NBA

Nuevos jefes para Luka Doncic

El board de la NBA aprueba por unanimidad la venta de Dallas Mavericks, cuyo futuro queda vinculado al negocio del juego en el estado de Texas.

Kevin JairajUSA TODAY Sports

Mark Cuban (65 años) se hizo con Dallas Mavericks en el 2000 por 285 millones de dólares. Acababa de apuntalar una fortuna forjada en las inversiones en tecnología con la venta a Yahoo, por más de 5.700 millones, de su entramado de radios de emisión por internet. Ahora, el board de la NBA, las otras 29 franquicias, han aprobado por unanimidad una operación que estaba cerrada a falta de este empujón: Cuban, uno de los propietarios más carismáticos y controvertidos de la Liga durante casi un cuarto de siglo, ha vendido los Mavs.

Se queda el 27% y seguirá dirigiendo las operaciones deportivas del equipo, el día a día. Aunque parece que, pese a que se vendió que se seguiría encargando de manejar la organización, sin un cargo específico y, desde luego, sin la última palabra. Esa es de los nuevos propietarios mayoritarios: el grupo que lideran Miriam Adelson y su yerno Patrick Dumont, Las Vegas Sands Corp, se ha hecho con el 67% de los Mavs en una operación que valoraba el total de la franquicia en unos 3.500 millones. Pero un acuerdo para la construcción de un nuevo pabellón podría disparar ese dato por encima de los 4.000 millones. Eso se acerca más a las cifras que se han estado manejando en los últimos cambios de manos de equipos NBA. Matt Ishbia compró Phoenix Suns a partir de una valoración de 4.000 millones que incluía al equipo de la WNBA, Phoenix Mercury.

Miriam es la viuda de Sheldon Anderson, el magnate del mundo de los casinos que flirteó con el proyecto de Eurovegas en la Comunidad de Madrid y cuyo imperio cuenta con resorts de juego en Macao y Singapur. De hecho, la compra de los Mavericks tiene que ver con el intento de los Adelson y los Dumont de meter sus tentáculos en un estado de Texas donde, por ahora, está prohibido el juego. Por ahora: el lobby que aprieta para cambiar las leyes quiere que el nuevo pabellón de los Mavs forme parte de un gran resort con casino incluido. Las Vegas Sands Corp tiene comprados terrenos en Irving, a unos 15 kilómetros de Dallas y cerca de donde jugaban antiguamente los Cowboys (NFL). Todo apunta en la misma dirección.

El deporte estadounidense seguirá con lupa todo este proceso. Cada vez coquetea de forma menos disimulada con la montaña de dinero que supone el negocio del juego. El último convenio colectivo de la NBA abrió la mano, un tabú hasta ahora, a acuerdos de jugadores con empresas de este sector. Cuban ya aseguró el año pasado que visualizaba ese futuro en el que su equipo jugara en un gran centro de ocio y apuestas. Ahora celebra la llegada de unos propietarios tan poderosos: “Son los mejores en lo que hacen”.

Si la fortuna de Cuban está estimada en 6.200 millones de dólares, la de Miriam Adelson se dispara a casi 33.000. En la NBA, no hay nada semejante más allá de Steve Ballmer, el cofundador de Microsoft que se hizo con los Clippers y que tiene 112.000 millones. ¿Eso afectará en lo deportivo? Sí. En la NBA hay un tope salarial para gastar en el salario de los jugadores (esta temporada, 136 millones por equipo). Pero también hay excepciones y unas tasas de impuesto que permiten ir mucho más allá si se está dispuesto a pagar las multas correspondientes. Los Warriors gastarán esta temporada, entre salarios y ese impuesto de lujo, casi 400 millones. Los Clippers, más de 300. Así es más fácil tener mejores jugadores para rodear a Luka Doncic… o afrontar la próxima renovación del esloveno, que podría entrar en vigor en 2026 y que, en las proyecciones actuales, se iría por encima de los 365 millones por cinco años.

El valor de las franquicias NBA no para de crecer. La media ronda ya los 3.000 millones. Los Mavs estaban en séptima posición de un ranking que siempre lideraban Knicks y Lakers pero en el que ahora mandan los Warriors (7.700 millones). Un negocio que atrae a nuevos multimillonarios y a sectores cuya alianza con el deporte es delicada. Es el caso de los Mavs, con el imperio de los Adelson y su guerra política para inundar de apuestas y juego el estado de Texas. Por ahora, no hay vuelta atrás.

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