Abrazo a la ‘Generación Z’
Ancelotti alinea un once de 23,8 años en Anoeta como remedio contra un “calendario absurdo”. Endrick, héroe con 18 años; Vinicius, capitán con 24...
Como remedio contra un “calendario absurdo”, revolución. La probeta fue San Sebastián y a Ancelotti le funcionó la fórmula. Tras una víspera donde la falta de oportunidades a Endrick y Güler monopolizaban las conversaciones, Carletto respondió con dos tazas. Titular el brasileño y el turco. Para combatir el exceso kilométrico, piernas frescas. Y sangre joven. Más aún. Porque el equipo blanco ya tiene una plantilla de largo recorrido: cuarto menor promedio de la Liga (25,1), para más señas. Pero el de Reggiolo rizó el rizo. En Anoeta, un once de 21,5 años. Ancelotti se abraza a la Generación Z.
El héroe, Endrick y sus 18 años. Un adolescente que decide en el área como un veterano. El capitán, Vinicius y sus 24. El más veterano, Rüdiger y sus 31. De hecho, solo Rambo, de los elegidos en Anoeta de inicio, no es un zeta o, en su defecto, un centennial. El resto, todos nacidos de mediados de la década de los 90 en adelante (aunque no hay consenso con el inicio). Con Ceballos (28 años) caminando al límite entre generaciones. A partir de ahí, Lunin (26), Tchouameni (25), Fran (25), Camavinga (22), Asencio (22), Bellingham (21), Güler (20)... Un Madrid hijo de la era digital. Con menos edad, pero con piernas. Una apuesta refrescante que permitió a Ancelotti volver a Madrid con una sonrisa y sacando pecho: “Hemos rotado, pero el equipo ha mantenido la solidez. Ha hecho un buen partido a nivel defensivo y ha sido solidario”.
“El equipo ha hecho un gran partido defensivo, ha sido solidario”
Ancelotti, orgulloso
Y eso fue, y es, lo más importante para el italiano. “Compromiso” y “equilibrio” son el elefante en su habitación. La llave de los minutos para ese plan centennial está en el sacrificio, porque el talento va intrínseco en su plantilla. De ahí que Güler, aunque pasó de puntillas en lo ofensivo (solo un remate que se marchó fuera y una ocasión creada y ningún regate completado), se llevase los halagos del técnico tras la victoria: “Arda ha trabajado muy bien en la posición, ayudando mucho en el aspecto defensivo...”. La pregunta no fue sobre el de Altindag, pero Carletto quiso mandar el mensaje. Una especie de ‘así sí’. Fueron tres recuperaciones y salió victorioso de tres duelos aéreos. Arda le puso más intendencia que magia a su noche. Y aunque para muchos se sintió como tiro al aire, para Ancelotti se tradujo en un paso al frente.
Casi a gol por hora
Aunque no tan contundente como el de Endrick. No necesita mucho para morder y el pase de Bellingham fue mucho. El zurdo de Taguatinga le quitó el envoltorio y marcó su cuarto tanto en Copa. Y el sexto en total. En un puñado de minutos. De hecho, cada 79′ da un zarpazo. Casi a gol por hora. La mejor manera de arrimar del hombro. Y pudo hacerlo aún más, pues estrelló un violento latigazo en el larguero. Amén de interpretar el juego con madurez en varias situaciones. Sin la premura de otras noches. Un Endrick joven, pero maduro. Como todo el Madrid.
Más allá del resultado, esa fue la gran victoria de Carletto. En Anoeta reclutó soldados y encontró a un Madrid que supo ganar siendo más italiano que galáctico. Empezando por Endrick y Güler, que siguieron el ejemplo de un Vinicius que fue más capitán que él mismo o un Bellingham que lleva tatuado el esfuerzo en los pulmones. Sin todos los Fantásticos en el campo, la Generación Z al poder.
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