MEMPHIS GRIZZLIES

Se acerca el gran golpe para Ja Morant

Las palabras del comisionado Adam Silver apunta a una sanción muy fuerte para el base de los Grizzlies, que sigue suspendido por su equipo.

RONALD MARTINEZAFP

Empezaron las Finales y antes, cuando en el Ball Arena se caldeaba el ambiente para el primer partido de en la historia de la lucha por el anillo en el Ball Arena, la milla de altitud (Mile High, más de 1.600 metros) de Denver, el comisionado Adam Silver realizó su tradicional rueda de prensa previa. En ella, como es lógico, intenta enviar mensajes luminosos, positivos, pasar revista de la mejor manera posible a una Liga que se ha recuperado de forma básicamente absoluta del socavón de la pandemia, ha cerrado un nuevo convenio colectivo sin dramas y se dispone a negociar y acordar unos derechos televisivos que darán el siguiente gran salvo de riqueza, como sucedió con los actuales, que entraron en vigor en 2016.

Pero un personaje, un mensaje mucho menos halagüeño, acabó siendo el gran protagonista de la intervención de Silver: Ja Morant, el jugador ahora mismo suspendido por Memphis Grizzlies. No se sabe de qué (no hay actividad ahora mismo en el equipo de Tennessee) pero sí por qué: Morant volvió a aparecer, por segunda vez en diez semanas, con armas de fuego en directos de Instagram. La primera fue en un club de striptease de Colorado, Shotgun Willie’s, irónicamente no muy lejos de la sede del inicio de las Finales. La segunda, en la cuenta de Davante Pack, uno de sus ahora mismo muy cuestionados amigos. En marzo, Morant recibió una suspensión de ocho partidos. Esta vez la cosa tiene todas las papeletas de ser mucho más seria. Tal vez un castigo ejemplar, revolucionario por duro y por el tema central que lo va a provocar.

Pistas claras en el mensaje del comisionado

Silver dijo que quería esperar a después de las Finales para anunciar la posible sanción. Así que parece una certeza que la decisión está tomada o básicamente cerrada. Y que no va a ser menor: de hecho el comisionado espera el suficiente ruido como para preferir que no afecte a la cobertura de las Finales, a sus protagonistas (Nuggets y Heat). En sus palabras había más mensajes: habló de “suficiente información adicional recabada”, en referencia a una investigación de la Liga que seguramente tocó a autoridades locales de Memphis y área de seguridad de los Grizzlies. Citó al sindicato (NBPA), una muestra obvia de que los tiene en cuenta como factor, lo que otra vez hace pensar en un castigo realmente severo (uno del que se deba esperar una reacción de los representantes de los jugadores). Y pareció dolido, convencido de que Morant no aprovechó la oportunidad que tuvo en marzo después de una sanción que muchas voces consideraron ligera. Ahora, seguramente, no habrá benevolencia.

La NBA sanciona por cláusulas de conductas “en detrimento” de los equipos. Reúne información y actúa. Desde luego hay debates abiertos, siempre es así en Estados Unidos, un país que se fragmenta permanentemente por sus crisis en cuestiones de raza y el constante problema con las armas. La hipocresía sobre quién tiene las armas y cómo las usa, el castigo a un deportista de 23 años en un país donde muchos, especialmente en un espectro político, presumen permanentemente de colecciones de material que incluyen rifles de asalto. Todo eso es tan cierto como que no es el asunto central con Morant, no al menos el urgente y primario que la NBA va a tratar de enmendar ahora.

Asociaciones de Memphis contra la violencia provocada por las armas y en lucha por frenar la violencia juvenil, se manifestaron, por cierto, para pedir a Morant un cambio de actitud. Padres y ciudadanos, de mayoría negra, y bajo el lema “put the gun down, Ja” (baja el arma, Ja): “Estamos cansados de lo que pasa en Memphis, de perder a nuestros hijos… No es cuestión de condenar a nadie, pero esos vídeos virales son muy nocivos para muchos jóvenes. No sé si la NBA se lo dice, si otros jugadores se lo dicen, pero nosotros queremos decir a Ja que le amamos, preguntarle por qué tiene que jugar con armas, saber si es porque está asustado. Pero debería asustarte que tú acabes en un ataúd, o que tu hija acabe en un ataúd, por jugar con la misma arma que enseñas en el vídeo, Ja. Has pedido perdón a la gente equivocada, ven a pedírselo a la gente humilde, únete a nosotros, usa tu voz”.

Desde luego hay hipocresía en el sistema que eleva a los deportistas afroamericanos en Estados Unidos, un falso culto a las grandes oportunidades. En las campañas de las grandes marcas que se quedan con lo que quieren, pura estética y narrativas románticas vacías, de la cultura del gueto y los barrios marginales. Si esta situación amplía otros debates, sería fantástico, pero no es lo que va a impedir un castigo seguramente importante para Ja Morant. Ni ha impedido que Nike haya jugado al gato y al ratón para esconder el lanzamiento de Hunger Ja 1, la nueva zapatilla de la línea de Morant, cuyo timing coincidió de lleno con el escándalo de las armas. Las zapatillas no se han evaporado ni son imposibles de conseguir, pero desaparecieron de la app de Nike, que le paga a Morant unos 12 millones de dólares al año.

