Pedrada de Van Aert

Se acabó la fiesta. Arrancó el espectáculo. El Tour celebró su viaje a Francia, después de tres días en Dinamarca, con una brillante victoria de Wout van Aert, vestido de líder. El belga ya era el hombre más fuerte de la carrera, como demostraba el maillot amarillo, pero le faltaba confirmarlo con un golpe en la mesa. Van Aert había sido segundo el viernes, en la contrarreloj de Copenhague. También el sábado y el domingo, en las llegadas masivas de Nyborg y Sonderborg. Tres segundos puestos que no mostraban a ningún Poulidor, sino a un depredador con el instinto afilado para pegar el hachazo definitivo en Calais, en la cuarta jornada, ya en territorio francés. Lo hizo en solitario. A lo campeón. Para no dejar dudas.

El trazado de este martes parecía condenado al esprint, como las dos etapas anteriores, pero, a diferencia de estas, guardaba puntos calientes para virar el guion. Por un lado estaba el peligro del viento norteño, que, como de costumbre, acosó más que derribó. Aunque sí hubo intentos. Uno de ellos, muy lejano, del Quick Step. Otros, en el último tramo. Pero no fueron los abanicos los que decidieron la carrera, sino la última de las seis cotas de la jornada, Cap Blanc Nez, con una pendiente del 11% a diez kilómetros de la meta. Allí arrancó el Jumbo con un ataque coral que recordó a la París-Niza, cuando lograron un triplete. Fue un movimiento arrollador, que sorprendió a Tadej Pogacar y a otros gallos como Enric Mas, pero el arreón fue tan fuerte que tampoco lo resistieron los líderes propios, ni Primoz Roglic, ni Jonas Vingegaard. El maillot amarillo no tocó el freno por ello. Al contrario, Van Aert aprovechó la oportunidad para lograr la perseguida victoria y fortalecerse como líder en vísperas de los temibles adoquines.

Antes de la exhibición del Jumbo, la etapa acogió la típica galopada de aventureros, otra vez con Magnus Cort Nielsen, que le ha cogido el gustillo a rodar escapado. El sábado y el domingo tenía la excusa perfecta en Dinamarca, con las cunetas abarrotadas de compatriotas que jaleaban su nombre. Cort pasó en cabeza esos dos días las seis tachuelas de cuarta categoría que se distribuyeron por el recorrido, con el premio extra del primer maillot de lunares de la Montaña. El Tour ha salido ya de su país, ha retornado a su Francia original tras un lunes de descanso, pero el ciclista del bigote rubio sigue en modo fugado. Cort Nielsen volvió a protagonizar la cabalgada de turno, esta vez acompañado por Anthony Pérez, un francés con antepasados andaluces que veraneaba de niño en la provincia de Jaén. Y volvió a acaparar premios y titulares…

Cort coronó cinco de las seis cotas del trazado, todas de cuarta, para dejar su recolecta en once cimas consecutivas. Con siete le hubiera bastado para batir un viejo récord de Federico Martín Bahamontes, que pasó en cabeza los seis primeros puertos del Tour en 1958. El dato está bien como anécdota, para amenizar la etapa, pero hay que darle poca credibilidad. En los tiempos del ‘Águila de Toledo’, oficialmente elegido el mejor escalador de la historia, los puertos de cuarta categoría ni siquiera existían en el libro de ruta. Su encadenamiento se produjo en los Pirineos, en montañas de verdad como el Aubisque, el Aspin y el Peyresourde. En su primera incursión ganó la etapa de Luchon. Y al final del Tour se coronó como campeón de la Montaña, que entonces no lucía el maillot a puntos, que no se instituyó hasta 1975, con estreno de su admirador Lucien van Impe. El danés se ha divertido estos días, sobre todo en casa, y de paso se ha asegurado la túnica hasta el sábado, cuando La Planche des Belles Filles cambie el tercio a los escaladores de verdad, a los auténticos sucesores de Fede.

Antes de esa cumbre, los gallos tendrán que superar otra jornada decisiva sobre un recorrido muy diferente. Este miércoles irrumpe la tremenda etapa del pavés, que concentra once tramos de empedrado, un total de 19,4 kilómetros, en los últimos 75 del recorrido. Una trampa que no hará campeón del Tour a nadie, pero que puede hacérselo perder a más de uno. Van Aert, por su perfil, puede consolidar su maillot ahí. Por si acaso, antes de la llegada de las piedras, ya ha lanzado su propia pedrada.