EUROLIGA

Dos puntos que pueden decidir la fase regular de la Euroliga

El Madrid creyó haber ganado el ‘average’ al Barça en su último enfrentamiento, pero las prórrogas no cuentan para ello. Un desliz a tener en cuenta.

En una Euroliga tan apretada como la de esta temporada cada punto cuenta. Y en el caso del clásico Clásico, el duelo que mantienen los españoles Madrid y Barça y que la semana pasada, es de forma literal. El triunfo de los blancos sobre los azulgranas en el WiZink Center en el que era el partido de vuelta entre ambos acabó apretado, en prórroga y con una clave de cara al futuro que merece una mirada más reposada.

En 21 jornadas los siete primeros clasificados están separados por dos victorias y en la fase posterior a la regular sólo entran ocho. A la 20ª llegaban Madrid y Barça empatados en balance, 13-7, y ese segundo choque decidiría el futuro entre ellos. Pero, como en toda lucha así de prieta, nada queda decidido hasta el final. Y aquí, con más razón. En el partido del Palau, disputado el 13 de octubre, un 75-73 a favor del Barça puso el +2 en el contador particular del average. Para más tomate, aquel resultado se dio después de una remontada de 18 puntos permitida por los locales en un horrendo final y un criticado triple de Sergio Llull que no entró en la última acción para certificar una victoria blanca. El deporte es un boomerang que puede volver en cualquier momento, pensaría el base menorquín, que fue el principal impulsor del Madrid para, esta vez sí, estropear otro partido serio del Barça pero muy mal acabado. En el partido del Palacio el resultado final, contando la prórroga, fue 91-86, pero ése no es el que conteo que importa. Y es para abrir la boca a lo grande porque hasta en ese andan igualados: 73-73, los mismos puntos que en la ida (que anulan el efecto de un marcador superior en caso de un mismo +/-; una canasta decidía todo), es lo válido en los cuarenta minutos reglamentarios.

En un error de reglamento el Real Madrid pensó que había ganado también el marcador de temporada contra el Barcelona, pero no es así. La Euroliga tuvo que salir, ante el desconcierto generalizado, que los puntos de las prórrogas no cuentan para esta materia, sólo para deshacer el empate en los partidos propiamente dichos.

“Es una victoria que sabe bien. Estos partidos son así, emocionales, de energía más que de acierto y jugar bien. No deja de ser una victoria más en la liga regular, pero hemos superado el ‘basket-average’ y eso también es importante”, recalcó Chus Mateo al acabar la velada. En la misma línea reflejó el hecho la página web oficial del club. Fue la competición la que les advirtió de que eso no era así. Sólo dos puntos de distancia. En el duelo del pasado jueves 26 de enero, tras haber forzado Llull el empate a 73 con dos tiros libres, Nikola Mirotic perdió el balón cuando restaban 21 segundos y el Madrid tuvo la última para ganar antes de que llegara el tiempo extra. De nuevo una mala decisión en esa acción decisiva les privó de salir en alto (en ese caso, al menos durante esos instantes ya que sí terminaron ganando). El conteo total lo tiene ganado el Madrid por bastante, 128 a 54 en el momento de la publicación de este texto, pero en el particular prevalecen esos dos puntos de distancia que el Barcelona sacó en el partido de ida.

Un final bochornoso que lo cambió todo

Esta regla de las prórrogas no computables para el average se instauró después de un episodio que saltó a los medios de otro continente y supuso una mala publicidad para la Euroliga en diciembre de 2015. Un duelo entre el Darussafaka turco y el Maccabi israelí fue el detonante. El marcador apretado no le servía al Maccabi, en plena lucha con su rival de aquella ocasión, para entrar en el Top-16, y con 65-65 en el último minuto y medio comenzaron a ocurrir cosas extrañas. Los de Tel Aviv trataron de forzar la prórroga, donde podrían haber sacado más ventaja (necesitaban un +11 para pasar de fase), a base de fallar a propósito para mantener la igualada. Jordan Farmar o Taylor Rochestie se encargaron de errar tiros libres tras faltas del equipo local, uno de ellos sin tocar aro. Pero el Darussafaka tenía la estrategia contraria. Logrando Reggie Redding un punto tras viajar también a la personal el marcador se descompensó, 66-65, y la función de su equipo consistió en casi ni moverse para evitar más tiros libres: ganaran o perdieran no iba a haber más empates y así fue, acabando en 66-70 el electrónico del Volkswagen Arena. El Maccabi no consiguió el propósito pese a intentar estirar las reglas hasta un punto macabro y la Euroliga reaccionó elevando a los clubes propietarios del torneo la petición de cambio.

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