El meta del Espanyol paró de forma magistral un penalti a Lucas. Los gallegos estrellaron dos balones al palo, pero siguen sin ganar. El punto alivia a los de Quique.
Clarence Seedorf todavía está preguntándose qué tiene que hacer su equipo para ganar un partido. Y es que el Depor estrelló dos balones al palo, fue mucho mejor que el Espanyol en el segundo tiempo y tuvo un penalti para sumar tres puntos vitales en la pelea por la salvación. Claro que enfrente había otro gallego llamado Diego López, que volvió a demostrar lo gran portero que es. Hace poco le paró uno a Messi, esta vez a Lucas para darle un punto de alivio a un Espanyol que va sumando, pero que sigue sin despejar dudas.
Desde el inicio del partido quedó claro que el balón, las posesiones largas, eran más una incomodidad que una virtud para los dos equipos. Quizá el Espanyol estaba algo más cómodo moviendo el juego, pero el peligro sólo aparecía cuando había robos, balones largos o contras. Era un ejercicio de voluntad hacia la victoria, pero sin descubrirse lo más mínimo. Llevó peligro Baptistao en un par de irrupciones, especialmente una tras un error de Juanfran en la salida. Llevó mucho más Fede Cartabia en un enorme remate que se encontró con el poste. Era la cuarta madera desde que Seedorf llegó, demostrando que la fortuna no termina de acercarse al Deportivo. Ni Rubén ni Diego López terminaron de sufrir en un primer tiempo de intensidad, fuerza y miedos en el que Mosquera fue el único capaz de poner algo de luz con sus cambios de juego, robos y conducciones. Demasiado poco de ambos equipos que explicaba la precaria situación en la que llegaban ambos al partido.
El segundo tiempo se inició con parámetros similares, aunque no idénticos. El Depor dio todavía un paso más atrás dejándole el balón a un Espanyol que lo aceptó más por obligación que por convicción. El partido seguía más a la espera del error que en encontrar el acierto. Y apareció el fallo. Fue de Granero al cometer un penalti evitable sobre Lucas Pérez. Riazor se relamía, pero el coruñés se encontró con otro gallego, con un Diego López enorme que prolongó el gafe de un Lucas que llegaba al partido tras superar los mil minutos sin ver puerta. Era el minuto 65 y la pregunta, al margen de la enorme oportunidad desaprovecha, era cómo iban a reaccionar ambos equipos. Y la respuesta fue un cambio de papeles con un Depor insistente y un Espanyol esperando una contra mágica. Para el los coruñeses, a pesar de su fe, las meigas no paraban de crecer. Gran centro de Çolak para que Andone, a placer, rematase al palo. Luego acoso, pero sin derribo, sin una victoria que llevarse a la boca durante diez jornadas ni los días que se juega mal, ni tampoco los que se hacen bien las cosas.