El dinero del contrato, el dinero del ‘salary cap’

Tony Allen, una de las grandes leyendas en la historia de los Grizzlies y el líder espiritual del inolvidable equipo del grint and grind (formaba junto a Mike Conley, Zach Randolph, Marc Gasol…) se ofreció para ayudar a Morant, cuya relación con los Grizzlies y con la comunidad en Memphis está en mínimos: “Le diría que las armas no es algo con lo que jugar. Tienes que tener cuidado con los lugares por los que te mueves. Si crees que necesitas una pistola por una cuestión de seguridad, quizá sea cuestión de que no tendrías que moverte por esos sitios. Y lo digo por experiencia. He intentado hablar con él, hablo con su padre, le digo que estamos de su lado, que pueden contar conmigo si me necesitan. He pasado por cosas como las que está pasando él, puedo ponerse muy feo. Hay actos que son pura inmadurez. Eres joven, eres muy rico, no sabes nada… Nadie tiene más dinero en su familia, así que es el jefe, y por eso no le dan buenos consejos. Viene un verano que es fundamental para que madure”.

Silver parecía verdaderamente sorprendido, ya días antes en entrevista con la periodista Malika Andrews, de que Morant hubiera vuelto a aparecer con una pistola en Instagram. En un primer momento, en la crisis de marzo, hubo una mano blanda que, bien (o mal) mirado, se podría asociar con la condición de gran estrella del base. Cuesta no ser mal pensado. En todo caso, se jugó con la idea de que estaba en un centro de Florida recibiendo ayuda. Pero apenas pasó tiempo en él, así que parece difícil que fuera realmente tratado si es que tiene algún problema que afecta a su comportamiento. Y se le sancionó de forma suave, otro paso en falso si por ahí se quería el mensaje. Cuando volvió, su entorno, con su padre a la cabeza, llevaba camisetas con mensajes de regreso y redención, como si afrontara la vuelta tras una grave lesión. No parecía, entonces, que hubiera cambiado nada, que se hubiera aprendido alguna lección. Nada nuevo ni más saludable. Y así era porque, y sin esperar mucho, volvió a pasar. Un añadido grosero al rastro de casos (algunos confusos) que se le acumulan a Morant: agresiones tras partidos callejeros, amenazas con armas, conflictos en tiendas de zapatillas…

“Sé que he decepcionado a mucha gente que me ha estado apoyando. Este es un viaje en el que sé que tengo que trabajar más. Puede que ahora mis palabras no signifiquen anda, pero asumo plenamente la responsabilidad por lo que he hecho. Y me comprometo a seguir trabajando”. Eso dijo Morant, el número 2 del draft de 2019 y ya dos veces all-star, después del segundo incidente y la suspensión por parte de su equipo, los Grizzlies. El dinero tampoco le ha hecho escarmentar, por ahora. Inicia el próximo curso, un asunto que debe tener alerta máxima a su franquicia, la extensión de su contrato rookie. De 12,1 millones de dólares esta temporada a 33,5 la próxima. Ese nuevo acuerdo, que aún no ha arrancado, es por cinco años y unos 194 millones de dólares. El 25% del espacio salarial de los Grizzlies. La sanción le costó entrar en los quintetos All-NBA, y eso le quitó la opción de que su máximo se convirtiera en supermáximo. Eso habría llevado esos 194 millones a unos 233. Así que ha perdido casi 40, porque no era descabellado verle en alguno de los tres mejores quintetos, con los Grizzlies segundos del Oeste y él en unas medias de 26,2 puntos, 5,9 rebotes y 8,1 asistencias.

Los Grizzlies se enfrentan a un curso que puede ser perdido o casi perdido (se habla de una sanción que podría cubrir una temporada completa o algo bastante similar) y a una situación de zozobra casi permanente con el que tendría que ser jugador franquicia y referente absoluta de un equipo joven y en ascenso (hasta ahora) en el Oeste. Un chico que es una fábrica de producir dinero, por su impactante manera de jugar, pero con el que es imposible no tener en este momento serias dudas en cuanto a carácter, futuro. Este año ya acabó yéndose por el desagüe para unos Grizzlies obviamente afectados por la situación, y además barridos por las lesiones en el tramo final de la temporada y los playoffs.

Los Grizzlies generarán margen para gastar con la sanción. Morant, según convenio, perderá una parte proporcional de 1/145 de su salario si el castigo es de menos de 20 partidos. Si es más, pasa a 1/110. Del dinero que se va al limbo en vez de al bolsillo del jugador, solo el 50% va contra el cap de los Grizzlies. Es decir, con sanción de menos de 20 partidos, Morant perderá (con 33,5 millones de contrato el próximo curso) 231.000 dólares por partido. Así que cada partido generará 115.000 de espacio salarial a su equipo. Con más de 20 (como parece que será…), el castigo pasa a 304.000 por noche para él. Si se pierde, por ejemplo, 30 partidos, no cobrará 9 millones. Y los Grizzlies tendrán más de 4 millones extra para invertir en su plantilla.

Si no era cuestión de dinero y tampoco tuvo efecto el primer toque de atención, aunque acabara siendo suave, que recibió, está por ver qué hace cambiar a Ja Morant. No sabemos qué pasa en su vida privada, qué problemas tiene o no tiene. Y sin esa información, no conviene especular. Pero parece una certeza que en cuanto acaben las Finales llegará una noticia profunda, dura, un golpe fuerte de la NBA. El periodista Sam Amick (The Athletic) habla de “el martillo de la Liga” a punto de caer sobre un jugador que ha tentado demasiado a la suerte. Y que seguramente esté en un punto de inflexión muy trascendental. En su carrera deportiva y quizá también, con solo 23 años, en su vida.

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