El Madrid de las dos caras destroza al Andorra en 8 minutos

La noche y el día. El segundo cuarto (25-11 con 11 pérdidas), que casi le cuesta un disgusto, y el resto (45-78). Así se resume de manera rápida la victoria del Madrid en Andorra (70-89), ante un rival en su pista siempre áspero, con físico (Tyson Pérez, Dos Anjos…), buen hacer bajo el aro (Maric) y dos grandes anotadores, Harding y Jean Montero. Bueno, este último es algo más que eso con solo 20 años. Los blancos se mantienen en lo alto de la tabla y arreglan un poco la tarjeta de sus últimas salidas, donde acumulaban entre la ACB y la Euroliga cuatro derrotas en cinco partidos desde el 14 de enero. Un triunfo en una semana muy dura, de final de Ventana de selecciones e incorporaciones apresuradas.

Campazzo (14 puntos, 8 asistencias y 25 de valoración), Deck (14), Yabusele (18 y 23 créditos) y Tavares (14 tantos más 12 rebotes, 3 pases y 3 tapones para 28 de valoración) tuvieron mucho que ver con los mejores momentos merengues en una jornada en la que Musa tuvo descanso después de recibir un golpe en una rodilla el jueves y Rudy fue baja de nuevo. El Real pasó de perder 18 balones en la primera parte, una cruz, a apenas cuatro en la segunda. Otro gran contraste.

El Madrid comenzó a construir la casa por los cimientos, según los cánones, aprovechando a Tavares cerca del aro, leyendo bien sus ventajas y circulando el balón, con tiros de tres cómodos y buena puntería. Atrás apretaba, se lo ponía difícil a los locales: 13-21 tras un triple de Abalde frontal en el que el balón pasó previamente de Hezonja en el lado derecho al Chacho en el otro extremo, de ahí a Poirier dentro para acabar en Abalde con tiro limpio de 7 metros.

El impacto Montero

Jean Montero, una de las sensaciones de la Liga, de esta y de la pasada (mejor jugador joven con el Betis, disputa contractual en verano con el Gran Canaria e incorporación al Andorra), había salido del banquillo. Y con el dominicano, el mejor ladrón de la competición, se activó la maquinaria de las recuperaciones del MoraBanc. En sus 12 primeros minutos en cancha el base apiló 4 robos (¡y los balones que tocó!) y 5 asistencias. El Andorra empezó a creer en el éxito carrera va y carrera viene, también mejoró su porcentaje de tres.

El Madrid, en cambio, se olvidó de los preceptos iniciales y se puso a hacer castillos en el aire. El descontrol le salía a más de una pérdida por minuto, algo impropio de la élite y ligado a las categorías inferiores. En el segundo cuarto, 11 bolas extraviadas y 18 al descanso, cuando promediaba 13 en 40 minutos. Imposible así levantar nada, solo malas sensaciones y parciales en contra. Los de Natxo Lezkano lograron en seis minutos un 19-5: del 18-28 al 37-33. Y luego un 23-7 (41-35) poco antes del paso por vestuarios, al que se metieron tras lanzar 11 tiros de campo más que el líder por mor de las pérdidas. “Como pollos sin cabeza, cada ataque es un dolor de muelas”, les había dicho a los suyos Chus Mateo en un tiempo muerto.

La remontada

La Bombonera del Principado, helada por fuera y ardiente por dentro, rugía con su escuadra. La hinchada creía en la gesta, el panorama merengue entonces era borrascoso. Un triple de Harding, el otro cañonero local, y un mate en galopada de Tyson Pérez elevaban el 49-42. La dinámica era la misma en apariencia. Montero acertaba de tres para el +8 con falta añadida de Campazzo a Harding en la defensa de un bloqueo, pero en la revisión en vídeo se comprobó que la personal del base era previa. Triple no válido, saque de banda, robo de Llull y antideportiva de Andric. Comenzaba la reacción, el Madrid apretaba en la línea de pase para desactivar el efecto Montero, regresaba Deck y el ataque se armaba con su juego de espaldas al poste bajo, con la creatividad de Campazzo, con los espacios y las buenas decisiones.

La casa volvía a levantarse por los cimientos con Yabusele, el mejor en la derrota frente al Panathinaikos y brillante en la final de Copa, muy serio, concentrado y especialmente certero. Su mejor versión de largo. En apenas ocho minutos, al Andorra se le vino encima una ola gigante, un parcial de 6-30 que destrozó sus ilusiones y las de la grada: 55-72 a 9:23 de la bocina. El líder, el que intimida, había vuelto. Duelo dinamitado. Descanso a partir de ahí para el Facu y presencia (poca) para Alocén y Ndiaye. Victoria y, de nuevo, una más que el Unicaja, que no pierde comba. El domingo 17 de marzo, en dos semanas, pulso directo en el Carpena por el primer puesto.