NBA

Looney: el héroe obrero que no pueden perder los Warriors

El pívot de 26 años será agente libre y su continuidad es una prioridad en la Bahía. En los playoffs 2022 se ha movido en unos números de elite histórica como reboteador.

Paul RutherfordUSA TODAY Sports

Datos: Golden State Warriors es el campeón de la NBA entre otras muchas cosas porque desde sus despachos el mensaje es de máxima ambición. Faltan dedos en las manos para contar propietarios tacaños, ejecutivos que titubean a la hora de invertir en sus plantillas. De rascarse el bolsillo. Los Warriors se han pasado los años reteniendo a los (grandiosos) jugadores que ellos draftearon (Stephen Curry, Klay Thompson, Draymond Green...), supieron poner billetes donde hacía falta para ir sellando la herida que supuso la fuga de Kevin Durant en 2019. Y, no hay que olvidarlo, tienen un proyecto multifacético en el que el equipo de baloncesto potencia un negocio con mil resortes y estas nuevas vías de ingreso, a su vez, multiplican las posibilidades de meterse hasta el fondo en el impuesto de lujo. Es un bucle que, por ahora, les aleja de una competición que anda, en muchos casos, muy por detrás. Al menos en cuanto a filosofía.

Los Warriors han ganado el anillo con la plantilla más cara de la historia, unos 350 millones de dólares entre salarios e impuesto de lujo (unos 170). En cinco de las últimas siete temporadas, han invertido 338 en ese sobrecargo del impuesto, que les ha propulsado en lo deportivo. Y en todo lo demás: los ingresos rondan los 800 millones anuales y la franquicia vale más de 5.000 millones de dólares, ya solo por detrás de los Knicks y lejísimos de aquellos 450 que costó cuando, todavía en Oakland pero ya con la vista puesta en San Francisco, se completó su venta en 2010. Para la próxima temporada, los Warriors tienen comprometidos ya 171 millones, con el salary cap fijado en unos 122. Mantener el bloque campeón va a implicar irse más allá, salvo sorpresa, de los 400 millones de dólares. Hay que hilar fino y ver qué prioridades hay con respecto a los agentes libres. O no: todas las informaciones apuntan a que despachos (Bob Myers) y banquillo (Steve Kerr) lo tienen claro. El que tiene que quedarse como sea (o casi) es Kevon Looney. Y después, a ser posible, Gary Payton II. Y después ya se verá qué pasa con Otto Porter.

Un clásico en en el núcleo del campeón

Looney, en realidad, forma parte del núcleo duro de los Warriors. Todavía tiene 26 años pero lleva en la Bahía desde 2015, cuando fue número 30 del draft. Así que tiene tres anillos (2017, 18 y 22). Y ya se ha visto en estas: en 2018 renovó por el mínimo, y en 2019 salió otra vez al mercado pero los Warriors lo mantuvieron por un precio estupendo, 14,4 millones por tres temporadas. Para entonces, ya había perdido peso y adecuado su físico a la NBA, y había demostrado que podía ser un jugador importante la rotación de uno de los mejores equipos de la historia (seguramente el mejor) por su inteligencia en defensa y su capacidad para no sufrir con los cambios tras bloqueo y aguantar la posición contra los exteriores rivales.

En contra del primer Looney jugaron los problemas físicos: dos operaciones de cadera y una complicada neuropatía. Por eso ahora, después del recorrido tremendo de su equipo desde el fondo de la NBA (2020) hasta el anillo (2022), destacan sobremanera sus 104 partidos de esta temporada. Un récord sumando fase regular (82) y playoffs (22). No se ha perdido ninguno, ni por lesión ni por COVID. Su fiabilidad queda definitivamente probada, lo que permite fijarse en otro dato crucial: sus 63 rebotes de ataque en las eliminatorias por el título, más que ningún otro jugador. En su séptimo año en la NBA, ha promediado en playoffs más de 20 minutos por noche en pista, con 5,8 puntos, 7,6 rebotes (2,9 de ataque) y 2,2 asistencias. Su inteligencia en ataque le ayuda a funcionar como pasador y estar en el sitio adecuado como finalizador. Su polivalencia y dureza en defensa permiten a Steve Kerr combinar quintetos grandes y pequeños en los que el pívot juega con o sin Draymond Green. Sus rebotes, sencillamente, han sido (junto a los de Andrew Wiggins) una de las claves en el éxito de los Warriors.

