Modric, ante un equipo en guerra

Hace once meses, el Shakhtar se enfrentaba al Real Madrid en la Champions con catorce brasileños en nómina, costumbre muy arraigada desde que entrenara al equipo el rumano Mircea Lucescu. Y para enero esperaba al decimoquinto, el lateral Vinicius Tobías, hoy en el Castilla, al que tenía apalabrado con el Internacional desde meses atrás. Hoy solo está Lucas Taylor, al que el actual técnico, el croata Igor Jovicevic, conocía de sus años en el Dnipro y al que convenció para integrarse en un equipo desfiguradísimo por la guerra que asola a Ucrania desde el pasado mes de marzo. El Shakhtar es hoy un equipo itinerante, que vive entre Leópolis y Varsovia, según toque Liga o Champions (sigue el partido en directo en AS.com).

Ese estado de excepción cumple ya ocho años, desde que estalló el conflicto en el Donbás, su casa. Rinat Akhmetov, el magnate de la minería y el acero que hace 26 años adquirió el club, construyó en 2009 un nuevo estadio, una magnífica ciudad deportiva y un equipo campeón (35 títulos bajo su mando). Un lustro después, Donetsk era zona de guerra y el club inicio un largo exilio: Leópolis, Jarkov, Kiev y de nuevo Leópolis. Con la invasión rusa se calcula que la fortuna de Akhmetov ha descendido de 14.000 a 6.000 millones de euros. Y el club ha sufrido una merma considerable. Un equipo que siempre presumió de una gran legión extranjera solo cuenta ahora con el mencionado Taylor, el centrocampista croata Djurasek, al que Jovicevic conocía del Dinamo de Zagreb y el Dnipro, y el burkinés Lassina Traoré, el goleador del equipo que no pudo jugar ante el Madrid el curso pasado porque se rompió el cruzado y ha pasado nueve meses parado. De hecho, hubo dudas de si se sumaría a la desbandada general, pero finalmente optó por quedarse.

En esta situación, ha tenido que formar una plantilla Frankenstein. Recuperó a ucranianos que militaban en clubes foráneos (Mikhaylichenko del Anderlecht, Petryak del Fehervar, Zubkov del Ferencvaros, Shved del RKV Malinas), repescó cedidos (Sikan del Hansa Rostock y Kulakov del Tuzlzspor), fichó en el mercado interior (Nazaryna, Totovtskyi y Ocheretko) y tiró de la cantera. De los siete máximos goleadores del equipo el curso pasado solo quedan dos (Traoré y Sudakov) y Akhmetov se vio obligado a malvender futbolistas muy por debajo de su valor de mercado a grandes equipos como Benfica, Fiorentina o Lazio. Así que ahora el Shakhtar se ve obligado a competir con un grupo joven (24 años es la edad media de la plantilla) liderado por dos futbolistas obligados a acelerar su progresión: el guardameta Trubin y el extremo Mudryk, la figura del equipo.

Un entrenador de La Fábrica

Con todo, el Shakhtar dio la campanada al golear al Leipzig en Alemania (1-4) y empató en casa con el Celtic (1-1). Si hoy le gana al Madrid será líder de grupo, como también lo es en su Liga. En ambos compromisos europeos Jovicevic repitió un once en el que figuran muchos futbolistas que el año pasado eran habituales en el banquillo.

Jovicevic conoce bien el Madrid. Jugó cinco años en el Castilla y fue compañero de vestuario de Esanáider, Mutiu, Toril, Ramos, Alfonso, Urzaiz, Contreras, Fernando Sanz, Raúl, Guti o Álvaro Benito entre otros. Al Madrid llegó como el juvenil más prometedor del fútbol balcánico y disputó algunos amistosos con el primer equipo, pero no llegó a debutar porque una cláusula del contrato de traspaso disparaba su precio si aquello sucedía. Tiene negocios en España y domina el castellano, pero también ha jugado y entrenado en Ucrania. Sus buenos resultados en el Dnipro, al que dirigió dos años, le han traído hasta aquí y ve esta Champions como una gran oportunidad para su carrera, pese a la situación tan complicada que rodea al equipo.

El Shakhtar ha jugado las últimas doce ediciones de la Champions, aunque solo una vez llegó a cuartos. Con el Madrid ha jugado seis partidos en siete años, todos en fase de grupos, y ganó dos y perdió cuatro. Así que ha asumido bien ese exilio forzoso. “Los jugadores no quieren oír hablar de la guerra. Ellos son los guerreros”, dice Jovicevic.

Casi de gala

El Madrid, por su parte, tendrá que pasar otro partido sin Courtois, pero recupera a Lucas Vázquez y Modric. Ancelotti ha racionado mucho al croata, pero aún así, hasta el domingo, había jugado todos los partidos (ninguno completo), a una media de 66 minutos por choque. En definitiva, resulta imprescindible. Y más si su relevo natural, Ceballos, es baja por lesión.

Modric solo faltó ante Osasuna y el Madrid se dejó los primeros puntos del curso. Hoy tendrá minutos, bien de salida, bien como solución de emergencia. Al once también volverán Militao y Valverde y la alineación será casi de gala porque corre prisa asegurar los octavos. Una clasificación rápida puede aligerar de minutos a los más castigados en este maratón premundial.