SELECCIÓN ESPAÑOLA (M)

De los Reyes: “Ricky Rubio ha humanizado el cuidado de la persona”

Susana de los Reyes, experta en ‘coaching’ y psicología deportiva, charla con AS sobre la decisión de Ricky Rubio, que renunció a estar en el Mundial 2023.

Juan Carlos HidalgoEFE

Ricky Rubio debutó con el primer equipo del Joventut a los catorce años, en 2005. Como lleva casi dos décadas en ese escaparate de la elite que a veces ilumina y a veces tritura, es fácil olvidar que solo tiene 32. Es muy joven aunque tiene, y todavía no ha acabado, una carrera ya más larga que la de la mayoría de los deportistas profesionales. Y eso pesa: influye. Y, en su caso, ayuda a saber qué hay que hacer, cuál es la prioridad. “Él tiene el cansancio de esos años, y una consciencia emocional alta que le lleva a decir ‘antes de caer en algo en lo que no quiero caer, tomo una decisión’. Ha humanizado, para mí, esa toma de decisiones priorizando el cuidado de la persona. Ha dicho ‘no me encuentro como me tendría que encontrar, soy consciente de mi estado emocional y voy a decidir parar. Y así lo puso él: parar”, explica Susana de los Reyes, directora del área de psicología del deporte de la Escuela Universitaria del Real Madrid-Universidad Europea.

“El autoconocimiento y su cuidado mental es lo que le lleva a esta decisión. Creo que es muy responsable y muy consciente, y a partir de ahí adopta ese enfoque preventivo en un momento en el que no se encuentra al mil por mil”, afirma una experta en cuidado mental en el deporte y coaching sobre la renuncia a estar en el Mundial de un Ricky que ha puesto en punto muerto, por ahora, una carrera extraordinaria pero llena de retos; Muchísimos picos y también algunos valles sobre los que cada vez ha ido siendo más transparente. Lidió con la fama a una edad en la que muchos no la habrían digerido, en España y en una NBA en la que fue recibido, en Minnesota, como una estrella del rock. Gestionó tiempos en los que las cosas no iban todo lo bien que podrían (o deberían) ir; ha afrontado dos graves lesiones en la misma rodilla, la última en diciembre de 2021 y cuando había encontrado su versión 2.0, un momento de felicidad después de varios traspasos, cambios forzados de ciudad y chascos con ese sistema de la NBA tan gratificante en muchas cosas… pero tan descarnado en otras.

Presentacion de las becas Vamos de Colacao con Ricky Rubio Rodolfo MolinaDIARIO AS

Es la realidad, ahora difícil, para un Ricky padre, sincero sobre su deseo de regresar a España (le quedan dos años de contrato en Cleveland por más de doce millones y medio de dólares) y comprometido con una gestión de su salud mental que ya afrontó cuando, en 2019, publicó una carta en la que hablaba de cómo había lidiado con la muerte de su madre en un mundo que nunca se detiene, en que siempre parecía expuesto: “Durante la mayor parte del siguiente año, estaba enojado. Culpé a muchas cosas. Culpé al baloncesto. Culpaba a las personas a mi alrededor por cómo me sentía. Le eché la culpa a todo. Pasé por una depresión”.

Ahora, en el verano de 2023, tenía que pasar de unos meses difíciles en Ohio, del trabajo silencioso para superar la lesión de rodilla y los problemas para recuperar, con la temporada en marcha, el ritmo de juego, a liderar a una España que compite como campeona del mundo gracias sobre todo a él, MVP en China en 2019. “El baloncesto es uno de los deportes con más presión en cuanto a ejecución y efectividad. Y a eso hay que sumar la exigencia de una competición como la NBA. La mejor, pero donde la presión y la visibilidad es tremenda. La sociedad pone mucho foco en la lesión física pero no prevé lo que tiene que ver con las psico-lesiones, y prevenir estas aporta un gran valor. Si, como Ricky, tienes una lesión de ligamento, tienes que trabajar con médicos, fisios… pero también hay que hacer un trabajo mental de qué va a pasar cuando vuelvas, cómo vas a responder. ¿A un altísimo nivel o me voy a queda tres pasos atrás? Hablamos de una presión muy elevada”, desarrolla Susana de los Reyes.

