ITALIA

Pioli y Nicola, cuando la humildad gana

Los artífices de las hazañas de Milan y Salernitana comparten actitud, estilo comunicativo y agente, Gabriele Giuffrida. Sus éxitos vienen de lejos…

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La figura del entrenador ha cambiado en los últimos años. En muchos casos, su peso ha llegado casi a superar el de las estrellas que gestionan. Solo hace falta pensar en la cantidad de “-ismos” que vivimos: Guardiolismo, Cholismo, Kloppismo, Sarrismo, Allegrismo…

En el Calcio, no obstante, en este curso triunfaron dos técnicos que hacen de la humildad su bandera: Stefano Pioli y Davide Nicola. El primero es el nuevo campeón de Italia, su único título tras veinte años de carrera. Este scudetto es un momento fundamental de su vida y ya lo lleva en su piel. Precisamente, en el antebrazo izquierdo.

Pioli firmó a finales de 2019 en un Milan en llamas. Las ideas de Giampaolo no funcionaron, el club marchaba undécimo y tocó fondo con el histórico 0-5 que sufrió ante el Atalanta en Bérgamo. En enero de 2020 llegó Ibrahimovic y, poco a poco, el equipo empezó a mejorar.

Si la llegada de Zlatan fue tan efectiva, fue también gracias a la humildad de Pioli, que no dudó en reconocer que el sueco “le enseñó mucho”, que le hizo crecer. Declaraciones parecidas a las que tuvo, en su momento, para Davide Astori. El italiano era el entrenador de la Fiorentina en el día de aquella terrible tragedia, y definió al capitán como un guía en el que se apoyaba “si hacía falta alguien para dar un paso adelante juntos”. Supo gestionar el vestuario viola tras aquel luto y dimitió un año después.

Pioli, como declaró hace dos semanas a AS, rechaza las etiquetas y cree que el mejor camino para un entrenador es el “que hace estar cómodos a tus jugadores”, porque, al final, “son ellos los que marcan la diferencia”. Buscó en la creación de un grupo unido (“más que nunca”, cuentan en Milán) la fórmula para mezclar el talento joven y la experiencia que la directiva puso a su disposición. A eso, supo añadir, gracias a la sinceridad y a la simpleza de sus declaraciones, una simbiosis con la hinchada, que empezó a adorarle. El cántico “Pioli is on fire” ya es parte de la historia milanista.

El Milan le dio confianza y tiempo, y recogió los frutos. Acabó el primer curso en el sexto puesto, fue subcampeón en el segundo y, en el tercero, llegó el scudetto. Ahora, el club le pide dar un paso adelante también en la Champions, que ha sido históricamente su hábitat natural. Confianza y tiempo son los que, por fin, debería tener Davide Nicola, con el que Pioli comparte agente.

Gabriele Giuffrida es el representante del entrenador campeón de Italia, el de la Salernitana, e, ironía del destino, también de Perotti y Vicario. Son, estos dos últimos, el lanzador y el portero del penalti que le habría podido dar a los campanos la salvación evitando el psicodrama de la última jornada. El argentino lo falló y a Nicola, entonces, le tocó sufrir hasta el último minuto de la temporada. No le sorprendió, ni le agobió: los italianos conocen su resiliencia. En 2014 sufrió la mayor tragedia que puede vivir un ser humano. Su hijo Alessandro falleció con 14 años, atropellado por un autobús mientras iba en bici.

Salernitana
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Dos años después, protagonizó una de las mayores hazañas conseguidas en la lucha por evitar el descenso del Calcio. Cogió las riendas del Crotone, que llegaba a la Serie A por primera vez, y sumó en la primera vuelta apenas nueve puntos. En la segunda fueron 25, 20 de los cuales conquistados entre abril y mayo, consiguiendo una salvación milagrosa, en la que no creía casi nadie. Cumplió, así, el voto que hizo antes: regresar desde Crotone a su casa, en Turín, en bici. La distancia era de 1.300 km y la recorrió en nueve días.

Este éxito le puso etiqueta de experto en salvaciones desesperadas, que vivió también después, en Genoa y Torino. La Salernitana llamó a su puerta en febrero de este año. Sumaba 13 puntos en 23 jornadas, y los medios le dejaban apenas un 7% de posibilidades de seguir en la Serie A.

Sabatini contó que sabía que Nicola iba a salvarlos cuando le escuchó gritar a un defensa, en el primer entrenamiento, “¡persíguelo con felicidad!”. Los granata crecieron con él y su “felicidad”, sumando 15 puntos en las últimas ocho jornadas. La temporada se cerró con el equipo agotado y arrollado por el Udinese (0-4), y hubo que esperar el pitido final del Venecia-Cagliari (0-0) para celebrar la primera, legendaria salvación de los sureños. Nicola lo festejó corriendo como un loco por todo el campo del Arechi. A pesar del inesperado adiós de Sabatini, seguirá al mando del club también con el nuevo director deportivo, Morgan De Sanctis. Pronto le tocará cumplir otra promesa, que hizo cuando tenía que recuperar 12 puntos para dejar atrás la Serie B: ir andando desde Salerno hasta el Vaticano. Ante todo lo que he hecho antes, 278 kilómetros no son nada.

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