Los Lakers, de milagro: sin LeBron, y ante el mejor Wembanyama

Hace mucho tiempo, cuando ni siquiera se había iniciado el siglo XXI, Phil Jackson hizo gala de su consabida verborrea para definir al título conquistado por los Spurs en 1999 como el anillo del asterisco. Y Gregg Popovich jamás se lo perdonó. Los 50 partidos disputados por el lockout, primero que acortaba la temporada en la historia de la NBA, y la ausencia de All Star en un curso baloncestístico que recogía las migajas del más que probable retiro de Michael Jordan, se inició en enero, justo cuando His Ariness hacía pública su decisión, mientras que el recorte de encuentros motivó que el Maestro Zen continuara con su capacidad provocadora para hacer un comentario que sacó de quicio a su rival. Con ambos en los banquillos, Lakers y Spurs se enfrentaron posteriormente en playoffs en 2001, 2002, 2003, 2004 y 2008. En todas esas ocasiones vencieron los angelinos excepto en 2003, con un triple errado de Robert Horry que pudo cambiar la historia. Pero que no entró.

A partir de entonces, Gregg Popovich desarrolló una particular animadversión por el eterno rival que nunca ha sido recíproca. Al fin y al cabo, los Lakers llevan en la competición desde sus inicios, los albores de la NBA, y los Spurs pasaron por la ABA antes de dar el salto mucho después y, aunque se han mantenido siempre competitivos, nunca ganaron un anillo hasta ese de 1999, ya con Tim Duncan en liza. La verdadera rivalidad entre ambas entidades explotó a partir de entonces, aunque los Lakers siempre han estado confiados y luchando otra batalla, la del trono eterno de la historia del baloncesto, ese lugar en lo más alto del Olimpo cuya lucha encarnizada con los Celtics se mantiene empatada a 17 anillos. Ahora, los angelinos han añadido un In-Season. De una forma u otra, es otra guerra.

Por todas estas cosas, no es de extrañar que este partido estuviera marcado a rojo en la agenda de Gregg Popovich. Los Lakers venían de la resaca de la Copa y tras caer en un encuentro ajustado y agotador ante los Mavericks. También sin LeBron James, confirmado como baja antes del duelo; y con Anthony Davis tocado. Y fuera de casa. Eran un cúmulo de factores que podrían haber hecho perecer a los de púrpura y oro, que sobrevivieron como pudieron, pelearon hasta el último aliento y no cayeron. Sí lo hicieron, por su parte, unos Spurs que querían ver finalizada su pésima racha, la peor de la historia para ellos desde que Gregg Popovich está en la plantilla y que se amplía ahora a 18 derrotas consecutivas. Una pena de plan de jubilación, con una cantidad ingente de dinero y un sinfín de derrotas, para un entrenador que hoy sí se empleó a fondo, pero que deja atrás el pasado y se hunde paulatinamente en un presente lleno de oscuridad.

Y eso que Victor Wembanyama hoy sí jugó un gran partido, probablemente el mejor desde que llegó a la NBA: 30 puntos, 13 rebotes, 2 asistencias, 3 robos y 6 tapones. Todo ello con un 11 de 21 en tiros de campo, 4 de 5 en triples (su tortura particular) y 4 de 7 en tiros libres. El unicornio anotó además 14 tantos sin fallo en juego (4 de 4, 2 de 2 y 4 de 5) en el último cuarto y fue el sostén de su equipo, aunque sin premio. Ese solitario tiro libre, su único fallo en los últimos 12 minutos, llegó con 115-117. Él mismo puso el marcador 116-117, una maravilla para unos Spurs que finalizaron el tercer periodo 18 abajo (84-92) y que llegaron a perder de 20. Taurean Prince anotó uno de dos tiros libres para poner el 119-122 definitivo. Los Spurs, con apenas un segundo en el luminoso, sacaron rápidamente, pero Anthony Davis interceptó el balón y dejó en nada el esfuerzo de Wemby, los 28 tantos de Keldon Johnson o los 19 de Malaki Branham. Y ahí se acabó el tema.

Fue Davis precisamente el que, sin LeBron, lideró a los Lakers a la victoria. Lo hizo con 37 puntos (13 de 23 en tiros de campo) y 13 rebotes, además de 4 robos. Y fue el hombre en el que se apoyó el equipo para inclinar la balanza hasta que no pudiera más (37:40 en pista). Todo el quinteto visitante se fue a dobles dígitos en anotación, además de los 15 tantos de Austin Reaves desde el banquillo. Y el retorno de Jarred Vanderbilt cerró huecos en defensa que se quedaron abiertos ante los Mavs. Eso permitió que los Lakers se llevaran un partido lleno de errores (33 pérdidas entre ambos equipos), fallos defensivos y mucha espectacularidad. Un nuevo capítulo de una rivalidad que ha quedado atrás, pero que Popovich ha intentado emular, quizá para volver a sentir eso que sentía hace algún tiempo y regresar a las sensaciones que le transmitía entrenar al más alto nivel. De una forma u otra, no ha habido suerte. Algo que le ha pasado mucho contra los Lakers. Por lo que sea.

Sigue el canal de Diario AS en WhatsApp, donde encontrarás todas las claves deportivas del día.