Hay margen de maniobra en Memphis
Tras el fracaso en ‘playoffs’ y el anuncio del no retorno de Brooks, los Grizzlies podrían estar a uno o dos pasos de ser un contendiente serio al título.
De tanto molestar al oso, los Grizzlies -sí, la ironía- fueron depredados. No quedó nada de ellos más que una profunda sensación de decepción, frustración, y de eso llamado cringe, que no tiene una traducción exacta al español. Los bailecitos de Ja Morant, Dillon Brooks, Tyus Jones y compañía están envejeciendo muy mal, pero ya nadie podrá borrarlos.
Quien sí se borrará de la historia grizzlie es Brooks, ese autoproclamado villano que terminó siendo presa de su propio personaje. Shams Charania anunció, hace unos días, que la franquicia de Memphis no buscaría refirmarlo “bajo ninguna circunstancia”, algo muy duro de leer y muy poco común a estas alturas del año, con la eliminación tan fresca y un futuro que, aún así, parecía prometedor.
Brooks es, de hecho, el servidor más longevo de estos nuevos Grizzlies. Viene de firmar su sexto año, en el que se consolidó como un defensor más que competente, un atacante limitado pero, sobre todo, un personaje que terminó siendo nocivo para las aspiraciones de la franquicia, algo que no perdonarán Zach Kleiman, director del equipo, ni Taylor Jenkins, el entrenador.
El no retorno de Brooks puede que permita, en cierta medida, hacer un borrón y cuenta nueva, quizás un retorno a la cultura del “grit and grind” que instalaron Marc Gasol y compañía hace más de una década, para eliminar, posiblemente por siempre, el “Griddy”, ese bailecito ridículo que, más que inspirar respeto, terminó siendo una burla para el resto de la liga.
Confianza en el ‘big-three’ y ajustes a la cultura
Sea como sea, se viene un verano muy pero muy caliente en Tennessee. Kleiman sostuvo, en la conferencia de prensa posterior a la eliminación ante los Lakers, que su equipo perdió esa serie, en cierta medida, por “distracciones auto-creadas”, en la que pareció ser una crítica a los innecesarios ataques de Brooks a LeBron James, llamándolo “viejo” y demás.
El director general también hizo referencia a la cultura del trash-talk de los jugadores: “Vamos a tener un acercamiento diferente. Pero, al mismo tiempo, la confianza es importante. Hay una línea ahí, ciertamente”, sostuvo Kleiman. Esa línea, ese delicado equilibro entre la confianza y la soberbia, es donde está, en este mismo instante, la franquicia. Y es un equilibrio muy difícil de manejar.
La salida de Brooks no solo implicará quizás dejar ir al elemento más tóxico de la plantilla -aunque, para ser justos con él, hay algo de chivo expiatorio en todo esto-, sino que quedará un vacío importante en el equipo. Dillon es, sin dudas, el mejor defensa perimetral de los Grizzlies, que basaron su éxito en la temporada regular en tener justamente un sistema defensivo sofocante, apoyado en él y en el juego interior de Jaren Jackson Jr.
Por eso, Kleiman y Jenkins deberán buscar a un defensor élite -en la medida de lo posible, que sea más versátil en ataque que Brooks- para completar la plantilla. El director general señaló que serán “muy agresivos” en la offseason.
Algunos medios reportaron que, antes del cierre del mercado, en febrero, los Grizzlies ofrecieron -sin éxito- primeras rondas (tienen todas de aquí al 2030) más Brooks por Mikal Bridges y O.G. Anunoby, lo que permite trazar un perfil del tipo de jugador al que buscarán. El brillante rendimiento de Bridges desde que llegó a Brooklyn probablemente le hará tener un valor más alto del que Memphis puede pagar por él, pero Anunoby podría ser una opción realista.
Lo que está claro es que los Grizzlies no tienen necesidad de reventar la plantilla: cuentan con un verdadero big-three (Morant, Bane, Jackson Jr.), con un reparto más que interesante (Adams, Clarke, Jones, Kennard) y con jóvenes prometedores (Aldama, LaRavia, Williams, Rody). Puede que estén a un fichaje clave, además de un veterano que ponga por fin un pare al infructuoso Griddy, de poder pelear, sin morir en el intento, con los verdaderos grandes.
Ja Morant debe dar un paso adelante
Si hay algo incuestionable en toda esta historia es que los Grizzlies no podrán aspirar a nada si no cuentan con Ja Morant en su mejor versión. El base de 23 años tiene todo para ser, quizás junto a Anthony Edwards, la próxima cara de la NBA: talento, personalidad, atletismo y, además, muchas ganas de serlo.
Sin embargo, el drafteado número 2 en el 2019 ha tenido demasiados problemas fuera de la cancha que, en cierta medida como los de Brooks, han terminado por perjudicar al equipo. Entre las denuncias de agresión a un joven, la aparición en un video en vivo en su propio Instagram agitando un arma -que le valió ocho partidos de suspensión, las imágenes que circularon de él en un club de stiptease rodeado de billetes, y demás, Morant ha perdido credibilidad como líder de un proyecto.
Hay, sin embargo, margen de maniobra. En primer lugar, a los 23 años, Ja tiene todavía tiempo de enderezar el rumbo. En segundo lugar, ha dado el primer paso para superar un problema: aceptar que lo tiene. Luego de caer ante los Lakers, el base de los Grizzlies admitió que debe ser un mejor líder y no distraer a sus compañeros con sus asuntos fuera del baloncesto. Él, finalmente, es la piedra angular de este proyecto. Su talento no tiene techo. Está rodeado de grandes jugadores y dirigido por un cuerpo técnico de élite. Todo está en sus manos.