Bienvenidos al futuro

Una mirada al podio de Madrid proyecta sueños de futuro. Allí arriba, con el maillot rojo, Remco Evenepoel saboreaba su primera grande a los 22 años. A su derecha, en el tercer peldaño, Juan Ayuso rompía récords de precocidad a sus 19, que serán 20 el próximo viernes. Sólo Henri Cornet en el Tour de 1904, en la prehistoria del ciclismo, subió al cajón más joven que el español. Han pasado 118 años. Entre ambos, a la izquierda del belga, aparecía el más viejo del trío, Enric Mas. Suena irónico que un corredor de 27 años sea el más veterano en cualquier combinación del pelotón. Miguel Indurain se coronó por primera vez en París con esa edad, para hacernos una idea. Los tiempos han cambiado. Hay un nuevo ciclismo.

Enric Mas tenía 23 años cuando ganó la etapa reina de Andorra y escaló a su primer podio de La Vuelta en 2018. Entonces se postulaba como la perla del porvenir. Ahora, no es que no haya cumplido las expectativas. No todo el mundo puede presumir de tres segundos puestos en la ronda española. Y tampoco ha dicho su última palabra, después de superar el mayor bache de su andadura, aquellos miedos que le paralizaron en el Tour. Pero las edades del ciclismo han bajado tanto, que presentan otros nombres para dominar la historia. Tadej Pogacar ganó su primer Tour con 21 años. Egan Bernal, con 22. Jonas Vingegaard, con 25. Son otros ejemplos.

Uno de esos nombres es el de Evenepoel, que ya colgaba la etiqueta de estrella con 19 años, antes de ver frenada su progresión por una grave caída en Lombardía en 2020. Remco arrastraba serias dudas sobre sus prestaciones en una gran ronda. Su victoria en La Vuelta, que preparó a conciencia, despeja esa primera incógnita y le impulsa a una división más alta. Después de romper el maleficio de Bélgica, que no ganaba una grande desde Johan de Muynck en el Giro de 1978, Evenepoel debe plantearse el siguiente examen, el gran examen: el Tour. Por el camino se encontrará con campeones consolidados. También jóvenes. Y con otros valores pujantes, como Thymen Arensman, de su misma edad, sexto en La Vuelta y vencedor de la etapa reina en Sierra Nevada.

Ayuso también apunta a esas ligas mayores, a las más altas cotas. Su debut invita a soñar. Ha sido la mejor noticia del ciclismo español, con permiso de Mas. Cuando el pelotón nacional arrastraba una de las crisis más profundas de la historia, Marc Soler y Jesús Herrada rompieron una sequía de 121 etapas sin ganar, y Ayuso confirmó su candidatura a campeón de época. Ha acabado tercero. Y eso que ha tenido que superar el COVID y una avería en La Pandera. Al principio brilló de la mano de su coetáneo Carlos Rodríguez, sólo un año mayor que él, pero el granadino comenzó a flojear en la última semana y, para colmo, sufrió una grave caída que le dejó fuera de la lucha por el top-5. Su séptimo puesto es un buen aprendizaje, en cualquier caso.

Los estrenos de Ayuso y Rodríguez en una grande contrastan con la figura de Alejandro Valverde, que a sus 42 años se ha despedido de La Vuelta, una ronda que ganó en 2009. El ilustre murciano obtuvo el plácet del pelotón para entrar destacado en el circuito de Madrid, donde rodó en solitario la primera vuelta para recibir el homenaje de los aficionados, momentos antes de que la carrera se acelerara rumbo a un esprint que puso un broche curioso: Juan Sebastián Molano, colombiano de 27 años, logró la victoria cuando lanzaba a su compañero Pascal Ackermann, tercero. Valverde puede retirarse tranquilo. Hay futuro.