Curry da una lección a Wembanyama

Hay que sumar. Simple y llanamente. Es el que parece ser el lema de los Warriors, una franquicia que representa a la última gran dinastía de la historia de la NBA y, para muchos, la mejor de toda ella. Debates al margen, lo que es objetivo es que la leyenda de este equipo sigue viva por mucho que sus integrantes sigan cumpliendo años. Y que su último anillo, el cuarto en seis Finales, no queda muy lejano por tiempo (2022), aunque sí por sensaciones. La mala clasificación de la temporada pasada va camino de ser igual en esta y los de Steve Kerr han empezado mal: 8-9, con seis derrotas consecutivas entre medias, muchas dificultades, una plantilla envejecida y fuera, de momento, de playoffs. Y todo, con el claro recuerdo de la expulsión de Chris Paul a manos de Scott Foster en el último encuentro y teniendo en cuenta que Draymond Green sigue acumulando polémicas y Klay Thompson una cantidad ingente de errores en el lanzamiento.

Por todo eso la victoria ante los Spurs (118-112) ha sido un bálsamo. Se olvidan de los Suns, vuelven a la senda de la victoria y, sobre todo, ganan. Suman. Es el mantra del equipo ahora mismo y es lo que necesitan en estos momentos, ponerse en el 50%, luego en positivo, e ir de esa manera avanzando hacia un futuro en el que se vislumbre la regularidad suficiente que ya no se tenga que hacer caso al récord y sí a llegar en las mejores condiciones a la fase final. Donde tendrán, una vez más, a Stephen Curry, que ante los texanos se salió: 35 puntos con 11 de 20 en tiros de campo, 7 de 13 en triples y 6 de 6 en tiros libres; 3 rebotes y 6 asistencias (las mismas que pérdidas). Y todo ello en menos de 35 minutos a sus 35 años. Una estrella imperecedera, un jugador generacional y un hombre que dio una lección de baloncesto al que tenía enfrente, un chico 16 años más joven y 36 centímetros más alto que él: Victor Wembanyama.

El unicornio de la NBA sigue igual: hace buenos números y acumula una derrota tras otra, teniendo también en cuenta que Gregg Popovich y su autoexigencia están en entredicho y que no está interesado en hacer una cosa distinta a la que está haciendo. Pero eso no tiene por qué ser bueno para Wembanyama, que sigue coincidiendo muchos minutos en pista con Jeremy Sochan (al que Pop pone de base) y Doug Collins, convirtiendo así la zona en un lugar poco transitable y obligando al francés a jugar por fuera. Ante los Warriors jugó la primera mitad con su nombre mal escrito en la camiseta (ponía “Wembanyana”) y dijo en rueda de prensa que eso fue “una verdadera lástima” y que no sabe si los Spurs “despedirán a alguien”. Sumó 22 puntos, 9 rebotes y 4 asistencias, pero 8 de 18 en tiros de campo, 1 de 6 en triples (un dato que se está convirtiendo ya de forma bochornosamente clara en un problema) y 6 pérdidas. Una vez más, con la sensación de que es muy bueno... pero que podría ser mucho más.

De momento, para muchos el merecedor al premio al Rookie del Año es Chet Holmgren, otro unicornio pero de un equipo mejor, unos Thunder que se han dejado de reconstrucciones y tontean con el liderato de la Conferencia Oeste. Wemby, que tuvo sus partidos con el Metropolitans televisados en el League Pass el curso pasado, un hecho histórico por inédito, está bien. No se puede decir que no cumpla las expectativas. Demuestra cada día algo nuevo y una capacidad para el bote o una mecánica de lanzamiento extraña (por buena) para alguien de su altura y de su envergadura. Pero da la sensación de que puede dar más y ser mejor. Y nadie sabe muy bien si es cosa suya o de un Popovich que, simplemente, quiere que se hagan las cosas así sin mucho motivo que atender a un deseo propio. Hace ya tiempo que es difícil saber que pasa por la cabeza del longevo y a la vez legendario entrenador.

Los Warriors se aprovecharon y sacaron tajada de toda la situación. Y les costó, a pesar de que iban 16 arriba (101-85) a menos de 8 minutos del final. Un triple de Cedi Osman (11 puntos) a poco más de 20 segundos ponía a los Spurs a 3 (112-109), pero Curry dio tranquilidad desde la personal, al igual que después Klay Thompson (15 tantos) y de nuevo el propio Curry. Sin Draymond Green, todavía sancionado, Chris Paul aportó un 5+5+10 desde el banquillo y la victoria cayó del lado local. Necesaria, buscada y finalmente encontrada. A la dinastía no hay que darla nunca por muerta. Curtida en mil batallas, se ha conseguido librar de situaciones ignominiosas tirando de lo que tiran los grandes equipos de leyenda, mucho talento y algo de suerte. Siguen vivos, coleando y tienen cosas que decir y, claro, también por hacer. Al fin y al cabo, están liderados por Stephen Curry. Y eso es decir mucho, claro.

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