El PAO baila al Madrid

El Real Madrid lucía músculo en el Palacio, en comparación con sus apuros como visitante. Ya no. Primera derrota en casa de la temporada en su octavo partido entre ACB y Euroliga, y no una cualquiera. El Panathinaikos (favorito al título en las quinielas junto con el Olympiacos) bailó a los blancos durante muchos minutos con su batería de jugones en los puestos de base y escolta, y de alero con Cedi Osman. Los sacó de la pista en la primera parte y aguantó sin incomodarse en la segunda con el renacido TJ Shorts (19 puntos y 6 asistencias desde su 1,75 m) y con un genial Kostas Sloukas (15+7).

Kenneth Faried, Manimal, fue un factor en el despegue (16+8 rebotes) haciendo pupa a Tavares, aunque el gigante de Cabo Verde se rehízo y cuajó una buena segunda parte, una que ganó el Madrid 39-35 pero sin poner nunca en riesgo el triunfo griego. De hecho, el 77-87 definitivo maquilla algo la brecha que se vio entre ambos. La defensa merengue le permitió al PAO un baño de autoestima. Scariolo tiene trabajo, bastante, con muchos frentes abiertos y Andrés Feliz aprovechó para dar la cara en la adversidad y lanzar un mensaje, el de que cuenten más con él.

Al bloque merengue le falta potencia de fuego. El progreso pasa por empezar a meter los tiros liberados y añadir amenaza en el perímetro con pasos adelante de más de una pieza, aunque la primera deba ser Hezonja. Y, luego, se puede poner sobre la mesa la necesidad de fichar a un escolta que rasgue con manejo y anotación. Sin embargo, la primera parte de este jueves fue un baile del Panathinaikos, y no por falta de arsenal ofensivo, sino por la acumulación de lagunas en la retaguardia.

Los de Ataman se presentaron en el Movistar Arena como uno de los peores equipos en el tiro de tres puntos (apenas 7,9 de media con un 32%), pues bien, en los primeros 20 minutos los del trébol apilaban ya siete dianas con un 54% de acierto (2 de 12 en los otros 20). Sumaban Nunn, Osman, Sloukas, Rogkavopoulos… y TJ Shorts, que batía sus medias a mitad del encuentro. Comenzó con dudas y pronto despegó por las licencias que le concedieron. El pequeño base botaba y rompía, como hacía en París el curso pasado. Recuperaba la confianza perdida y con ella esa habilidad para tirarse contra el oponente y sacar faltas que en la repetición no se aprecian; pero que con su velocidad de ejecución los árbitros pitan.

A continuación, el show de Sloukas, al que Llull no podía sujetar y Tavares al rescate en la ayuda larga terminaba comiéndose dos mates de un magnífico Kenneth Faried (a solo unos días de cumplir 36 años). Antes, la leyenda helena había clavado una canasta, un 2+1 y un triple en medio segundo cuarto. Desafiaba, castigaba y asistía (seis pases de canasta). La defensa blanca se rompía pronto y llovían las penetraciones y los tiros liberados.

Andrés Féliz, el que aguantaba el cara a cara

La renta alcanzaba el +14 al intermedio (38-52) y en la reanudación el +19 (40-59, minuto 22). El Madrid se desplomaba. El mejor de inicio atrás y en ataque había sido Andrés Feliz, en el marcaje a Nunn y cargando con el balón, y fue él el que dio el empujón de carácter para salir del pozo en el tercer periodo. Era el único que aguantaba a su par cara a cara (Nunn, Shorts…) y el que los rompía con fuerza y velocidad hacia el aro. A Lyles, en cambio, lo superaban constantemente.

En la crecida el Real no rebajó la barrera de los diez. Scariolo recurrió a un quinteto de bajitos para tratar de meterle rapidez y agilidad a las acciones con Hezonja y Okeke de interiores y con Campazzo, Maledon y Feliz por fuera. Cuando el dominicano dejó de cargar, Sloukas firmó una canasta magistral frente a Hezonja utilizando varios de sus mil recursos. Y Osman añadía otra buena penetración. ¿La réplica? Un fallo de Hezonja y otro de Okeke.

Suspenso en defensa e insuficiencia en ataque, el talento del Panathinaikos desequilibraba definitivamente. La puntilla vino con lo que les costó a los blancos sumar en el comienzo del último cuarto: canastas y... faltas con la protesta de la grada y de Scariolo a los árbitros. El acto final no alteró nada. Jugar en casa tampoco es ya una garantía para el Madrid.

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