BARCELONA

Eder Sarabia, 'ángel y demonio'

Desde Mourinho, ningún segundo alcanzaba su nivel de protagonismo en el Barça. Sarabia generó división por sus aspavientos en el Bernabéu, pero ganó relevancia.

GORKA LEIZADIARIO AS

"Con todos los planes que me surgen para estos días de #EstadoDeEmergencia en casa, (trabajar, hacer deporte, leer, escuchar música, ver series, directos de Instagran, tomar el sol, aprender catalán, cocinar, bailar...), no me llega con las 24 horas del día!!!". El último tuit que colgó Eder Sarabia (12-1-1981) resume bien la vitalidad desbordante que mueve al ayudante de Quique Setién en el banquillo del Barcelona. Aunque ya lo era puntualmente en los lugares donde había acompañado a Setién, Eder Sarabia se convirtió en personaje público a nivel nacional con motivo del Clásico. Sus aspavientos en el vestuario, donde se retorcía buscando una explicación a los errores técnicos y tácticos de sus jugadores le catapultaron a la fama, lo quisiera o no. A él no le pareció importar demasiado: "Mi esencia no va a cambiar. Estoy orgulloso de ser como soy y seguimos".

Eder Sarabia, que ya era un personaje controvertido en los campos del fútbol español, bordeó la línea del exceso en el Clásico, pero consiguió dividir al aficionado del Barça. Un sector amplísimo aplaudió sus reproches a los jugadores ("no hace nada de lo que hay que hacer", llegó a decir a un destinatario desconocido). Sus seguidores se ampararon en el poder absoluto del vestuario del Barça y consideraron necesario que alguien cuestionase su cuota de autoridad. El sector crítico le reprochó que nada tiene que ver la ascendencia de los jugadores en el club con hacerlos quedar en evidencia. No por hacerlo delante de las cámaras, sino por hacerlo a muchos metros de distancia de los jugadores señalados y al lado de los jugadores del banquillo. El asunto se solucionó en una tercera y política vía, las formas. Setién pidió perdón por Sarabia; Sarabia pidió por él; y finalmente jugadores como Piqué o Jordi Alba dijeron que no tenía que pedir perdón por nada. Una resolución tan absurda de la crisis como el desencadenante y que, lógicamente, tuvo una intrahistoria de puertas adentro en el vestuario de la que se sabrá más con el paso del tiempo.

Desde Mourinho, ayudante de Robson, ningún segundo había tenido tanto protagonismo, al menos en el impacto inicial, en el Barça. Van Gaal llegó con un equipo numerosísimo grupo de técnicos discretos (Van der Lerm, Hoek), y también tuvo alrededor a ex jugadores como Koeman o Bakero que estaban en proceso de aprendizaje y que ya habían tenido todo el reconocimiento suficiente posible por ser miembros del Dream Team, primer campeón de Europa de la historia del club. A Henk Ten Cate, segundo de Rijkaard, siempre se le colgó la etiqueta de poli malo, pero sus decisiones impopulares se tomaron en la intimidad. Tito Vilanova fue el gurú en silencio de Guardiola hasta que le tocó dar el salto al primer equipo; él le acompañó el discreto Roura. Con Martino llegó Jorge Pautasso; y Luis Enrique tuvo a Unzué y a Robert Moreno, que por entonces todavía estaba en modo de perfil bajo. Jon Aspiazu, mano derecha de Valverde, pasó de puntillas a nivel público, si bien fue respetado en el vestuario, precisamente por su discreción.

A sus 39 años recién cumplidos, a Sarabia le desborda la energía. Le pone pasión en el trabajo y es un entrenador que genera empatía, pero su carácter le ha generado problemas en algunos campos, con banquillos rivales, y también en algún túnel de vestuario. Él lo vive así y, a juzgar por sus palabras ("estoy orgulloso de ser así"), a eso deberá acostumbrarse el Barça. 'Ángel y demonio'.

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