La presión del baloncesto... y las redes

Porque, para esta coach psicóloga, el baloncesto es un deporte peliagudo, en el que hay factores que aprietan de forma muy particular a los jugadores: “En el propio fútbol tienes presión por miles de motivos, pero en el mismo espacio de tiempo no tienes el nivel de exigencia de parámetros y resultados que hay en el baloncesto, donde es todo tan inmediato. Hay que hablar del trabajo en equipo y la capacidad del individuo para responder y gestionar todas las emociones de esa presión y de esa carga”. Y eso en unos tiempos en los que las redes sociales generan unos niveles de dependencia y toxicidad que suponen otro gran reto, uno muy de este tiempo, para deportistas que suelen ser, además, muy jóvenes: “La visibilidad que tiene un deportista hoy y la presión que eso le provoca es algo que hay que trabajar. Por otro lado, también tiene una mayor visibilidad el éxito. Es un arma de doble filo. Como mínimo, hay que fomentar la comunicación, ser capaz de mostrar lo que le preocupa o inquieta… En definitiva, educar en salud mental, darse cuenta de los signos; Si no estás durmiendo bien o no estás comiendo bien, si ves que estás más irritable. Cómo afrontas un mal resultado en la cancha y cómo vas a afrontar esas críticas en las redes. Hay que educar al deportista de relación con su entorno, y su entorno ahora es este”.

“Como tú eres va asociado a cómo regulas y gestionas tu salud mental. Ricky es una persona muy reflexiva, ha pasado ya por varios momentos de revisión de su salud mental”, recuerda para centrar el tiro de nuevo en la situación que vive el base de El Masnou. “Publicó esa carta en 2019 en la que lo cuenta. Él, a partir de una serie de circunstancias, ha trabajado mucho el cuidado mental. Y si ahora ha decidido parar su carrera, lo veo más bien preventivo. Sabe cómo pueden ir la mente y el cuerpo hacia un lugar al que no quiere llegar y por eso decide parar”.

¿Por qué ha sido un tabú hablar de salud mental en el deporte de élite? ¿Cuánto influyen viejos, y nocivos, conceptos relacionados con una idea mal entendida de fortaleza, con una masculinidad tóxica asociada al éxito como único fin? Son preguntas que por fin hemos empezado a hacernos mientras asumimos que nos falta empatía con los deportistas debido a, principalmente, lo que decidimos reflejar en ellos: “Me gustaría que todo esto sirviese para humanizar al deportista de élite. Piensa una cosa: si el CEO de una gran empresa tecnológica tiene una depresión, no se entera ni el tato. Y también gana millones de euros. El deportista de élite es un ser humano, y se nos olvida porque la sociedad nos lleva a idealizarlo, a verlo como una persona perfecta. Como es alguien admirado y tiene unas condiciones económicas y físicas ideales, no se puede sentir mal. ¿Cómo te vas a sentir mal si lo tienes todo? El Comité Olímpico dice que al menos el 35% de los atletas sufre algún tipo de problema de salud mental. Hay que eliminar la creencia de que ser un deportista de élite es sinónimo de perfección. Esto excluye la parte más humana. Y ese puede ser el beneficio de casos como la declaración de Ricky”.

En la NBA, con un motor presupuestario que no tienen las competiciones y los equipos en Europa, las treinta franquicias tienen la obligación de tener en nómina un especialista en salud mental que tenga su propia oficina en las instalaciones del equipo y, si es necesario, acompañe a los jugadores cuando tienen giras de partidos fuera de su ciudad. Estrellas como DeMar DeRozan y Kevin Love han explicado con transparencia las crisis que han pasado por problemas relacionados con la salud mental. Hay clichés y estigmas, telones de acero, que por fin van cayendo. Y eso, termina Susana de los Reyes con un mensaje que enlaza con el comunicado de Ricky Rubio, es una excelente noticia que no se queda en los titulares de la prensa. Tiene un efecto dinamizador: “Absolutamente, pero eso no quita que tenemos una sociedad en la que siguen apareciendo muchas resistencias a aceptar la importancia del trabajo en bienestar emocional por encima del bienestar físico y de resultados. Los deportistas, y todas las personas públicas que declaran que en un momento determinado se han encontrado en un estado de malestar emocional, favorecen que la sociedad acepte que todos tenemos momentos en los que nos resulta más difícil continuar con nuestro día a día”.

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