NBA

Cuando Michael Jordan pudo jugar en los Knicks

Algunas amistades se lo dejaron caer. Él presionó con un arma infalible. Los Bulls acabaron mejorando el contrato de Jordan para que no se fuera a los Knicks.

RAY STUBBLEBINE
Nació en Madrid en 1992. Cursó estudios en Periodismo en la Complutense de Madrid. Entró a AS en 2017 y se zambulló en Baloncesto. Y ahí sigue, entre NBA, ACB, LEB, competiciones internacionales... Ha trabajado, además de aquí, en MARCA, NBAmaniacs, EuroSport, la revista Gigantes o las retransmisiones de Euroliga.
(Nueva York) Actualizado a

En lo hondo del corazón de Michael Jordan late Nueva York. También al revés. Por eso el torneo de jóvenes que batallan por ser el mejor en el uno contra uno, lleva su nombre aunque no va exento de alma. La ciudad les disfruta porque todo vuelve donde todo comenzó. The One Tournament es un recuerdo para que no se olvide dónde nació el astro, en el barrio de Fort Greene, y que un día ese bombeo de sangre pudo hacerle de los Knicks.

Como en toda historia de este estilo, el dinero tiene que ver. Era 1996. Y el ‘23′ quería que se le pagara acorde a lo que generaba. El dueño de los Bulls, Jerry Reinsdorf, quiso jugar la carta de la tacañería que le dejó sin nada dos años después, en 1998, cuando se descompuso la plantilla. No aprendió la lección...

Jordan presionó a través de su agente, David Falk, para que se le pagase un porcentaje de incremento por cada nuevos aficionados que acudieran al pabellón local a verle en Chicago. En un principio no coló.

El tira y afloja fue fuerte. Y Michael sacó los tanques a pasear. La tentación de vestirse de los Knicks se palpaba. Un darse la vuelta y mirar a las calles que le vieron dar sus primeros pasos. ¿Por qué no? Lanzó el órdago. Marcharse a la más directa competencia en la Conferencia Este suponía un seísmo de alta magnitud.

Jordan acabó consiguiendo que se mejorara el contrato laboral que tenía como jugador, realmente irrisorio si se comparaba con lo que cobraba de Nike, por el negocio de las zapatillas, y otros anunciantes.

Así fue

La intrahistoria de aquel tensísimo verano de 1996 pudo cambiar para siempre la historia de la NBA. Jordan había dejado atrás lo que primero fue un contrato rompedor y finalmente otra ganga. Efectivo a partir del curso 1988/89, los Bulls le dieron un nuevo acuerdo de ocho años y 25 millones de dólares. Paradójicamente, la bonanza que el propio Jordan llevó a la NBA dejó ese contrato en prácticamente una broma a medida que avanzaba la década de los 90. Jerry Reinsdorf, ya propietario de los Bulls, había cambiado un contrato en vigor por primera vez con Jordan y no quería hacerlo una segunda vez. Y eso no gustó al 23, que llegó a ese verano sin haber ganado nunca más de 4 millones en una temporada (de contrato con los Bulls). Sí había percibido casi 8 durante las casi dos campañas que estuvo ausente en su primera retirada, entre los dos tripletes.

Jordan solo ganó en contratos deportivos unos 94 millones y más de 60 los acumuló entre 1996 y 1998, sus dos últimos años con los Bulls: 30,1 y 33,1. Así se llevó los dos últimos de sus seis anillos, los seis que ha ganado en su historia una franquicia que en aquel verano de 1996 pensó en ofrecer a su gran estrella una cifra cercana a los 20 millones. Creía que nadie llegaría a 15 siquiera y que con eso se asegurarían su continuidad y compensarían un poco esos años de salarios muy por debajo de mercado. A Jordan no le gustó que los Bulls pensaran en esos términos y no barajaba nada que no estuviera por encima de los 18 millones que acababa de cobrar Patrick Ewing, el tope histórico en una sola temporada NBA por entonces.

En ese escenario llegó el movimiento sorpresa de los Knicks: con 12 millones de margen salarial (los acabaron usando en Allan Houston, Chris Childs y Buck Williams), fueron a por Jordan con una oferta de más de 25 por esa temporada 1996/97. Su jugada era aprovechar el conglomerado empresarial de ITT, una de las firmas que era dueña de la franquicia y del Madison Square Garden. ITT tenía la cadena de hoteles Sheraton, así que los Knicks pensaban sortear el margen salarial con 12 millones de contrato y otros 15 ó 16 a través de un acuerdo que convertiría a Jordan en el rostro de Sheraton. Los Bulls, cuando se enteraron, pusieron el grito en el cielo y se enzarzaron con el comisionado David Stern, el de aquel momento.

Pero la oferta existía, los Bulls sabían que podía concretarse y Jordan había sugerido que al lado de Patrick Ewing no tendría problema en ser campeón. Así que acabaron poniendo sobre la mesa los 30,1 millones de dólares que cobró el escolta por la temporada 1996/97. Antes, lo contó el periodista Sam Smith, David Falk llamó a los Bulls y les dijo literalmente que tenían una hora, o como mucho ese día natural, para evitar que Jordan hiciera las maletas y se fuera a La Gran Manzana. Absolutamente conscientes de que no podían consentir algo así, se vaciaron los bolsillos. Si fue una medida de presión o era una opción real solo lo saben, una vez más, David Falk y Michael Jordan.

Juanma Rubio

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