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Los Cavs, Brunson y la sombra de LeBron

En uno de los duelos más atractivos de la primera ronda, los Cavs juegan sus primeros playoffs sin LeBron en el siglo XXI. Los Knicks de Brunson, el rival.

DAVID MAXWELLEFE

Tradicionalmente y casi por definición, los duelos entre el cuarto y el quinto de cada Conferencia suponen lo más atractivo de la primera ronda de playoffs. Han sido, al fin y al cabo, los más igualados durante la regular season y los que finalizan con récords similares. Y este año no iba a ser menos: en el Oeste, Clippers y Suns se jugarán el pase a semifinales con muchos nombres propios (Kawhi Leonard, Russell Westbrook, Kevin Durant, Chris Paul...); en el Este, harán lo mismo Cavaliers y Knicks. Dos equipos que llevan mucho tiempo sin llegar a semifinales, que tienen historias con tintes paralelos y formas distintas, por sus entrenadores, de entender el baloncesto. Y una eliminatoria seguro atractiva que nos obliga a estar atentos a todo lo que pase por las connotaciones que tendría para cualquiera de ambos equipos y sus respectivos proyectos. Se pase o no se pase de ronda. Y, sobre todo, por cómo se haga.

Los Cavs están de celebración: disputarán los primeros playoffs sin LeBron James en todo el siglo XXI. De hecho, hay que remontarse a 1998 para ver los últimos playoffs de los Cavs sin el Rey. En esa época, Michael Jordan iba camino de su sexto y último anillo, LeBron tenía 14 años, Donovan Mitchell todavía no había cumplido los 2 y la peseta seguía siendo la moneda oficial en España. Toda una era, 25 temporadas completas para ver a un grupo de jugadores de la franquicia de Ohio disputar unos playoffs sin que James se encontrara entre ellos. Con él, ya se sabe: 9 participaciones en playoffs, superando en todas la primera ronda; 5 Finales. Y el anillo prometido, en 2016, ante el equipo con más victorias en temporada regular de la historia (73-9), Kyrie Irving envalentonado y el Rey consiguiendo su corona y cumpliendo la mayor de sus promesas. Casi nada.

Contra la sombra de LeBron también tendrán que luchar los actuales Cavs, que son hoy lo que son, para Cleveland y para el mundo, gracias a su mesías. Así lo dicen los datos: han pasado 20 años de su figura en la NBA, 11 de ellas con la entidad de Ohio, con la que ha coleccionado 10 récords positivos, 8 temporadas de 50 o más victorias y 2 de más de 60, con el tope de la franquicia en las 66 de la 2008-09. Sin LeBron tenemos otras 9 temporadas, 7 de ellas con récord negativo y 2 con positivo: la pasada y la presente, con ya un proyecto formado, con mimbres, con sustancia. Con algo que sacar que no sea una cantidad ingente de derrotas, algún que otro momento de tanking, decisiones infructuosas, malos entrenadores, malas elecciones en el draft (por ahí nos acordamos de Anthony Bennet), otras buenas que se quedaron muy solas (Kyrie Irving) y la sensación casi objetiva de que solo cuando estaba LeBron se podía competir.

Y más: desde la llegada del Rey a la NBA, los Cavaliers han logrado un récord de 552-342 en regular season con él vistiendo el número 23; sin él, hasta 2021, el balance es de 157-346, consiguiendo casi las mismas victorias en su presencia que derrotas en su ausencia. Rozaban el 62% de partidos ganados cuando estaba y apenas lograban el 22% cuando no. Otro ejemplo más de la dimensión de la figura de un ser celestial, centrado ahora en llamar con insistencia a la puerta que abre el trono del Olimpo, máximo anotador de la historia de la NBA y que busca convertiste en el mejor de todos los tiempos gracias a su talento, su físico y su durabilidad, que le convierten en una presencia prácticamente imperecedera.

Una nueva era

Los Cavs emergieron el año pasado. J. B. Bickerstaff, que llegó a los banquillos al final de la 2019-20 para sustituir el efímero paso de John Beilen (54 partidos) acabó esa temporada (5-6) antes de que llegara el coronavirus. Las 22 victorias de la 2020-21 fueron de mera transición y la directiva apostó por su persona antes de que llegarna los brotes verdes y buenas elecciones del draft: Darius Garland, Evan Mobley, un Collin Sexton que acabó en los Jazz en el traspaso que trajo a Donovan Mitchell... Eso, junto a veteranos de lujo como Ricky Rubio o Kevin Love permitieron a los Cavs su primer récord positivo de todo el siglo XXI para un 44-38 que les permitió disputar, aunque perder, el play in. El Rocket Mortgage FieldHouse vibró en el duelo en el que cayeron ante los Hawks, a sabiendas de la importancia del choque. No hubo suerte, pero la semilla estaba plantada. Y germinó.

