EUROLIGA

El cocktail para la catarsis del Barça

El ‘toque’ público de Navarro a los jugadores, la motivación de un Clásico y la magia del Palau rehabilitaron a un equipo con el reto de darle continuidad.

El Barça de Grimau se rehabilitó contra el Madrid en un partido que no iba a determinar el futuro del equipo para bien, pero sí que podía haberlo terminado de romper internamente si el desenlace, como pudo parecer durante algún momento puntual del partido, era negativo. Al final, Grimau tenía razón. Nada como jugar contra el Real Madrid en un momento de debilidad así (siete derrotas en diez partidos), porque el Clásico garantiza un apoyo incondicional del Palau. Y en eso basó mucho el Barça su victoria, especialmente después del rifi-rafe entre Chacho y Laprovittola que conectó definitivamente a la grada y convirtió la cancha azulgrana en el horno de toda la vida. El partido tuvo una actuación individual impresionante. Con sus 27 puntos, Jan Vesely, MVP de la competición en 2019, demostró que sigue siendo un jugador de élite y firmó su mejor puntuación en 55 partidos de Euroliga con el Barça, la tercera más alta de su carrera en la competición (con el Fenerbahce le metió 32 al Zenit y 31 al CSKA de Moscú).

Pero la catarsis provisional del Barça se produjo, fundamentalmente, por una combinación de factores que empiezan por las durísimas declaraciones del manager general de la sección. Juan Carlos Navarro había hablado de “actitudes” que no habían gustado “dentro y fuera de la pista”. Unas palabras gruesas que, aseguró, no se iban a repetir. Es evidente que el mensaje tuvo un efecto inmediato y deseado porque si algo le sobró al equipo de Grimau fue actitud. Se vio a Willy besando al suelo intentando salvar un balón que se iba por la banda, a Vesely peleándose con Tavares y Poirier; y a Kalinic, el multiusos de Grimau, casi extenuado. Joel Parra se esmeró en defensa con Hezonja o quien le correspondiese y un buen termómetro fue Jabari Parker, jugador que da muchos síntomas de relajación normalmente y que dio el nivel, al menos en términos de actitud. Hubo feeling con el Palau, que agradeció el esfuerzo del equipo por ganarle al eterno rival y ponerse en paz con su gente.

Grimau, muy cuestionado después de una racha horrible, también le dio su toque al partido y salió relativamente reforzado. Empezó con un cinco inicial alto (Satoransky, Da Silva, Kalinic, Parker, Vesely), pero supo bajar la altura si correspondía y jugar con Jokubaitis, Satoransky y Laprovittola. Le puso trampas por todos lados a Campazzo y empequeñeció a Tavares. El primer secreto para ganar al Madrid es empezar por ahí, minimizando a los que seguramente sean los jugadores más determinantes de Europa desde el puesto de base y pívot. El partido también dio la razón a Grimau en el reparto de minutos de los pívots. Willy apenas estuvo 13 minutos en la cancha por 27 de Vesely, aunque en una noche como la de este miércoles pudo llegar a parecer normal.

Más allá de evitarle problemas a nivel de sección, la victoria ante el Madrid también le arregló en parte su situación en la clasificación, por donde circula tercera. Muy lejos del Madrid, pero con una diferencia de dos triunfos sobre el paquete de once equipos que se sitúan entre los puestos cinco y once de la Euroliga. El reto de Grimau es que la victoria en el Clásico no se quede en una anécdota y en apenas una respuesta de efecto inmediato a la bronca desde la parte noble del club. La primera muestra para comprobarlo, este viernes a las 20.30 horas frente al Baskonia.

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