Y su salario ha sido de 5,2 de millones. Visto su rendimiento, un gran chollo. Si se atiende a los últimos ocho años, el sueldo medio del pívot titular en los equipos campeones es de 9,3 millones. Looney aguantó en pista contra cualquier rival y en cualquier tipo de duelo, a grande o a pequeña. Eso le da un valor enorme en un tiempo en el que el estilo de juego puede sacar literalmente al pívot de la rotación cuando llegan los playoffs, la hora de la verdad. Por muy alto que sea su sueldo. Y envía un mensaje a las franquicias sobre cuánto gastar y en qué.

Moses MaLooney... más que un apodo cariñoso

En el Chase Center arrecian los cánticos en su honor: “Looooooooooon”. Y se le ha bautizado como Moses MaLooney, en referencia a Moses Malone, uno de los grandes reboteadore de la historia de la NBA. Pero la realidad va más allá del cariño de su afición: Looney ha cogido en los playoffs el 21% de los rebotes posibles cuando ha estado en pista. Si se miden equipos campeones y jugadores con más de 50 rebotes, solo le superan el propio Malone (21,9% en 1983) y tres temporadas del insaciable Dennis Rodman (24,4% en 1989, 24,3% en 1996 y 21,3% en 1998). Kareem Abdul-Jabbar o Tim Duncan, por ejemplo, nunca mejoraron la marca de Looney en temporadas en las que fueron campeones.

Looney se movía en torno al 12,5% en el tramo 2017-19. Su salto adelante en este apartado ha sido clave para que los Warriors hayan estado en el top 5 en rebotes en playoffs, tanto en totales como en ratio de posibles capturados (más del 52%). Y para que hayan tenido casi 16 puntos por noche en segundas oportunidades. Un equipo acostumbrado a tirar menos que el rival, se ha encontrado con muchas posesiones extra (algo muy visible y esencial en las Finales contra los Celtics) gracias, sobre todo, a la progresión y el trabajo sucio de Looney.

En San Francisco apuntan a un miembro del staff técnico como personaje clave para destapar la mejor versión de este nuevo Looney: Dejan Milojevic, serbio de 45 años que jugó como ala-pívot y fue fichado por los Warriors (tras trabajar con Nikola Jokic, entre otros) básicamente para ayudar al joven pívot James Wiseman, número 2 del draft de 2020. Y, teóricamente, una de las nuevas joyas de la corona. Milojevic, en paralelo, comenzó a trabajar con Looney bajo la premisa que marca su ideario: rebotear no es solo cuestión de corazón y energía. Hay un método, una técnica. Y la lleva perfeccionando desde que se dio cuenta, viendo las Finales de 1997, de que Dennis Rodman se movía antes de que el aro escupiera la bola: parecía saber hacia dónde iría el rechace.

Milojevic y Looney estudian datos, ven vídeos, analizan posiciones. Es cuestión de olfato, pero también de matemáticas. Se puede anticipar cómo serán los rebotes, dónde se pueden coger. Se pueden aplicar movimientos con el cuerpo que impiden saltar al rival, que sellan las posiciones. Se puede aprender a hacer lo necesario para ser esencial en un equipo campeón. Un héroe obrero, una pieza integral que ahora los Warriors tratarán de retener a toda costa, tenga Wiseman la proyección que tenga. Tan buenos, y tan importantes, han sido sus playoffs: defensa por toda la pista, rebotes de oro, minutos en los que el rival no le sacaba del partido ni con quintetos pequeños ni con quintetos muy grandes, ni con muchos tiradores ni sin ellos.

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