Bittner se presenta en sociedad en otro tostón de etapa

Los velocistas suelen quejarse bastante de los trazados de La Vuelta desde hace algunos años porque les ofrece pocas oportunidades de lucimiento. Por eso la nómina de especialistas suele ser tan corta. Vista la actitud del pelotón en las tres etapas llanas de la presente edición, con potencial llegada masiva, quizá habría que reducirlas mucho más. O, directamente, eliminarlas. Estas etapas no sirven para nada, salvo para echar la siesta. Y para deteriorar la imagen del ciclismo. Al menos queda el consuelo de que no se avistan más perfiles parecidos en el presente certamen, o como mucho el de Santander. El resto del recorrido son etapas de montaña, alta o media, o tienen alguna dificultad cerca del final para romper la carrera. Ni siquiera habrá el tradicional circuito de Madrid, esta vez sustituido por una contrarreloj. Si los ciclistas, o sus equipos, deciden volver a sestear, al menos tendrán que hacerlo en un sube y baja. Poco favor le hacen al espectáculo de este deporte y a sus patrocinadores, de los que viven todos ellos.

El guion de esta quinta etapa, como ya habrán adivinado, fue un calco a las dos jornadas portuguesas que sucedieron a la contrarreloj. Una escapada protagonizada por ciclistas del Euskaltel y el Kern Pharma, los dos equipos invitados, siempre agradecidos y moralmente obligados por el gesto de los organizadores. Uno de ellos, Ibon Ruiz, hizo triplete. Tres días de sopor, tres días en fuga. Un total de 444 kilómetros al ataque. Esa es su gran victoria. Ibon es el héroe. A su lado, esta vez le tocó a Txomin Juaristi. Ambos sabían cuál era su destino: lucir maillot y esperar a que las escuadras de los velocistas neutralizasen su aventura. Eso sucedió a 40 km de Sevilla, por el empuje del Alpecin, en favor de Kaden Groves, y del Visma, para Wout van Aert. Justo coincidió con una mínima amenaza de viento que alertó al pelotón. Tampoco mucho, la verdad. Durante ese trayecto de 150 kilómetros, lo mejor de la jornada, al margen de los escapados, fueron los aficionados, que regaron varias veces a los ciclistas con mangueras al paso de los calurosos pueblos andaluces para combatir un infierno que este miércoles volvió a alcanzar los 40 grados.

El desarrollo de estas etapas nunca es completo sin alguna caída final. Que una cosa no quita la otra. Owain Doull, del equipo Education First, perdió la verticalidad a 10 kilómetros de la meta, aparentemente por un bache de la carretera, y su compañero Rui Costa, el campeón del mundo de 2013, que iba a su rueda, se llevó la peor parte y tuvo que abandonar. Un triste final para uno de los tres únicos portugueses que tomaron la salida de esta Vuelta en su país. También sufrió un incidente Mikel Landa, un pinchazo, pero no cedió tiempo porque aconteció en la zona técnica. Mayor alteración para su equipo fue la avería de su autobús, que pudo sustituir por la cesión amable del vehículo del Burgos-BH, que este año no corre La Vuelta.

Ni ganó Groves, ni ganó Van Aert. El esprint final, único momento competitivo de la jornada, se lo llevó Pavel Bittner, un joven checo de 21 años, que batió al belga del Visma en una apretadísima volata resuelta por foto-finish a golpe de riñón. Bittner se había presentado en sociedad dos semanas antes en la Vuelta a Burgos, donde ganó dos etapas, siempre un buen banco de pruebas para la Vuelta a España. Después de esos dos primeros triunfos profesionales, llega su primer éxito en una grande, en un agosto mágico. El ciclista del DSM cruzó la meta a las 18:01, con media hora de retraso sobre el tiempo intermedio previsto. En la víspera, velocistas como Jon Aberasturi ya habían señalado que Sevilla iba a ser la tercera y última posibilidad de brillo para los lobos de la última recta. Puede que a ellos les parezcan pocas. A otros se nos han hecho eternas.

La Vuelta 2024 pasa ese jueves página para encarar una jornada de media montaña entre Jerez de la Frontera y Yunquera, con un puerto de primera y tres de tercera, el último de ellos en la meta, el Alto de las Abejas. Ya no habrá esprint. Afortunadamente. Y se planteará algún tipo de batalla, al menos en la lucha por la etapa. No es tan difícil. Solo es ciclismo.

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