ANADOLU EFES

Ataman y el fin de una era: el cataclismo del Efes

La dinastía del Efes, la de Shane Larkin, Vasilije Micic, Ergin Ataman y las dos Euroligas, acaba toda una era por la puerta de atrás y un incierto futuro.

Tolga AdanaliGetty

La imagen de Ergin Ataman poniendo rumbo al túnel de vestuarios con más de medio minuto para el final del partido ante el Fenerbahçe no es sólo la representación perfecta del fin de una era, también una definición muy precisa de la particular personalidad de un entrenador que no deja a nadie indiferente. El de las declaraciones siempre directas, a veces jocosas y casi siempre interesantes que provocaban ríos de tinta y daban a los periodistas muchos titulares. El líder en el banquillo de un equipo históricamente bueno, lleno de talentos generacionales, que conseguía siempre vencer a los más grandes con el miedo que imprimía a sus rivales, primero en rueda de prensa y después en la pista. Ataman dijo adiós fiel a su estilo; de alguna manera tenía que llamar la atención. Y se fue por la puerta de atrás, pero siempre ha sido el dueño de la puerta grande. Un tipo peculiar. Una plantilla legendaria. Un Efes que ya no está.

Así se ha acabado la historia: el Efes fue eliminado de la Euroliga con todavía una jornada para el final por obra y gracia del Fenerbahçe de Dimitris Itoudis, que pidió una revisión con el partido ya resuelto y provocó así la ira de Ataman y su posterior salida de la pista, con saludo previo. En el duelo turco, ambos necesitaban ganar y la balanza se inclinó del lado de los locales. Y el Efes se quedó así con un récord de 16-17 y fuera de la lucha por el playoff de cuartos, algo verdaderamente desolador si tenemos en cuenta que son los vigentes campeones por partida doble del torneo. Uno de los más difíciles del mundo, en el que hay un nivel espectacular y que ha coronado consecutivamente al Efes en 2021 y 2022. Desde el Olympiacos nadie repetía título (2012 y 2013). En el siglo XXI, solo el Maccabi se mete también en esta lista. Para ver un triplete hay que irse al Split, que conquistó las tres últimas ediciones de la antigua Copa de Europa (de 1988 a 1991). En esas estaba el Efes, en busca del triplete. Nada más lejos de la realidad.

El Efes ha tenido un problema enorme con la defensa durante toda la temporada, innumerables lesiones, declaraciones cruzadas y muchos rumores sobre el futuro que han empañado a una entidad que empezó 2-6 la máxima competición continental y luego ha ido todo el rato a remolque. La victoria ante el Real Madrid el 16 de marzo les dejaba vivos (14-14) y con opciones de remontar y emerger, pero luego llegaron las derrotas ante Partizán y Alba Berlín que lo complicaban todo en demasía. Ganaron al Milán y a la Virtus en Turquía, pero las cuentas no daban. Lo único que faltaba por saber era si aguantarían o no con opciones hasta la jornada final. El Fenerbahçe nos sacó de dudas. Otra vez: adiós al Efes.

En verano, tras el éxito en la pasada Euroliga, el millonario Tuncay Ozilhan (controla el Grupo Anadolu, en la que se incluye la cervecera Anadolu Efes, y también McDonald’s en Turquía) aumentó la aportación económica cuando se pensaba que iba a haber un retroceso en este aspecto. Se sacó de Moscú (los equipos rusos no juegan Euroliga por el conflicto con Ucrania) a Will Clyburn, se fichó a Ante Zizic y se consiguió renovar a Shane Larkin y Vasilije Micic, que serán recordados como una de las mejores parejas exteriores de la historia de la Euroliga. Se formaba así un equipo de ensueño que, sin embargo, no ha podido superar las lesiones de Larkin (que sólo ha disputado 16 partidos), ni el mal inicio, además de recibir una cantidad infente de puntos y lidiar con determinados conflictos internos. Una de las mejores plantillas de siempre se queda sin premio.

Una dinastía histórica

Ataman, que todavía no ha renovado con el club y no quiso hablar de futuro en la rueda de prensa posterior al partido, aseguró que se quedaba con los últimos cuatro años. Y no es para menos: en ese tiempo, el Efes ha disputado la Final Four de 2019, dominaba con puño de hierro en 2020 cuando el coronavirus impidió el primer título, y ganó los dos últimos, ambos en finales apretados y ante dos colosos que no pudieron con él: el Barcelona en 2021 (86-81) y el Real Madrid (58-57) en 2022. Y se las ha visto todas: en el primer título superó a un Madrid bravísimo, que puso el 2-2 tras empezar 2-0 y tuvo match ball en Turquía para mandar al favorito a casa en cuartos de final; el Efes prevaleció. El curso pasado se clasificaron como sextos tras una mala fase regular, pero el Milán no pudo con ellos en cuartos. Y, de nuevo, prevalecieron.

Así ha hecho historia el Efes, estando a la altura de las circunstancias en los instantes adecuados, llegando a todo a tiempo, superando adversidades, haciendo buenas y malas temporadas regulares y ajeno a todo lo que podía pasr en el resto de equipos. Estaban por encima del bien y del mal, o así lo parecía liderados por un Ataman que hizo un juego reconocible y atractivo, basado en el talento de sus dos líderes (Micic y Larkin) y demostrando su sentimiento de superioridad en ruedas de prensa y declaraciones cruzadas. Él era el mejor. Así se sentía. Así ha sido. Hasta que, claro, ha dejado de serlo.

En este tiempo, el Efes también ha ganado dos Superligas turcas, una Copa turca, tres Copas del Presidente de Turquía y un MVP de la Euroliga que lleva el nombre de un Micic que también fue el jugador más valorado en las dos finales. Habrá que ver si el serbio, que cada verano amaga con poner rumbo a la NBA, se decide a dar el paso con 29 años una vez que el proyecto del equipo turco ha llegado a su fin. También tenemos que ver que pasa con Larkin, renovado in extremis el curso pasado. Y la sostenibilidad económica de un equipo con sueldos muy altos una vez el sueño del triplete se ha esfumado. Quizá Tuncay Ozilhan piense que es momento de moverse en otra dirección. Y eso también puede incluir a Ataman.

Se acabó así una temporada en Europa para el Efes que nunca empezó, ni cuando parecía que iban a repetir lo ocurrido el año pasado con una remontada fabulosa para ser el ogro al que nadie quiere en unos cuartos que no van a disputar. Un final horrible, desastroso para un equipo que viene de ganar dos Euroligas. Un desastre misérrimo e histórico que viene precedido de cuatro años maravillosos y también históricos, aunque desde el otro lado. La opinión pública, ese lugar en el que se ganan y se pierden las batallas que deciden las guerras, será la que juzgue a este Efes. El que le dé su sitio en los libros de historia. Pero no cabe ninguna duda de que ocupan, por justicia deportiva, un lugar totalmente privilegiado. Se lo han ganado. Ha sido toda una era. Por muy mal que haya acabado.

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