Arnold en banda. El egipcio recortó hacia adentro y disparó a la escuadra para convertirse en el primer jugador en la historia del Liverpool en marcar en cinco partidos seguidos como local en competición europea. Anfield se rindió a un jugador de leyenda. Y el Bologna también. Bajaron los brazos los italianos, festejaron los ingleses.