WORLD FOOTBALL SUMMIT

Bakenga, el ángel de RD Congo

El delantero noruego recibe el Premio Marcus Rashford tras crear en el país de sus orígenes el College Namagunga, donde se educa a 1.400 huérfanos.

FIFPRO

Mushaga Bakenga, exinternacional noruego de orígenes congoleños que juega en el Punjab de la Superliga de India, se ha convertido en el último galardonado con el Premio Marcus Rashford, que reconoce a los deportistas que promueven iniciativas para propiciar un cambio positivo en sus comunidades. The Divided World, la organización que dirige Bakenga, recauda fondos para las necesidades del College Namugunga, un orfanato en la República Democrática del Congo.

El Premio Marcus Rashford, en honor al comprometido futbolista del Manchester United, se concede en colaboración entre World Football Summit y FIFPRO. Bakenga es el segundo que recibe este premio, después de que la internacional danesa Sofie Junge Pedersen ganara el galardón inaugural el año pasado. “Nos sentimos muy agradecidos y honrados por haber ganado este premio”, declaró Bakenga. “Significa mucho para mí y significa mucho para mi familia, y especialmente para los niños que asisten al College Namagunga en el Congo”.

“Hoy hay unos 1.400 niños en el College Namagunga. Casi 90 alumnos obtuvieron becas universitarias, una oportunidad con la que antes no habrían podido soñar, y el colegio trabaja ahora para establecer programas con instituciones de enseñanza superior y becas que garanticen más plazas para los niños en el futuro. Con la ayuda de mi abuelo, ya fallecido, pusimos en marcha esta escuela y este proyecto, y tenemos grandes planes para el futuro. Este premio nos ayudará y motivará para seguir haciendo lo correcto”, afirmó el delantero, de 32 años.

“La primera vez que pedí consejo a mi abuelo sobre cómo aprovechar mi posición como futbolista para marcar la diferencia, juntos llegamos a la conclusión de que la formación es clave para un mejor inicio en la vida. Hallamos una pequeña población justo en las afueras del lugar procede mi familia, en RD Congo, que había sido severamente afectado por la guerra y la pobreza, donde muchos niños habían perdido a sus padres y luchaban por sobrevivir. Eran niños de 11 años, sin familia, sin hogar, sin acceso a alimentos, y pese a todo eran responsables no solo de sí mismos, sino también de sus hermanos más pequeños”.

“Decidimos construir una escuela para el orfanato que había allí, y dar a estos niños un comienzo más justo en la vida: darles una mano para construir, en lugar de condenarles a la mano que les había tratado injustamente y sin una vía de salida. Al comienzo construimos aulas, contratamos profesores e informamos que la educación gratuita estaría disponible para quien lo deseara. Cuando al comienzo aparecieron 300 niños, comprendí que iba a tratarse de una iniciativa mucho mayor de lo que había previsto en un principio, y que mi cuenta bancaria no podría cubrir todos los costos. Por lo tanto, en lugar de limitar el número de alumnos, lo ampliamos con la demanda, y fundamos una organización denominada The Divided World (El Mundo Dividido), que nos ayuda a captar fondos y a apoyar las necesidades de la escuela”, concluye este ‘ángel’ con borceguíes.

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