Esta ha sido la temporada de los Cavaliers: la llegada de una estrella consolidada como Donovan Mitchell permitía pensar en cotas más altas, en llegar a playoffs e incluso superar una ronda: 51-31 de récord, mejor defensa de la NBA, quintos en porcentaje de tiros de dos y con el segundo mejor net rating de la NBA, sólo detrás de los Celtics. Y han tendo más de 28 puntos por partido de un Donovan Mitchell que ha cumplido las expectativas, 21,6 da Darius Garland (vaya pareja exterior), 16,2+9 de un Evan Mobley que oposita al Defensor del Año, más de 14, con 9,8, de un Jarret Allen esencial y 12,1 de Cais LeVert. Isaac Okoro es más irregular y va y viene, pero aporta mucho en defensa; Dean Wade tiene buenos momentos y Cedi Osman es el líder del banquillo. Una plantilla compensada, que ya tiene la estrella consolidada que necesitaba para ganar partidos y que demuestra una buena química, palpable y tangible en el banquillo y en pista.

Ricky vuelve a los playoffs

Y luego está Ricky Rubio: los Cavs cumplieron su palabra cuando le traspasaron, lesionado, a los Pacers el año pasado. Y le volvieron a fichar como agente libre en verano a sabiendas de que iba a volver. Ricky regresó a las pistas el 12 de enero y ha disputado 33 partidos esta temporada, casi los mismos (34) que el curso pasado antes de caer lesionado. Y su rol ha cambiado en el equipo, bajando estadísticas en puntos (de 13,1 a 5,2), rebotes (de 4,1 a 2,1) y asistencias (de 4,1 a 2,1). Pero eso no preocupa al jugador de El Masnou, que tiene clara su función tras escapar de una lesión tan importante. Juega menos (17,2 minutos por noche, el mínimo de su carrera), pero se le ve hablar más. Es comunicativo, una extensión de Bickerstaff en pista y ocupa definitivamente el rol de líder espiritual del grupo tras la marcha por mutuo acuerdo de Kevin Love. Algo para lo que contará con la ayuda de un veterano de lujo recién fichado como Danny Green.

Ricky, que disfruta de su 12ª temporada en la NBA, sabe que esto no dura para siempre y que tiene una opción de llegar lejos en playoffs este año. No juega la fase final desde 2019 con los Jazz y fue parte del grupo, junto a Donovan Mitchell, que eliminó a los Thunder del big three (Russell Westbrook, Paul George y Carmelo Anthony) en 2018. Con el propio Mitchell ha vuelto a juntar sus caminos y es evidente que la estrella respeta y admira a Ricky, que deberá pensar ahora si juega el Mundial veraniego con España. Todo puede depender de lo lejos que lleguen los Cavs en playoffs y del desgaste que haya en las piernas del catalán, MVP de la cita mundialista en 2019 (le entregó el trofeo el mismísimo Kobe Bryant) y un jugador que tiene una dignísima carrera en la NBA, donde es respetado y querido por compañeros, entrenadores, rivales y aficionados.

Los Knicks de Jalen Brunson

Parecía que Tom Thibodeau iba a salir por la puerta de atrás de los Knicks a mitad de curso, pero se ha sabido recomponer. Empezaron 10-13 la temporada antes de conseguir 8 victorias consecutivas, pero en febrero el récord era de 29-28. Ahí espabilaron: 9 partidos ganados sin fallo para llegar al 38-28, iirse claramente por encima del 50% y salir definitivamente del play in. Brunson disputó 8 de esos 9 encuentros con 27,5 puntos de promedio y por encima del 42% en triples. En la temporada se ha ido a 24 tantos, con más de 6 asistencias por noche, opositando al premio de Jugador Más Mejorado. Thibodau comprendió que no podía atrincherarse en defensa y dio libertad a Julius Randle (25+10,1+4,1) para que explotara en el único lado de la pista en el que sabe hacerlo. Renunció a sus principios y permitió a los neoyorquinos volar para ser el quinto mejor ataque de la Conferencia Este. Ahí las cosas mejoraron.

Los Knicks están, en teoría, por detrás de los Cavs en las apuestas. Se han ido a 47 victorias y pueden hacer daño a sus rivales en el rebote (terceros de la NBA en este aspecto) y las trincheras. Será interesante lo que Mobley y Allen puedan hacer con Randle y cómo plantearán los Cavs la defensa sobre Brunson, con Garland y Mitchell en el backourt. Brunson disfruta como primera espada, ha escapado de la sombra de Luka Doncic y ha llegado al mercado más grande en una ciudad que le gusta a todo el mundo y con el Madison como epicentro del mundo. Las variaciones tácticas de Bickerstaff y, especialmente, de un Thobodeau casado muchas veces con el inmovilismo y con un solo plan serán claves para el devenir de una eliminatoria con los Cavs como favoritos pero los Knicks como peligroso rival. Un jugador que ha escapado de la sombra de Doncic. Un equipo, una franquicia y casi una ciudad que quiere escapar de la alargada (alargadísima) sombra de LeBron. Un atractivo enfrentamiento. Al menos, en teoría. En la práctica, ya lo veremos. Al fin y al cabo, esto es la NBA: todo puede pasar.

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